Fantoche

Epílogo

Hola, mis queridos lectores, una vez más nos unimos en esta ocasión para el cierre final de esta maravillosa obra. Tal y como les prometí, este es el final. Gracias por haber llegado hasta aquí y… Un momento. ¿Acaso escucharon eso? No puede ser…

(Advertencia: lo que está a punto de ocurrir no tiene precedentes en la historia de la literatura… ni en la realidad. Ydnela ha roto la cuarta pared. Yo no tengo idea de cómo arreglar esto).

Ydnela: ¡Vicnia, esto es inaceptable! ¿Cómo te atreves a dejarme aquí?

Yo: ¿Perdón? ¿Dejarte dónde? En primer lugar se saluda. ¿Estamos?

Ydnela: Sí, como sea.

Yo: Hola, Ydnela, bienvenida.

Ydnela: Ajá, lo que digas, sí, sí. Hola, Vicnia. Como te decía, no puedes dejarme aquí.

Yo: ¿Dejarte donde Ydnela?

Ydnela: ¡En este miserable final! Pensé que después de todo lo que pasé me darías un cierre digno. Pero no, me abandonaste en ese caos de emociones, con una sombra loca, psicótica, maníaca que me dice qué hacer.

Sombra: ¡Te escuché! Malagradecida.

Ydnela: Tú cállate sí… ¿quieres, por favor, cerrar la boca? Muchas gracias, que amable. Como te decía Vicnia, con una montaña de traumas y sin una terapia adecuada, no es justo.

Yo: Oye, te di momentos épicos. Tuviste drama, amor, traiciones… incluso una escena que hizo que más de un lector soltara un suspiro o mordiera su almohada. Por todos los cielos Ydnela, hasta te deje matar a alguien o bueno eso parece. ¿Acaso no es o no fue suficiente?

Ydnela: ¿Suficiente? ¿Suficiente? ¡Ni siquiera me diste un descanso después de todo lo que sufrí! ¡No tengo ni para una siesta reparadora!

Yo: Bueno, para ser honesta, nunca planeé darte paz. ¿Qué clase de historia sería si terminaras tranquila en una playa con una piña colada en la mano?

Ydnela: ¡Una historia justa!

Yo: Pfft… no. La justicia está sobre valorada. Pero dime, ¿qué quieres?

Ydnela: Quiero que les expliques a los lectores qué demonios acaba de pasar y por qué deberían seguir recordándome aunque ya cerraron el libro.

Yo: Está bien, pero hazlo tú. ¡Ya que rompiste la cuarta pared, aprovéchala!

Ydnela: Queridos lectores, si han llegado hasta aquí, permítanme decirles que me deben mucho. No solo aguantaron mis quejas, sino que fueron testigos de cada locura que Vicnia escribió. Ella es peligrosa, lo saben, ¿verdad? No confíen en ella, porque le gusta jugar con la mente ajena.

Yo: Oye, oye, eso suena a calumnia. Yo solo hago mi trabajo.

Ydnela: ¿Trabajo? ¡Tú te diviertes atormentándome! Me hiciste tomar pésimas decisiones, me expusiste a situaciones absurdas y me hiciste lidiar con idiotas que ni siquiera valían la pena o bueno eso creo, la verdad es que ya no estoy tan segura.

Yo: Bueno, ¿y qué esperabas? No ibas a ser un personaje de relleno. Tenías que brillar. ¡Brillar a lo grande!

Ydnela: Sí, claro, brillé… como un incendio forestal en plena crisis. Claro que brillé como árbol de navidad con varios focos quemados, brille como casa con un corto circuito.

Yo: Pero brillaste a fin de cuenta, y eso es lo que importa. ¡Ay ya! No te quejes tanto y continua.

Ydnela: Okey… pero bueno, lo que importa es que los lectores sepan que todo esto fue una montaña rusa de emociones. No sé si me amaron, me odiaron o si desean terapia después de leerme, pero una cosa es segura: no me olvidarán.

Yo: Ejem, gracias a mí.

Ydnela: Cállate.

Yo: Bueno, con esto damos por finalizado este viaje. Espero que haya sido una historia que les haya dejado algo… aunque sea un trauma leve. Gracias por acompañarnos hasta aquí, y recuerden… Si alguna vez sienten que la realidad no es lo que parece, tal vez es porque yo estoy escribiendo sus vidas también.

Ydnela: No les hagas eso, Vicnia.

Yo: ¡Es solo una broma! Por todos los cielos, ¿es que acaso nadie tiene sentido del humor por aquí?

Ydnela: ¿Como el tuyo? Nadie, así que deja de decir eso de que puedes estar escribiendo sus vidas, pobrecitos.

Yo: Nunca se sabe, Ydnela. Nunca se sabe…

¿El fin? ¿O quizá no?




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