Lunes, 20 de diciembre de 2021. Sala de reuniones
Después de una larga noche de insomnio, Margarita llegó puntual a la primera reunión de trabajo. Iba vestida con ropa de laboratorio y se había sujetado su rubia en una coleta. En el extremo izquierdo de la mesa se encontraba Emilio Glok; seguido de Ernest, Ellen, Pierre y Cindy. Margarita se situó enfrente de la pantalla, a uno de los lados de la cabecera de la mesa y Rudolf al otro lado; seguido de Pietre, Paul, Manuel. En el extremo derecho de la mesa, enfrente del doctor Glok, se sentó Olga.
—Buenos días, a todos —saludó Emilio Glok, mientras se acercaba a paso ligero a la pantalla—. Por fin ha llegado el momento de hablar del proyecto que nos ha traído hasta aquí. Olga, por favor, enciende la pantalla y posiciónate en el punto 2.00a3 del protocolo.
Olga disponía de un ordenador en su puesto y comenzó a mover el ratón en una y otra dirección.
—Si tienen alguna pregunta —continuó diciendo el doctor Glok—, o consideran que la presentación va demasiado rápida, no duden en pedir a Olga que la detenga. A partir de este momento, en el sistema quedará automáticamente registrado todo lo que hagamos.
La presentación comenzó con una serie de imágenes de un laboratorio, que fueron pasando una detrás de otra, hasta que apareció una figura en la pantalla. Entonces, la secuencia se detuvo.
Rudolf empezó a murmurar con Margarita por lo bajo.
—Por favor, no hablen entre ustedes —dijo Emilio mirando fijamente a los dos—. Cualquier cosa que deseen saber, por favor, pregúntenlo en voz alta. Bueno, sigamos, fíjense bien en la pantalla. Esa imagen es el motivo real de que nos encontremos aquí. Antes de que me lo pregunto les indico que se trata de una nanopartícula, diseñada de momento a nivel puramente informático, y que a partir de ahora denominaremos Farmachip.
—¿Farmachip? —preguntó Ernest mirando al doctor Glok con cara de sorpresa—. Nunca en mi vida he oído hablar de esto.
—Normal —contestó el doctor Glok—, el Farmachip se encuentra en la actualidad en vía de desarrollo. Es un infofármaco, por el momento, imaginario y que está compuesto por dos partes: un nanochip con capacidad suficiente para almacenar la información que se le asigne, y una sustancia farmacológica con capacidad para llegar y actuar en el sitio que se le requiera. Además, ambas partes deberán estar integradas en una sola.
Un murmullo surgió en la sala. Emilio, para acallarlo, continuó con la explicación:
—El Farmachip que vamos a diseñar deberá cumplir un requisito esencial: ser controlado desde fuera del organismo a través de un ordenador externo y llegar a la célula indicada y efectuar en ella la función que se le solicite. Pues bien, para realizar este grandioso proyecto, ustedes han sido elegidos entre millones de personas en el mundo. Un informático que trabaje en todo lo referente al nanochip y al registro y seguimiento de las pruebas. Un ingeniero de telecomunicaciones que colabore con él. Una microbióloga, una genetista y un neurólogo para todo lo relacionado con la interacción de la partícula con la célula o con organismos extraños al cuerpo (virus, bacterias....). Un físico y un químico para lo relacionado con el transporte de la partícula, su acción sobre la membrana celular, su interacción con los mediadores químicos. Una farmacéutica para el proceso fármaco—cinético, y un matemático para calcular lo que sea necesario, incluso las posibilidades de éxito. ¿Qué le parece, Paul? —preguntó Emilio con una sonrisa embaucadora.
Paul levantó la mano y realizó un cero con los dedos.
—¡Por favor, Paul, no sea tan pesimista! —dijo Emilio sonriendo, mientras meneaba la cabeza. Después se acercó a la mesa y golpeándola con las dos manos dijo en un tono de voz elevado:
—Para aumentar su interés en el proyecto les confirmo que hace meses que la primera fase se ha superado con éxito.
Petre, el informático, llevaba toda la reunión sin levantar los ojos de su agenda, dibujando figuras geométricas. Ante lo que acababa de oír, sin embargo, preguntó en un tono poco cordial:
—Y eso, exactamente, ¿qué quiere decir?
—Que el nanochip se encuentra teóricamente diseñado — contestó triunfal el doctor Glok.
Manuel ante esta noticia se mostró esperanzado y realizó en voz alta todo tipo de especulaciones.
—No, Manuel, siento desilusionarle. Ustedes son los primeros que van a trabajar aquí. Los informáticos que han participado en el diseño del nanochip lo han hecho desde laboratorios especializados en tierra. Este laboratorio se ha construido especialmente para llevar a cabo la segunda fase del proyecto, es decir, para la concreción final del Farmachip.
La explicación produjo un efecto negativo en Cindy, que empezó a respirar con dificultad. Olga se levantó y le ofreció un ansiolítico.
—Tranquila, Cindy —dijo Emilio acercándose a la farmacéutica, mientras le hablaba en un tono de voz muy cálido—. En el momento en que lo tengamos diseñado, nos volvemos a casa.
Margarita tenía cientos de preguntas rondándole la cabeza, pero la timidez le impedía realizarlas.
Ernest se frotaba los labios, pensativo. Cuando Emilio regresó a su puesto le preguntó: