Fatum

CAPÍTULO DIECISÉIS (Parte uno) - Tía super poderosa

—Eres una seductora Lena Andrews —su nariz acariciaba la mía—, vas por ahí, burlándote de mí con tu uniforme escolar y tus ojos inocentes, robando mi alma tras de ti…

Una risilla mía interrumpió su discurso.

Desde esa vez que nos dijimos las grandes palabras por primera vez, ha estado dándome frases cursis.

Cursi al estilo Aleksander Ivankov. Y lo adoraba.

Era uno de mis momentos favoritos del día.

Estábamos en el pasillo, esperando a que Tatiana saliera de administración. Aleks estaba recargado en la pared, y yo estaba entre sus piernas. Mi teléfono vibró por una notificación. Lo ignoré porque no quería alejarme de este momento.

Puse las palmas de mis manos en su pecho, con mis ojos puestos en los suyos, queriendo transmitirle todos mis sentimientos con una mirada.

—Apuesto a que te encanta, mi amor… —musité.

Gruñó por mi término cariñoso. Me tomó con suavidad del mentón, desplazó su mano por mi mejilla y me golpeó con un beso abrazador, posesivo. Las personas ya estaban acostumbradas a este espectáculo, y a mí me encantaba perderme en sus besos. Además, la tensión y expectativa por el baile se sentía por toda la escuela, nadie nos daría una mirada dos veces, así que me dejé llevar en la intensidad del beso.

—¡Lenna!

Me congelé por completo y de inmediato.

Sentí sudor frio recorrer por todo mi cuerpo al instante.

<<¡Dios mío!>>.

El más puro terror me invadió porque sabía lo que vería, sabia de quien era la voz, lo presiento antes de darme la vuelta.

Horror. Puro.

Como nunca antes he sentido.

Mi mamá y Frank estaban a unos pasos de mí. Mi mamá estaba tan blanca como una hoja de papel, el miedo salía a borbotones de ella. Lo más probable, que con la misma intensidad que mi propio temor. Moví mis ojos para verlo. Esperando ver la ira a la que estoy acostumbrada, llena de dolorosas promesas.

Y lo que veo no es la furia demoniaca en sus ojos. Su mirada no está concentrada en mí, sino en alguien más. Detrás de mí.

Aleks.

Hay reconocimiento en su mirada. Volteó a ver a Aleks, pero tiene su cara de póker, el me mira y levanta un poco sus cejas, preguntando, algo encontró porque su mandíbula soltó un espasmo. Entre el miedo y el shock, no puedo procesar lo que está pasando. Es mi mamá la que, con palabras entrecortadas, rompe el silencio.

—Nos… —se aclaró la garganta—, nos llamó la, la directora, algo sobre… sobre un baile, estábamos por entrar.

Mi boca se quedó abierta sin saber que contestar. El bendito baile. Los ojos de Frank se trasladaron a mí, y ahí estaba, la ira que he conocido a la perfección toda mi vida. Una mano, la mano de Aleks se posó en mi hombro, y la ira de Frank pareció multiplicarse.

El brazo de Frank apretó el de mi madre, ella no hizo ninguna mueca al respecto. —Lorelei —dijo, pero no quito la mirada de nosotros—, pide un auto y espérame en casa. Vamos.

Mi mamá sé me quedo viendo mientras caminaba, o era, mejor dicho, arrastrada por Frank.

—Respira Lenna. —No me había dado cuenta que estaba conteniendo la respiración, hasta que el tono ronco y dominante de Aleks me ordenó respirar. Y lo hice.

—Listo, ya entregué el permiso, no sé porque se molestan en darnos la charla si saben… que… ¿qué ha pasado? —Tatiana por fin salió, se quedó callada, su rostro viendo entre Aleks y yo.

—Vamos. —Aleks me tomó de la mano y me sacó de la escuela, dejando a una Tatiana sin respuestas.

Vi salir del estacionamiento un taxi y detrás el auto de Frank. Aleks apretó con suavidad mi mano y nos subió al Jeep.

—No puedo —susurré, mi piel aún estaba erizada y notaba un ligero temblor en mi cuerpo. Sin embargo, no podía marcharme—. No puedo irme Aleks, debo ir a casa.

—Joder si iras, no te dejaré. —Aleks lo sabía, pensé, se dio cuenta y armó el rompecabezas, una vez que le conté mis secretos en la sala de su casa, y con la situación de hace un momento, ya no le quedó ninguna duda—. No permitiré que nadie te lastime Lenna.

—No te he pedido permiso Aleks —mi voz sonó más valiente de lo que en verdad me sentía—. Tengo que ir, y enfrentar esto. No dejaré a mi mamá sola, con ese monstruo.

—Puedo encargarme de eso, déjame…

—No —lo interrumpí—. Yo me encargaré de esto, además, estaré bien. —En el fondo sabía que no sería así, pero no dejaría a mi mamá, porque ella terminaría recibiendo, lo que era para mí.

Si tan solo el tío Luca estuviera aquí, el quizá… ¡Eso es!

—¡Él no nos hará nada! —sonreí con nerviosismo, un poco de luz en esta oscuridad tan horrible—. La tía Eleanor está aquí, no se atreverá a tocarme, ni a mí ni a mi madre.

Con esa esperanza, salí del jeep, y escuché el abrirse y cerrarse de otra.

—Lenna, espera.

Me detuve en la puerta del conductor de mi escarabajo. —Déjame ir contigo, déjame protegerte, yo… yo no puedo...



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En el texto hay: drama, primer amor, youngadult

Editado: 01.04.2024

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