FascinaciÓn Eterna

CAPITULO. 35

La fiesta posterior a la ceremonia fue un torbellino de alegría desbordante. Las risas resonaban en el aire, los pies marcaban ritmos felices sobre la pista de baile improvisada en los jardines iluminados, y las felicitaciones y los buenos deseos para nuestro futuro juntos nos envolvían en una burbuja de dicha. Ver a nuestros seres queridos tan felices por nosotros, compartir ese momento mágico, llenó mi corazón de una gratitud inmensa. Leonidas estuvo radiante toda la noche, su mano siempre en mi espalda, su mirada llena de un amor que me hacía sentir la mujer más afortunada del mundo.

En medio de la celebración, una pregunta flotaba en mi mente con una curiosidad creciente: ¿dónde sería nuestra luna de miel? Leonidas había insistido en que sería una sorpresa, y yo, aunque intrigada, me había resignado a esperar. Sin embargo, la noche anterior, mientras buscaba una copa de agua en el estudio improvisado que Leonidas había montado en la mansión para atender asuntos urgentes, escuché parte de una conversación telefónica que encendió todas mis alarmas.

-“Sí, necesito que esté todo listo para su llegada el domingo por la mañana… Sí, un día después de la boda… Isla… Sorpresa… Perfecto.”

Mi corazón dio un vuelco. ¿Isla? ¿Mi esposo poseía una isla y nunca me lo había mencionado? Levanté la mirada y me encontré con sus ojos oscuros, que me observaban con una sonrisa resignada, como si supiera exactamente lo que había escuchado. Me acerqué lentamente, sintiéndome irresistiblemente atraída por su calor, y me senté en su regazo, mi lugar favorito en el mundo.

“¿Isla?” pregunté con una ceja arqueada, mi voz cargada de una mezcla de sorpresa y diversión.

Él suspiró suavemente, rodeando mi cintura con sus brazos fuertes. -“Bueno, mi amor, parece que mi sorpresa ya no es tal.” Su sonrisa se ensanchó, mostrando ese brillo travieso que tanto me gustaba. -“Sí, poseo una pequeña isla privada. Un lugar tranquilo, paradisíaco… perfecto para comenzar nuestra vida juntos.”

Mi mente daba vueltas. -¿Una isla? “¿Posees una isla y nunca me lo dijiste?” Exclamé, incrédula. -“Creo que tenemos que tener una conversación seria sobre los activos ocultos de mi futuro esposo, señor Holfman.” Lo dije en tono de broma, pero la sorpresa era genuina.

Él rió, besando suavemente mi cuello. -“Todo lo que es mío es tuyo, Dione. Siempre lo ha sido. Nuestra isla te encantará. Es un lugar mágico.”

Ahora, mientras me encontraba sentada en el lujoso asiento de cuero del jet privado de Leonidas, de camino a esa isla secreta, mis pensamientos divagaban sobre esa conversación. ¿Cuántas otras sorpresas guardaba este hombre? La idea de tener una isla propia, bueno, nuestra isla, era sencillamente… increíble. Una sonrisa se dibujó en mis labios. La vida con Leonidas nunca sería aburrida.

El viaje en el avión fue un remanso de paz y cariño. Nos abrazamos, nos besamos con la misma pasión del primer día, y la emoción del nuevo capítulo que comenzábamos juntos llenaba el aire. El cansancio de la noche anterior finalmente me venció, y me dormí acurrucada en sus brazos, sintiéndome segura y amada.

No me di cuenta del aterrizaje suave. Cuando desperté, el sol entraba a raudales por la ventana de una habitación exquisita, iluminando un rostro familiar que me miraba con una ternura infinita. Estaba abrazada a Leonidas, su mirada oscura llena de un amor que me robaba el aliento.

-“Buenos días, señora Holfman,” susurró, su voz ronca por el sueño, besando suavemente mi frente.

-“Buenos días, señor Holfman,” respondí con una sonrisa radiante, sintiendo la felicidad desbordarme.

La mañana se desplegó como un sueño. Hicimos el amor, con la misma pasión desenfrenada que nos había unido, y luego bajo la cascada cálida de la ducha, nuestros cuerpos entrelazados en una danza íntima. Un desayuno tardío, servido en una terraza con vistas a un mar turquesa cristalino, fue seguido por un paseo despreocupado hacia la playa de arena blanca que se extendía frente a nosotros. Allí, bajo el sol radiante, pasamos el día, caminando de la mano, riendo, construyendo castillos de arena como niños y sumergiéndonos en las aguas cálidas y transparentes. Nuestra luna de miel había comenzado de la manera más perfecta imaginable, en un paraíso secreto que ahora era nuestro.

Perspectiva de Leonidas:
La celebración de nuestra boda fue todo lo que había imaginado y más. Ver a Dione radiante de felicidad, sentir su mano en la mía mientras bailábamos bajo las estrellas, escuchar las risas de nuestros seres queridos… cada momento se grabó en mi memoria como un tesoro invaluable. Pero en mi mente, una sorpresa especial aguardaba, un regalo que anhelaba compartir con mi esposa.

La conversación telefónica que Dione escuchó accidentalmente la noche anterior me había dejado con una sonrisa resignada. Sabía que su curiosidad era insaciable, y en el fondo, me alegraba de poder compartir mi secreto con ella. Sentarla en mi regazo, sentir su calor y su cercanía, y revelarle la existencia de nuestra isla privada fue un momento dulce y divertido. Su sorpresa inicial se transformó rápidamente en una emoción palpable, y su comentario juguetón sobre mis “activos ocultos” me hizo reír de corazón.

El viaje hacia nuestra luna de miel fue un preludio perfecto de lo que nos esperaba. Abrazarla en el avión, sentir su cuerpo suave contra el mío mientras dormía plácidamente, me llenó de una profunda sensación de paz y pertenencia.

Cuando llegamos a la isla y la tomé en mis brazos dormida, llevándola a la villa que había preparado con tanto esmero, sentí una oleada de amor y protección. Verla despertar a la mañana siguiente, con el sol acariciando su rostro hermoso, fue la imagen más hermosa que jamás había contemplado.

“Buenos días, señora Holfman,” susurré, incapaz de resistir la necesidad de reclamarla como mía.

Su sonrisa radiante al responder a mi saludo fue la mejor recompensa. La mañana se desenvolvió en una intimidad profunda y apasionada. Hacer el amor con ella en nuestra cama, y luego bajo la lluvia tibia de la ducha, fue una celebración física de nuestro amor y nuestro compromiso.




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