Fatum Velaris: Even in Arcadia

Capítulo 11 - Vínculos Inquebrantables

00:04 horas.

En el módulo de criostasis, Naomi y Milos trabajaban hombro a hombro. La científica de sistemas revisaba la última serie de calibraciones mientras Milos ajustaba conexiones físicas en las cápsulas del grupo B.

—Listo el contacto de carga en la unidad siete —informó Milos.

—Perfecto —murmuró Naomi sin apartar la vista del monitor—. El desfase estaba por debajo del 1%, pero no me arriesgaría. Ya viste lo que ocurrió con Éxodo 2. Si incluso uno de nosotros falla...

—Lo sé —respondió Milos, bajando la voz—. Pero Naomi... no puedes cargar todo el peso sola.

Ella lo miró un segundo. Luego volvió al monitor.

—No lo cargo sola. Pero no voy a dormir si dejo algo mal.

—Entonces despiértame tú primero —bromeó él.

Ella sonrió por primera vez en horas.

—Trato hecho.

00:13 horas.

Diana caminaba sola por el pasillo lateral, alejándose del módulo. Al pasar cerca de una escotilla, vio a Elif acurrucada en el suelo, comiendo algo envuelto en papel metálico.

—¿Ya espiaste suficientes romances por hoy? —preguntó Diana, alzando una ceja.

—¡Estoy en mi break de espionaje emocional! —exclamó Elif con una sonrisa—. ¿Y tú? ¿Tú y el capitán salieron bien del laboratorio… o Anika va a cortarte los datos de red?

Diana rió con suavidad, sin responder.

—Sabes que lo nota, ¿verdad? —añadió Elif—. Todos lo notamos.

—No hay nada que notar.

—¡Claro! ¡Y yo solo como estos snacks por la fibra!

Diana le dio una mirada seca, pero no pudo evitar sonreír. Elif se encogió de hombros, sacó otro paquete y lo agitó.

—¿Quieres uno?

—No, gracias.

—Tu pérdida. Estos saben a culpa dulce.

00:14 horas.

Luego de la breve conversación en el pasillo, Anika Vonn no quedó del todo tranquila. Algo en el comportamiento de Klaus, su mirada, sus silencios, le sugería que aún quedaban palabras no dichas. Sabía que si no lo enfrentaba en ese momento, el día seguiría su curso, y las dudas se enquistarían como ecos persistentes.

Se dirigió al módulo de comunicaciones, y al ver la puerta apenas entornada, supo que él estaba allí.

—Aquí estás, capitán —dijo al entrar, cerrando la compuerta tras ella con el seguro manual.

Klaus se giró lentamente desde el panel de registros. No parecía sorprendido.

—¿Todo bien? —preguntó con calma.

Anika lo miró sin evasivas.

—No del todo —admitió—. Lo de hace un rato... sigo sintiendo que entre tú y Diana hay algo más. No lo digo por celos, Klaus. Es solo que a veces parece que ella... que tú...

Klaus negó con suavidad, dando un paso hacia ella.

—No quise que se malinterpretara. Diana y yo compartimos una misión en el espacio cercano a la Tierra, años antes del programa Éxodo. Hubo pérdidas, y sobrevivir juntos nos unió de una forma que no todos entienden. Pero no hay nada más. Ella es como una hermana para mí. La familia que el espacio dejó viva.

Anika lo escuchó en silencio. Sus ojos se suavizaron.

—Perdona. No quería dudar, es solo que...

—Yo también lo lamenté —la interrumpió Klaus, bajando ligeramente la mirada—. Lo que quise decir antes es que hay otra persona que ocupa mis pensamientos. Y no quiero que se malentienda eso tampoco.

Anika lo observó unos segundos que parecieron eternos. Luego, acercándose con decisión, susurró:

—Entonces no la dejes ir, capitán. Si de verdad lo sientes, no te escondas tras el protocolo.

Klaus alzó la vista, y por un instante el tiempo pareció detenerse. Se acercó a ella con una calma contenida. El roce de sus dedos fue el único paso entre ellos antes de que sus labios se encontraran en un beso suave, respetuoso, pero lleno de carga emocional, como si ambos supieran que no necesitaban más explicaciones.

El beso fue seguido por un silencio compartido, y una conexión que no necesitaba palabras. Lo que ocurrió a continuación no fue precipitado, sino más bien el resultado de una espera silenciosa y cargada. Dentro de ese módulo, entre registros silenciados y luces en suspensión, se entrelazaron con una intensidad discreta, sobria, pero irrefutable. No hubo promesas, solo el lenguaje sencillo de dos cuerpos que se habían encontrado.

00:41 horas.

Unos veinticinco minutos después, Klaus se incorporó en silencio, ajustando el cierre de su chaqueta. Anika aún permanecía cerca, sin necesidad de hablar. Ambos se vestían con calma, compartiendo una mirada que bastaba para entenderlo todo.

Él abrió la compuerta y salió con paso tranquilo. Anika lo siguió tras unos segundos, con el cabello recogido a medias, el rostro sereno.

00:42 horas.

Noa Varela caminaba por el pasillo lateral con una tableta bajo el brazo, revisando el último reporte energético antes de la criostasis. Al alzar la vista, vio salir primero al capitán y luego, apenas un parpadeo después, a la subcapitana.

No dijo nada. Solo inclinó la cabeza con una media sonrisa y siguió caminando, como si la escena no la sorprendiera del todo.

Noa Varela llegó al puente antes de lo previsto. La sala estaba vacía, pero viva. Luz tenue azulada, monitores emitiendo sus latidos eléctricos, y un silencio cargado de inminencia. Noa se apoyó en el borde de una de las consolas centrales. A esa hora, incluso los sistemas parecían respirar más lento. Observó el panel de flujos energéticos. Todo estable, como si la nave también se preparara para algo.

A las 00:43, un leve parpadeo en la intercom la sacó de su introspección. Una voz clara, sin urgencia, pero con autoridad:

—Tripulación Odysseus, se convoca a reunión general en el puente a la 01:00. Puntualidad, por favor. —Anika Vonn.

Noa parpadeó. No era común que Anika usara el canal general. Menos aún con ese tono, tan formal. Había algo distinto en la cadencia de sus palabras... como si la decisión hubiese sido tomada hace segundos, pero ejecutada con cálculo.

A las 00:48 empezó a llegar el primero.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.