Fantoche

I

Mi nombre es Ydnela, tengo 24 años y, antes de que saquen conclusiones apresuradas, déjenme yo contarles la historia y cómo todo esto pasó. Esta soy yo escribiendo para desahogar mis penas, sola en mi habitación, un mes antes de conocer al nuevo chico que creí que sería el hombre ideal para mí, pero para que me entiendan mejor, haremos una reversa en el tiempo, precisamente unos 4 meses atrás aproximadamente, donde todo empezó a cambiar, lastimosamente para mal.

Realmente no creo que esto sea una muy buena idea, me cuestiono antes de tomar el celular en la mano y mandarle un mensaje de texto a Angel mi estimado novio con quien había hasta planeado casarme incluso, no se que ha pasado, se ha distanciado de mi considerablemente y no me ha querido dar la cara, la incertidumbre me esta matando, me tumbo boca arriba de mi cama mientras veo el fondo de pantalla que me había dibujado, que hermosos tiempos, y la nostalgia poco a poco se va apoderando de mi, desbloqueo mi celular e inmediatamente le escribo con la confianza de aclarar y solucionar todo de paso, no quiero que todo esto se termine, el ya le hablo a sus padres de mí, mi familia ya lo conoce, todos estamos o eso pensé que estábamos muy bien, me animo a escribirle de una buena vez, hace un mes casi que ya no me habla ni me ha visitado incluso y no quiere dejarse ver por mi.

—Hola, ¿tienes un poco de tu tiempo que me regales?

Mensaje enviado, solo es cuestión de esperar, y así estuve. Tendí la cama una o dos veces, di vueltas arriba de ella, puse música, veía el celular y aun nada. Pasaron horas hasta que cuando lo fui a ver nuevamente, ya lo había marcado como visto y no tenía las agallas de responderme. No puedo mentir, no estaba en mis cinco sentidos, estaba muy molesta y frustrada. ¿ Qué le pasaba? ¿ Qué le había hecho yo? Aquello fue realmente tan malo para alejarse y no saber absolutamente nada nunca más de mí.

Frotando mi frente con fuerza para tratar de mantener la compostura y no parecer una desequilibrada mental, respiré y le mandé un mensaje nuevamente. Muchas chicas podrán decir que yo no haría eso jamás, pero si no saben qué es lo que ocurre, créanme, lo mejor es salir de dudas de una vez por todas.

—No sé lo que ha pasado, lo lamento si te estoy molestando, pero solo quiero saber lo que ocurre; creo que me merezco una explicación como mínimo después de lo que pasó durante todo este tiempo. Sabes que puedes confiar en mí, contar conmigo y que siempre hemos sido amigos antes que todo.

Escribiendo, mi corazón dio un salto de emoción; creí que todo se arreglaría en ese instante, pero vaya equivocación.

—Hola, he estado muy ocupado últimamente y no he tenido tiempo de hablar. Quería hacer un negocio y no me ha ido tan bien como esperé, y sé que eres mi amiga y, aunque no seamos nada, tú siempre lo serás.

Pero qué rayos ha sido eso, no me dice nada de su estado de ánimo, del negocio que iba a realizar y ahora está terminando conmigo y por mensaje, qué cobarde, no, no es posible. Vuelvo a leer el mensaje y me siento de golpe en el suelo.

—Entiendo eso y seguro sé lo mal que lo estás pasando, pero debes hablarlo; nadie es adivino y considero que ambos somos lo suficientemente maduros.

En un visto, pasaron minutos que luego se convirtieron en horas.

—Sea lo que decidas, está bien, yo entiendo. Lamento seguir molestándote; espero que tengas suerte con todo lo que estás haciendo. Te deseo éxitos en grande, te lo mereces. Gracias por llegar a mi vida. Te amo.

El mensaje apareció, enviado y entregado; lo vería o lo vio, quizás sí o quizás no, quién sabe, yo ya no quiero saber. Recogí la última poca dignidad que me quedaba al hablar con alguien que le valió un mango. Me había gustado por lo menos un último encuentro, un mensaje de despedida, nada. Las lágrimas resbalaron de mis mejillas y ni cuenta me había dado cuando empezaron a salir; me las sequé con las puntas de los dedos, contemplé mis dedos y la marca de mis lágrimas impregnadas en ellos.

Suspiré. Esto no puede significar el fin, sé que no es así, pero ¿por qué duele tanto? ¿Por qué quema y arde de una manera descomunal? No debería de ser así, pero lastimosamente, así es y sollozando, así lo fue. Absorbo nuevamente las lágrimas y siento que mi pobre nariz sufre las consecuencias. Ay, exclamó de la incomodidad; estoy hecha un caos. Para despejar mi mente busco, abro el navegador y busco: ¿por qué duele tanto una ruptura amorosa? No me bastó lo que pasó, sino que también quise ponerle más sal a la herida buscando un hecho científico que respalde cómo me siento realmente.

Cargada la página de Google, me dice lo siguiente:

Básicamente, nuestro sistema nervioso está recibiendo mensajes opuestos que intentan “sobrescribirse” para regularse mutuamente, sin que ninguno de los dos llegue a cesar. Como consecuencia, la actividad eléctrica del corazón se desequilibra, resultando en un dolor similar al de un infarto aunque a menor escala.

No les voy a mentir, tuve que leerla unas dos veces para poder entender aquello, pero al final sí, creo que tiene bastante sentido, aunque se siente muy feo, no se lo deseo a nadie. Sé que estaré mejor, mañana será bonito, un nuevo día, un mejor comienzo. Creo que estoy dándole demasiadas largas a un asunto que particularmente ya se había terminado hace mucho y yo era la única que decidía aún continuar en marcha.

Miré el fondo del celular nuevamente, me duele, pero aún no lo quiero quitar, no estoy lista. Sé que debo vivir mi duelo, pero a mi tiempo, a mi manera, con calma y siendo paciente, me digo a mis adentros para darme ánimos: "¡Aún queda más de Ydnela, carajo!, este no es el fin".

Me autoanimo y con ello preparo todo antes de irme a dormir. Fue un día muy saturado emocionalmente; lo mejor y lo más prudente sería descansar hasta que se me aclare la mente y pueda volver a coordinar mi horizonte, definitivamente eso sí.




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