Fatum

CAPÍTULO DIECIOCHO (Parte dos) - El corazón se repara con actos de amor

Me encogí de hombros, tímida por hablarle de un chico. —Él es, es intenso, y posesivo, y se ve muy rudo, tiene un aire peligroso a su alrededor, y parece increíble, pero, es muy tierno conmigo, tiene estos detalles pequeños que me vuelven loca —una sonrisa se me formó al pensar en él, aun en un día como hoy—, siempre estamos sonriendo, o el resoplando, como si quisiera tragarse las risas, pero no pudiera a mi lado, tenemos muchos silencios, pero son muy reconfortante, sé que suena tonto, pero es como si, si en el silencio…

—Pudieran comunicarse —dijo la tía Eleanor.

—Exacto, además, le gusta juguetear con mi cabello, y me encanta cuando toma mi mano, fuerte y suave, me siento tan salvo con él tía, y prepara las mejores salchichas que te puedas imaginar —sonreí al recordar su rostro orgulloso cuando me presento la salchicha cubierta de queso y doritos—, los más suaves y deliciosos huevos con tocino que he comido en mi vida, y el incluso compró una máquina de cappuccino solo para cuando yo vaya y, y…

Me interrumpí cuando encontré la mirada melancólica en el rostro de mi tía. Ella sonrió por mi encuentro. —Mírate, y no querías hablar —sonrió—. Estas, tan enamorada cariño.

Lo admití, con el calor de mi rostro. —Al principio me daba miedo, porque —debatí un momento en si contarle esto, pero, rodeé mis ojos cuando pensé en todo lo que ya le había contado—, los sentimientos que tenemos, son muy, muy intensos, pero en extremo, y ha sido así desde el día uno, me daba miedo sentirlo y dejarlo ir cuando, me fuera. —La miré a los ojos—. No había podido ver lo bueno que tenía, hasta que llegó el, es tonto, lo sé, pero, nunca me sentí más segura que cuando estoy con el tía.

—No, Lenna, cariño, no es tonto.

—Es solo que, ustedes siempre han estado de mi lado, y yo no lo había visto, siempre me había sentido tan sola y de pronto llega el, con sus ojos azules y, no me he vuelto a sentir sola nunca más —sonreí con torpeza—. Es solo un año mayor que yo, pero a veces, parece como si fuera mucho más viejo, e invencible.

—Ah, así de intenso ¿eh?

Lo confirmé con un movimiento de mi cabeza. —Sé que somos jóvenes, y yo, bueno no tengo experiencia, pero… no sé cómo explicarlo sin que suene tonto.

—¿Se siente un para siempre? —preguntó.

—Si… —contesté, algo sorprendida de que me entendiera tan bien—, no estoy diciendo que me vaya a casar mañana o algo, por Dios no, quiero hacer muchas cosas antes de siquiera pensar en eso, pero, —la mire—, sí, así se siente.

—La mayoría de las personas menosprecian el amor joven, porque lo relacionamos con la inexperiencia, pero a lo largo de la historia humana, hay incontables relatos y leyendas de amor juvenil, que fueron incluso capaz de casi derrocar monarquías, por ese tipo de amor se cambiaron las reglas y se ganaron guerras. El enamoramiento no dura mucho cariño, pero el amor, el verdadero amor, si tienes suerte, puedes verlo desde el primer momento, y no se desvanece, solo crece y crece.

Una sonrisa enorme y con un fondo triste, de algún modo iluminó su rostro, y continuó: —Yo conocí a mi Luca cuando tenía veinte años. Fue así, como un flechazo como dicen ustedes los jóvenes —rio con dulzura—, estaba en planes de aceptar a un hombre muy especial, pero vi a Luca y yo lo quería desde el primer momento, así que solo pude resistir una semana. Supe su apellido el día que nos casamos y el ministro lo pronunció —soltó una enorme carcajada y me encontraba sonriendo por ello—, eso fue en la segunda semana de conocerlo.

—Tía ¡por Dios!

Ella descartó mi comentario abanicándose con su mano. —Nunca fui más feliz hasta que nos encontramos.

Yo había sentido eso, muchas veces, con Aleksander.

Después de platicar un rato más, de temas más ligeros, un bostezo mío interrumpió nuestra larga conversación.

—Vamos cariño, ha sido un día muy… pesado e intenso, vamos a tu habitación para que veas tu sorpresa y puedas descansar. Después de todo, tienes un día importante mañana, yo me encargaré de todo —sonrió.

—Pero ¿cómo lo…? —Espera—. ¿Mi habitación?

Mi tía soltó su característica risita emocionada. —Vamos, vamos.

Y vaya que habitación era. Los tonos pasteles en crema y algunos rosados decoraban el lugar, ¡tenía un balcón! También había una gran ventana con un hermoso sillón y mantas y… esa… ¿esa era mi colección de Harry Potter?

Volteé a ver a mi tía, mientras señalaba con un dedo la que parecía ser mi colección. Ella sonrió, asintiendo. —Hice mover todas tus cosas desde la casa de San José, no estaré allá por mucho tiempo, así que no tenía caso que tus cosas se quedaran.

Un tiempo después que empecé a quedarme con los tíos, dejé de llevarme a casa las cosas que ellos me compraban, y de las que podía prescindir, las dejaba a salvo en la habitación que me habían acondicionado en su casa.

Volví a concentrarme en la recámara, y observé un hermoso tocador estilo princesa, un gran espejo estaba en una pared, y una preciosa cama estaba en el centro de la habitación y, eso era, ¿un vestido?

Di unos pasos, acercándome a la cama, y en efecto, un hermoso y elegante vestido blanco estaba sobre la cama. Era un vestido de gasa, sin mangas, tenía un bonito corpiño plisado que pasaba por los hombros, con cintura alta y una abertura A, la falda tenía sutiles líneas curvas de oro amarillo y rosado como adornos.



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En el texto hay: drama, primer amor, youngadult

Editado: 01.04.2024

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