Fault

Fault

Porque a pesar de saber que de ninguna forma podía estar con esa persona seguí imaginando que nuestras manos se tocaban y sus ojos se entrelazaban con los míos, sin duda, incluso cuando mi parte racional trataba de alejarme de romper todos mis preceptos y paradigmas, mi corazón seguía corriendo hacia lo que se suponía era prohibido, y yo, por alguna extraña razón, sonreía al saber que no era yo, que era alguien más en quien sus ojos se posaban, por que entonces sabía que había ganado; yo siempre gano.

Y por primera vez, sentí una ligera punzada en el pecho, me negaba a sentirlo pero al mismo tiempo quería entender lo qué era, pero me encontraba incapaz de comprenderlo, de si quiera observar con detenimiento; yo, yo quien era llamado un gran observador, quien desvela máscaras ajenas y crea las respuestas más lógicas, pero ahora, caía en picada, caía mientras observaba como los castillos de arena sólida que construí se desmoronaban tal cual lo era yo.

No podía hacer nada ante la inminente insuficiencia que me consumía, que se apegaba a mi cuerpo y se introducía lentamente en mi piel, en mi mente, en el inconsciente más profundo, y me daba cuenta de nuevo, pero esta vez, sí sentía algo, aquello que no quería sentir, deseaba arrancarme el corazón, y por un momento, quise volver a ser una máquina, quería alcanzar mi todo, el todo del que solo quedaban pequeños fragmentos manchados de dolor.

Porque ya no tenía nada, ya no era nadie, perdí todo lo que se suponía era grato, digno de hacerse de alguien que es humano, que es persona, pero al parecer, ahora solo era parte de los callejones más oscuros de la mente, de la vida, y esa situación, esas lágrimas que no salen cuando veo sus pasos alejarse, una sonrisa que me comparte pero que no es mía, lo sé perfectamente, y aun así, mientras disfruto de esa felicidad, no puedo dejar de pensar que su esencia jamás será mía, que la lucha que enfrento cada día me supera, que esas palabras, las que me hacen darme cuenta de mi realidad, están más frescas que nunca, y me arañan a cada momento, incluso ahora, odio mi nombre, me genera un gran disgusto, y en el pequeño espejo del baño, yace una toalla ocultando su reflejo.

Si alguna vez fuera suficiente, me pregunto ¿Qué elegiría? Quizá, solo quizá, una sola vez, a través del tiempo, desee ver la sonrisa de alguien; una que me perteneciera a mi y a nadie más, sin embargo, me sentia en un extasis, como si esos pensamientos fueran una droga prohibida, y por tanto, la culpabilidad me invadía hasta acabar conmigo, porque estaba siendo inmaduro, tonto y banal, por que a pesar de saber que no tenía permitido amar, al mirar hacía atras, le había entregado mi mirada y palabras a alguien a quien jamas podría tener.

El ciclo se repite, quien sea, cuando sea, mi corazón se agita sin reparo, y siento un escalofrío, pero, aún así, entonces, puedo decir que mi hipótesis es cierta; jamás seré amado, porque nací como alguien que tiene que pagar la prohibición de amar.

“Has encontrado una verdad”, esa frase, esas simples palabras, hacen que mi corazón se estremezca y se hunda en la desolación, en una tristeza que cala el interior sin poder parar, aquella que incluso consume las lágrimas y torna difuso al dolor, por que, no quería que fuera mi verdad, no quería aceptarla, pero lamentablemente, lo era, era mi destino, y pecado, y aunque sabía que debía pagar por ello, seguía mirando al cielo preguntando porque a mi.



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En el texto hay: amor no correspondido, dolor amor

Editado: 24.09.2025

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