Aleks se me quedó viendo y yo mantuve la mirada, esperando demostrar todo lo irritada y de más que sentía en ese preciso momento. Parece que si entendió porque asintió y dimos la vuelta con dirección a la entrada de la escuela. En el estacionamiento nos dirigimos en silencio a su Jeep.
Territorio neutral. Perfecto.
Una vez acomodados, esperé a que dijera algo porque yo no pensaba decir nada. Mis ojos giraron en toda las direcciones, menos en él, y terminé concentrándome en un envoltorio de KitKat que estaba en el tablero del auto. Después de un momento más de silencio, no me decepcionó.
—Lenna, si hubiera sabido que existías, que me encontrarías, juro por mi nombre que nunca hubiese estado con ninguna mujer, te hubiera esperado hasta encontrarnos.
Bueno. Hay va la furia.
Pero regresó de inmediato al recordar las palabras de una toxica rubia.
—Ella dijo, —una expresión de asco se formó en mi rostro—, que te encantaba su sabor y por eso siempre volvías, que tú le dijiste que nadie… —pausé, nauseabunda—, que nadie sabía cómo ella.
—¡Mierda! —exclamó y acto seguido tomó mi rostro con sus manos para girarlo hacia él, para vernos a los ojos—. Nunca he ido abajo con nadie. —La intensidad en sus ojos me hacía confiar en él—. Lo juro.
Asentí a su juramento alejando mi rostro de él.
Con nadie. Admito que eso me gustó.
Y la verdad era que, si le creía, pero no estaba segura si eran mis inseguridades o mi inexperiencia en relaciones lo que me hacía tambalear.
Quizás, es que la barbie rubia si logró lastimarme con sus palabras.
—Lenna, —voltee a verlo, el nunca dejó de mirarme— ella estaba ahí, accesible todo el tiempo, igual que otras, —un escalofrió me recorrió, y la ira regresó, punzando dentro mí—, pero nunca fue íntimo, nunca significo una mierda, —pasó una mano por su cabello—, nunca siquiera la besé, no éramos nada, solo era una follada accesible, siempre disponible, eso fue todo.
Temblé por ese último comentario. —Eso voy a ser para ti Aleksander, ¿una follada accesible?
—Espera, ¿qué…? —El auto me estaba asfixiando, salí apresurada, mientras el me gritaba que esperara, solo caminé derecho, sin ningún sentido o destino. Eso hasta que sentí sus brazos rodeándome.
—¡Déjame Aleksander! —exclamé.
—Mentirosa —susurró en mi oído, causándome escalofríos—, mentirosa y celosa. —Me giró para quedar frente a frente—. Moya Luna, nunca podrías compararte con nadie más para mí, —besó mi frente y la intensidad de sus ojos atraparon a los míos—, tú eres mi única, estoy jodidamente enamorado de ti, nunca voy a dejarte ir nena, no a menos que lo quieras de verdad, y voy a amarte tanto que nunca querrás marcharte.
Enamorado.
Amor.
¿Sería posible eso? Pero, han pasado unos días, acaso, el amor es así de, ¿rápido?
—Moya Luna, no lo razones, solo siéntelo, —su nariz rozó la mía—, ¿acaso puedes dudar de lo que digo, cuando tu sientes lo mismo por mí?
Quería reírme en su cara. Amor, ¿yo?
Amor. Amor adolescente. Yo no sé nada del amor.
Tengo un plan y… tengo un plan, yo no… no…
El amor te destruye, porque eso le hizo a mi mamá, la convirtió en alguien débil, y… mi tía Eleanor y el tío Luca, ellos se amaban… como yo…
Epifanía. No podía negarlo.
Yo lo quería de una forma en que no me sentía débil, doblegada ni menos persona. El tipo de debilidad que me provocaba, es el que deja divertidas cosquillas.
Mi ira no era por su pasado, bueno quizá un poco, pero el chico tenía todo el aura de mujeriego desde que lo conocí, no puedo juzgarlo por algo si yo no estuve ahí.
Mi ira era miedo.
Di un suspiro en derrota rindiéndome por fin. A la pelea por la sucia boca de Ashley, a mis negaciones e inseguridades. La tensión salió de mí, y asentí con lentitud. Deslizó un dulce beso en mis labios.
—Bien, pero no deberías hablar así de las chicas —refunfuñe. Quería estar más enojada, pero la verdad es que ya no lo estaba.
Pensándolo bien, quizás había estaba más dolida y tal vez, solo un poco más celosa que molesta, pero lo que sea.
—¿Ahora estas defendiéndola? —Negó con su cabeza, pero mantenía una sonrisa divertida en el rostro.
—No, solo digo que no está bien que te expreses así de ella, después de todo estuvieron juntos.
—Nena, yo no le prometí nada y fui honesto antes de que se quitara la ropa, ella aceptó que lo único que sería para mí era una folla…, disculpa, una llamada para sexo casual, si ella me mintió o… a sí misma desarrollando sentimientos de eso, no puede ser mi asunto si tuvimos un acuerdo desde el principio, y ambos establecimos que después del acto se marchaba, sin complicaciones, ni despedidas, sin exclusividad, quien soy yo para negarme, estaba soltero y cachondo, eso es todo.
—Eres un cerdo —solté.
—Era un cerdo, ya no más. —Sostuvo mi rostro—. Nunca más, por ti.