David contuvo la respiración detrás de la columna, escuchando los pasos del guardia acercarse.
Cada segundo parecía una eternidad.
Cuando el guardia finalmente se alejó, David salió de su escondite con cuidado, moviéndose hacia el despacho principal.
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Alarmas y sensores
El corredor estaba equipado con sensores de movimiento que David había estudiado previamente, pero nunca con tanta precisión.
Cada paso debía ser calculado.
Pisó sobre las zonas donde sabía que el sensor no reaccionaría, conteniendo la respiración mientras la luz de advertencia parpadeaba apenas un instante al pasar.
—Casi… —susurró, sintiendo la tensión recorrerle la espalda—. Todo depende de esto.
Un leve clic le hizo girar la cabeza: una puerta lateral se abrió sola, dejando escapar un perro que dormitaba.
David contuvo un grito ahogado y esperó a que el animal volviera a su lugar.
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Los perros y el sigilo
Avanzó sobre la alfombra, tan silencioso como un fantasma.
Los perros patrullaban la mansión, ladrando de vez en cuando.
Uno de ellos se levantó de su descanso y olfateó el aire, acercándose peligrosamente.
David se agachó detrás de un mueble, conteniendo el aliento mientras el perro giraba alrededor.
Su corazón latía a mil por hora.
Cuando finalmente el animal volvió a dormir, exhaló con fuerza y siguió su camino.
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Cercanía con la caja fuerte
Finalmente llegó a la sala donde se encontraba la caja fuerte.
La vio al fondo, imponente, detrás de un escritorio de madera maciza.
Cada segundo que permanecía allí, sin abrirla, era un riesgo: cada ruido podía alertar a los guardias.
David sacó las herramientas y comenzó a trabajar con cuidado, concentrado, mientras escuchaba los pasos y respiraciones detrás de las paredes.
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Justo cuando giraba la última perilla de la cerradura, escuchó claramente unos pasos detrás de la puerta: alguien se acercaba hacia la sala, y esta vez estaba mucho más cerca de lo que esperaba.
David congeló la mano, con el corazón en la garganta.
—Maldita sea… —murmuró—. Esto no puede estar pasando ahora.
La puerta del despacho comenzó a abrirse lentamente, y la sombra de una figura apareció en el marco.