Fatum

CAPÍTULO TRECE (Parte uno) - La máquina del amor

El sábado me desperté muy temprano y una hermosa noticia me recibió.

Ayer por la tarde Frank salió de viaje, y se esperaba seria uno largo, esos suelen tardar hasta un mes de deliciosa ausencia.

Así que me duché muy rápido, me vestí y salí con prisa de casa. Cuando me subí al barbie móvil, tecleé un mensaje.

Lenna: Saliendo de prisión.

Dejé el teléfono en el asiento de copiloto y conduje hasta la colina. Tenía tantas ganas de estar aquí, este lugar se metió bajo mi piel.

Claro, también quería verlo. El me provocaba entusiasmo, el entusiasmo de vivir y no solo existir.

Una vez reclinada en el castaño, con el aire frio anunciando las próximas lluvias, revisé mi teléfono. Aleks no había contestado mi mensaje.

Lenna: No adivinaras donde estoy.

Cuando levanté mi rostro para ver hacia al frente, a la ciudad, un escalofrió me recorrió por la nuca al mismo tiempo que una sombra paso por la orilla de mi ojo.

Aleks estaba recargado de costado en el árbol, luciendo un look delicioso, despeinado, vistiendo un pantalón de chándal y una camiseta interior blanca, me dio una vista de unos enormes brazos, que no había tenido oportunidad de ver.

Mis mejillas estaban ruborizadas de verlo, y solo eran sus brazos. Parecía que se acaba de levantar de la cama, y se veía tan sexy con la cara adormilada y su sonrisa divertida de lado.

—Creo que, si adivine donde estas, nena. —Su ronca voz interrumpió el silencio. Me levanté de prisa y salté hacia el para rodearlo con mis brazos y abrazarlo. Su aroma almizclado y mentolado me envolvió. Sentí un beso en la cima de mi cabeza.

—¿Ya desayunaste hermosa? —Negué con un movimiento de mi cabeza aún enterrada en su pecho. El resopló divertido—. Vamos a casa, te prepararé el desayuno. —Tomó mi mano y esperaba que fuéramos a su jeep o al escarabajo, pero caminamos unos metros, directo a un muro de piedra blanca, era muy largo y alto. Él puso su mano plana en una piedra, entonces una puerta se formó en el muro y se abrió.

Solté sorprendida un jadeo y escuché una risita de él. Pasamos el muro-puerta y se cerró con un golpe muy suave. Caminamos por un pasillo y atravesamos una puerta que nos llevó a una habitación, caminaba junto a Aleks que aún me tenía sujeta de la mano, mis ojos estaban muy abiertos mientras observaba todo, después de la última puerta, cuando la pasamos, reconocí su garaje.

Su garaje.

El chico de la colina en verdad era el chico de la colina, él vivía aquí.

 

—Estas en mi lugar, niña.

—¿Acosando? Yo debería preguntarte eso, yo vivo aquí.

 

—¡Oh por Dios! —exclamé tan sorprendida—. ¡De verdad vives aquí!

Aleks giró para verme, con una divertida sonrisa burlona. —Ricitos, has estado aquí, claro que vivo... aquí.

Una carcajada salió de mí. —Sabes a lo que me refiero, de verdad eres el chico de la colina.

El bufó una risilla y avanzó al interior de su casa, yo lo seguí, pero me detuve cuando, me llegó un pensamiento.

—Aleks, me viste en el castaño, ¿cuándo nos encontramos? —Vi el reconocimiento en su cuerpo de mi pregunta, pero no se detuvo. Lo seguí hasta que frenó en la cocina—. ¿Aleks?

—No, —oh, bueno—, la primera vez, no —contestó.

¿La primera vez? Espera, eso quiere decir que… el me vio y fue conmigo, la segunda vez y ahora. Me sentía divertida y cálida. —Ahhh, entonces tú de verdad, no te resististe a mi encanto, ¿eh?

—¿Qué tal un cappuccino? —Eludió mi pregunta con una excelente maniobra distractoria.

Espera, ¿cappuccino?

Excelente maniobra distractoria.

Estaba por preguntarle de donde lo conseguiríamos cuando se movió y me permitió ver un nuevo artefacto en sus encimeras de mármol.

Corrección, una nueva área en su cocina.

En una de sus encimeras tenía una reluciente máquina de cappuccino de acero inoxidable que he visto en las cafeterías, esas pueden hacer cappuccino, frappé, cualquier deliciosa bebida de café. Aún lado, estaba un exhibidor de capsulas y bolsas de grano de café de aspecto lujoso, <oh por Dios>>, incluso tenía una bolsa de Lavazza. Avancé hacia la maravillosa área, con los ojos muy abiertos y la boca llena de asombro, dejando a Aleks atrás. Empotrado en la pared estaba un estante lujoso con tazas, vasos para bebidas frías y vasos térmicos para café.

Un momento.

Me acerqué un poco más y di un salto con un chillido emocionado, cuando vi un hermoso vaso del mapa del merodeador. Me giré para encontrarme con Aleks y rodear con mis brazos su cuello, el enrosco un rizo en su dedo.

—Esto de tener un novio es bastante practico. —Sentí una enorme sonrisa adornar mi rostro.

—Mmm, —sus manos sujetaron mi cintura—, novio, ¿eh?

Me encogí de hombros mientras soltaba una risita de chica tan ajena a mí. No solo era por el gesto del café, todo el, me tenía en una sensación de nube de felicidad, como nunca antes había sentido.



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En el texto hay: drama, primer amor, youngadult

Editado: 01.04.2024

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