Fatum

CAPÍTULO DIECINUEVE (Parte dos) - Ingravidez

Cuando regresamos a la mesa, un mesero se nos acercó ofreciéndonos bebidas y el menú, también nos explicó que el banquete había sido elaborado con sumo cuidado por tres chef expertos, incluso así, no me apetecía alimento, le di una mirada a las bebidas y me sorprendí. —¿Están dando alcohol?

El mesero sonrió a mi abrupta pregunta. —Un trago si eres menor, dos si eres legal, y solo lo que se indica, se pretende una estadía de relajación, pero está prohibido emborracharse, sin excepción.

Bueno, cada quien lo suyo.

Aleks y yo solo pedimos botellas de agua, pero cuando el mesero regresó, también trajo aperitivos. —Si necesitan algo más, —dijo el mesero— pulsen este botón —señaló uno que no había visto en la mesa— y vendré de inmediato. Disfruten su noche.

Di una mirada ligera alrededor, y vi que, encima de algunas mesas, había algunas mujeres o parejas bailando con sensualidad, y no había notado, pero también habían una especies de enormes jaulas, y algunas parejas e incluso… hmm… tres o cuatro personas estaban dentro, en lo que parecía, bailando, pero la versión adulto.

Cuando noté esto, también observé, que la mayoría de parejas estaban dos limites más arriba de los besos.

No reconocía a nadie, excepto a Kirill, quien… tenía a una chica apasionadamente entre sus brazos.

Supongo que el anonimato tras una máscara tiene sus efectos.

Estaba ansiosa por contarle algunas de las noticias de las que me enteré ayer, y que no le dije por teléfono, pero la sensación del lugar, no daba para hablar de temas importantes.

El baile llegaba a su fin, en algún punto, una gran parte de las personas ya se habían marchado, y las que todavía no se habían ido, o estaban alcoholizadas, o estaban por realizar algunas escenas de clasificación para adultos, una mirada y vi a Kirill que, <<oh Dios>>, tenía a la chica sentada en sus piernas, con la parte superior… descubierta.

Sentí mis mejillas rojas, así que preferí retirarme, una mirada a Aleks, y él lo entendió. Besó mi mano, y nos dirigimos al estacionamiento. —¿En qué has venido?

Sonreí. —En uno de los autos de mi tía.

—Astuta —sonrió con orgullo, y sacó su teléfono en lo que supongo envió un mensaje—. Ivan se encargará de mi Jeep, vamos en el que has venido.

—¿A casa? —Me detuve después de no escuchar su respuesta. Cuando giré hacia él, estaba mirándome con demasiada intensidad, movió su cabeza confirmando, y continuamos caminando hacia el auto.

—Joder Lenna, ¿quién es tu tía? —Aleks preguntó sorprendido, mirando el auto con apreciación.

—¿Por qué? —pregunté, mientras colocaba la colombina en su caja, y la metía en el asiento de atrás.

—Porque este es un BMW Serie 7 y no es para cualquiera —contestó.

Me encogí de hombros, ignorante de lo que eso significaba.

 Los chicos y los autos.

 

0wwwww0wwwwwwwwwwwwww0wwwwwwwwwwww0wwwwwwwwwwwww0

 

Cuando llegamos a su casa, dejó el auto en la entrada. Mientras caminábamos hacia la puerta, tomados de las manos, me sentía rara, sentía que con cada paso que daba, retumbaba la anticipación y la ansiedad dentro de mí.

Faltaban cinco minutos para las doce.

Y hoy lo haría, me dejaría consumir.

—¿Nena? ¿Quieres tomar algo? —Estaba concentrada en mis sentimientos, que no noté cuando llegamos a su sala.

Me acerqué a él y envolví mis brazos a su alrededor, su espalda en mi pecho, su olor invadiéndome y le respondí no con un susurro.

Quería estar alerta, no perderme de nada y sentir todo.

Nos quedamos así, hasta que la alarma que había programado en mi teléfono alertándome de la hora, vibró tres veces. Estaba pensando en cómo decirle lo que quería, cuando, Aleks, como siempre me sorprendió.

—Feliz cumpleaños Lenna Andrews.

Lo solté, aturdida por la sorpresa.  —Pero, ¿cómo…?

Él se giró hacia mí, su sexy sonrisa de lado y sus divertidos ojos me miraron. Metió la mano en el bolsillo de su pantalón, y sacó una hermosa cadena de oro, caminó detrás de mí, con suavidad y delicadeza, hizo mi cabello a un lado y me puso la cadena. Una vez abrochada, sentí un beso debajo de mi nuca.

—Eres mi todo moya Luna, ¿cómo no sabría algo tan importante como tu cumpleaños?

Mi garganta estaba seca y mis ojos muy cerca de estar húmedos. Nadie más que mis tíos me habían felicitado por mi cumpleaños.

Nadie.

Hasta Aleks.

Tomó mi mano y nos llevó a un espejo. —¿Te gusta?

Dirigí mi mirada a mi cuello para observar mi regalo. Era un collar, de cadena delgada, de oro amarillo, con un colgante que parecía una rama con cuatro hojas, eran hojas de olivo, con un pequeño diamante de imitación redondo, era un collar precioso y discreto. —Me encanta, muchas gracias Aleks.

—Cuando todo esta oscuro, tú eres la luna que me ilumina Lenna. Mi Lenna, mi luna. —Me dio un beso en mi hombro descubierto, mientras ambos nos veíamos en el espejo—. No importa a donde vayas, promete que nunca te la quitaras.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.