Fatum

CAPÍTULO VEINTE (Parte Uno) - Delirium

Quería moverme, pero algo cálido y pesado me lo impedía. Abrí un ojo, y me topé con un muy desnudo y firme pecho. Inhalé, almizcle mentolado. El brazo de Aleks me rodeaba acurrucándome en su pecho.

Los recuerdos de la noche anterior llegaron a mi mente.

Sentí mis mejillas sonrosadas y usé toda mi voluntad para que la risilla de chica no se me saliera.

Intenté moverme con suavidad para salir de su agarre, y justo cuando casi estaba afuera de él, su brazo volvió a apretarse llevándome de nuevo. Exhalé un suspiro porque quería hacer pis.

Intenté de nuevo, con lentitud, suspiro a suspiro, poco a poco, pero el brazo volvió a apretarme. Esta vez gruñí y escuché una risilla. Levanté mi rostro y los labios de Aleks estaban apretados, intentando no reír.

—¡Aleks! —le di un golpe juguetón en el pecho—. ¡Déjame ir! —reí y el conmigo, pero no me soltaba—. Oh dios. ¡Tengo que hacer pis!

Aleks abrió sus ojos, soltó una carcajada y terminó soltándome, yo trastabillaba, enrollada en la sabana para ocultar mi desnudez, —lo único que tenía puesto eran los aretes, mi nuevo collar y mi pulsera— mientras salía de la cama con urgencia.

—¡Oh, cállate! —exclamé divertida. Su risa me acompañó todo el trayecto.

Unos minutos después, tocaron la puerta del baño. Abrí un minúsculo espacio, que me permitió ver a través de él.

—Hmm, ¿qué? —pregunté.

—¿Ropa? —Oh, cierto. Maniobré para sostener con un brazo la sabana a mi alrededor, apretando el brazo sobre mi pecho, y con la otra, abrí solo un poco más la puerta, lo suficiente para que pasara la ropa.

Aleks resoplaba divertido—. Nena, anoche vi tu sensual cuerpo desnudo por completo, —su rostro se inclinó para estar cerca de mí—, varias veces.

Oh por Dios.

—¡Aleks! —exclamé.

Bárbaro.

Si fueron varias veces, pero lo que sea.

Sus ojos se oscurecieron, la diversión se había ido. Un conjunto se sensaciones pasaron por mi cuerpo, electrocutando mi sistema nervioso.

—Te has llevado mis primeras veces Aleks —susurré—. Mi primer beso, mis primeras sonrisas con un chico, mi primer novio, mi primer amor, mi… mi primera vez.

—Mis mejores primeras veces, han sido todas contigo, mi Luna. —Estaba por abrir por completo la puerta, para lanzarme a sus brazos, pero justo en ese momento, mi estomago rugió con furia.

Sus ojos bajaron a mi vientre, mientras mis mejillas se teñían de rojo, una carcajada resonó en él, y en pro de autoconservación, lo empujé hacia atrás, con la mano que sostenía la ropa y cerré la puerta en su cara. Su fuerte carcajada resonó.

Mis ojos vieron mi reflejo en el espejo. Estaba espantosa, mis rizos estaban llenos de friz, dando la apariencia de un nido de pájaro, mi maquillaje estaba todo corrido, y algunas partes de mi cuerpo se sentían adoloridas.

Y aun así, mis mejillas estaban sonrosadas, dándole un lindo aspecto a mi piel, mis ojos brillaban, nunca los había visto así, por lo general estaban oscuros.

Ahora se veían… vivos.

En otra vida, a esta hora, estaría muy lejos, luchando por vivir mi vida, llevando a cabo un plan que había sido mi salvaguardas por tantos años. Como un milagro y gracias a personas que me han amado, ya no lo necesito para sobrevivir.

Un breve flashazo de la niña Lenna apareció en el espejo, sus ojos estaban un poco llorosos. —Seremos felices —le susurré a mi doble en el espejo, y sonreí olvidando el pasado y dando la bienvenida a la nueva Lenna, mientras me refrescaba y me vestía.

Cuando salí, Aleks estaba de espaldas a mí, y tenía puesto un pantalón de chándal. Y nada más. Su hermoso torso estaba desnudo. No se mucho de hombres, pero no parece la complexión de un chico de 18 años.  Tenía músculos muy marcados, sus hombros eran anchos, muy masculinos. Una sensación empezó en mi garganta y empezó a bajar por mi cuerpo. Una necesidad persistente de tocarlo me invadió. Como una poseída, hipnotizada hacia Aleks, di un paso hacia él, otro, un gemido se escapó de mí. Aleks volteó a verme, y como siempre, nuestros ojos se conectaron. Los suyos, azul hielo, brillaban con ferocidad, llenos de lujuria, de ansiedad. La necesidad aumentó. Volví a gemir.

Aleks dio dos pasos y estuvo cerca de mí. Su olor mentolado estaba invadiendo mis fosas nasales, me abracé más fuerte y agaché la cabeza.

—¿Qué ocurre moya Luna? —su voz estaba demasiado ronca, quizás por ser tan temprano. Se inclino para susurrarme en mi cara—. ¿Te gusta lo que ves?

—Yo, yo…

—Ahora no podemos preciosa, no te pongas ansiosa, deja que tu cuerpo se recupere y…

—¡Aleks! —chillé. Terminé viendo su pecho y era aún mejor que la versión trasera. Tenía un paquete de seis, y una v que se dirigía a… bueno. Ahí. Pero, a diferencia de su espalda, su pecho y abdomen, estaban llenos de cicatrices. Eso me hizo acercarme de nuevo, mis manos se dirigieron a sus marcas—. ¿Te duele?

Su mano elevó con gentileza mi barbilla, y sus labios quedaron a centímetros de mí. Me regaló una pequeña sonrisa—. No, mi Luna, no duele. —Tomó mi mano y me guío a la salida de su habitación—. Ven mi pequeña seductora, vamos a desayunar. ¿Quieres algo en especial?




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