Al terminar la clase, salí muy de prisa para ir a la siguiente.
No estaba huyendo.
Fue inevitable notar, que los estudiantes, no salían en masa a la siguiente clase, no forcejeaban para llegar a los casilleros, o a los baños, los pasillos no se abarrotaban.
Esto sí que era un lindo cambio, que sabría apreciar.
Cuando revisé mi horario, recordé que tenía que registrarme en las asignaturas optativas, así que me senté en la primera banca que vi, tomé mi celular y una vez descargada, abrí la maravillosa y famosa aplicación.
Veamos, deben ser mínimo una optativa y un idioma. Así que será una optativa y un idioma. Al revisar las asignaturas extras, de nuevo me sorprendí con esta escuela, había clases increíbles, administrativas mercantiles, introducción a la ley, artes marciales, mmm… esa es interesante…
Pintura, cerámica, instrumentos musicales. Bingo. Piano. Lo que daría por poder estudiar piano, tal vez algún día, pero por ahora sería inútil, no podría practicar fuera de la escuela y no quiero tener un problema por eso si Frank se entera.
Seguí revisando, seleccioné artes marciales y salieron un montón de opciones. Había Karate, kickboxing, boxeo, muay thai, judo, jiu jitsu brasileño, wushu, —¿qué es eso de wushu?—, Taekwondo, Muay Thai, Krav Maga, MMA.
Oh, había escuchado de Krav Maga, me decidí por esa opción, pero por error le di a MMA. Bueno, no sé qué es, pero supongo que lo averiguare.
Ahora, idiomas, esa fue fácil. Italiano. Suspiré y una triste sonrisa se formó en mis labios. Aún se siente el vacío tío Luca, pero sigo resistiendo. Ingresé para registrarme y en unos cuantos clics ya estaba listo.
Me levanté y me dirigí hacia la clase, caminé por el pasillo cuando sentí un jalón y una mano cubriendo mi boca. Ahogué un grito por instinto, pero cuando el olor mentolado llegó a mi nariz, relajeé de forma inevitable todo mi cuerpo.
Estaba recargada contra la pared, dentro de un aula vacía. Y él me tenía apretándome contra su cuerpo. Tan cerca que su aliento mentolado y podría jurar que, con un toque de chocolate, me llegaba a mis fosas nasales.
Mi pulso estaba alocado, y una sensación deliciosa que solo había sentido una vez, me recorría por todo el cuerpo.
Mis ojos bajaron a su boca, concentrándome en sus labios. Labios que me insinuaban cosas. Yo quería, quería que me besara. Que me besara y… ¿qué me preguntó?
—Espera, ¿qué? Yo no te ataque. —No es que se hubiera quejado según recuerdo. Y recuerdo muy bien. Recuperando mi voluntad, puse un tono agudo en mi voz, con una sorpresa y emoción falsa, tanto como pude reunir—. Oh por Dios. ¿Quién eres? ¿Algún actor o algo? ¿Debería pedir tu autógrafo?
—Cuidado ricitos, esto no es la colina.
Oh. Lo entiendo. La diversión acabo.
La emoción que había inundado mi cuerpo, se esfumó. Admito que es algo decepcionante, pero si es lo que él quiere, que así sea.
No es que esperaba tener, tener… un amigo o algo.
—Bien, guardaré lo tuyo si guardas lo mío. —Mi voz sonó un poco más dura, pero lo que sea. Di un paso al frente empujándolo un poco.
Inútil, al parecer trataba con un muro. O una montaña.
—¿Qué se supone que significa eso? —su pregunta salió como un gruñido.
—Como si nunca hubiera existido. Nada de lo que hablamos, no es que lo hiciéramos mucho. Pero haré como si nunca te hubiera visto. —De todos modos, no me interesaba nada de él.
<<Entonces Lenna, ¿por qué tenías un nudo en la garganta y ganas de llorar?>>.
Lo que sea.
—Ahora, ¿por qué harías eso?
—Hmm, ¿no es lo que quieres? —Me arrepentí de inmediato, por haber soltado eso tan rápido.
¿Dignidad? Fuera.
¿Anhelo y esperanza? Sip, en vivo y a todo color.
El levantó esa esquina de su boca que me encantaba. Tomó uno de mis rizos y lo colocó detrás de mi oreja. Todo mi cuerpo tembló. Ese extraño sentimiento regresó.
—¿Dónde estaría la diversión en eso, ricitos?
—Déjame de llamarme así. No somos amigos. —U otra cosa.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó.
—Oh, ¿no te gustaría saberlo?
—Oye ricitos, —ignoró la burla en mi voz y yo resoplé por el apodo—, ¿besas a todos tus no amigos así?
Sentí sonrojarme de nuevo. Puff. —¿Así? —sonreí con desinterés—. No me pareció espectacular.
—¿Enserio? —Pegó más su cuerpo con el mío. Subió sus brazos, uno a cada lado de mí, encerrándome entre él y la pared. Calor, demasiado calor—. ¿No fue ese tu primer beso? Un graaan beso.
Atrapada. Game over.
Bueno, hice lo que toda chica genial de 17 años haría en un momento así.
Caminé debajo de su brazo, y hui.
O lo intenté.