Fave | La vorágine de Charlotte

Capítulo 8

No puedo dormir, por más que ese tipo, Alejandro Fave, me "ordenó" descansar, no puedo hacerlo. Solo pensar en la misión me pone tan nerviosa que incluso siento revoltijos en mi estómago.

Entrecerré los ojos intentando olvidarme del dolor, palpando mi vientre. No solo me duele el estómago, también siento una punzada en el lugar donde tengo la mordida que me hizo aquel loco. No puedo negar que en verdad estoy en las manos de un desquiciado que podría acabar con mi vida con un solo chasquido de sus dedos. Si pudiera huir de alguna forma….

En eso se escuchó un fuerte ruido que rompió el silencio de todo el lugar, fue como si algo se hubiera caído en el piso y se hubiera roto en pedazos. Me levanté de la cama de un salto, para luego no escuchar nada más. Mientras los latidos de mi corazón se calman, no dejo de pensar si ese ruido fue en realidad algún objeto cayendo o un balazo.

Si tuviera el arma de mi abuelo en mis manos me sentiría más segura, pero no hay forma que pueda ir a mi viejo departamento a recuperar mis cosas.

Esperé en silencio y no hubo más ruido. Mi estómago sigue doliéndome con fuerzas, necesito tomar un calmante. Recuerdo que en la cocina tienen un botiquín sobre el mueble de las ollas. Me asomé con cautela hacia el pasillo y extrañamente no estaba el matón que suele custodiar mi puerta.

Mientras avanzo por la casa me doy cuenta de que no hay nadie por los alrededores, eso es extraño. Pero al otro extremo del pasillo vi una tenue luz asomarse. Avancé con cautela olvidando que la única habitación que puede encontrarse en ese lugar es la de Alejandro Fave. La puerta está abierta y me asomé con cuidado.

En el fondo, con las luces apagadas y cuya silueta solo se distingue por la luz de la Luna, Alejandro bebe en silencio. El vaso de whisky en su mano, la otra mano en el bolsillo, y una mirada melancólica que nunca había visto en su rostro.

No supe si debía acercarme o seguir de largo, quería solo preguntarle por un analgésico debido a que no encontré ni siquiera a Leonel por el lugar. Alejandro no parece notar mi presencia.

Arrugó el ceño y eso fue suficiente para desistir de mi idea, es mejor volver a la habitación y darme un baño de agua caliente que pueda hacerme sentir mejor. Pero al retroceder sentir un fuerte dolor en mi pie y retrocedí tropezando con alguna mesa y cayendo sentada al piso. Caí sobre un líquido frío sintiendo además el fuerte olor a alcohol. Fue cosa de segundos cuando las luces se encendieron y la imagen de ese hombre, con la camisa abierta mostrando su torso desnudo, me hizo enmudecer.

—Quédate quieta que puedes herirte más —indicó con seriedad inclinándose frente a mí y alzándome en sus brazos.

Pestañeé sin entender nada, pero el dolor en mi pie me hizo sobrecoger y abrazarlo sin pensarlo. Al darme cuenta de inmediato lo alejé justo a la vez que me dejó sobre su cama. Salió sin decirme nada y fue al baño para luego volver con un botiquín y unas pinzas.

De reojo miré al piso en donde antes había caído notando que los trozos de una botella de vino rota se esparcían por todo el suelo. Por eso sentí el olor a alcohol en el lugar en donde había caído.

—¿Qué pasó? —le pregunté respecto a la botella rota.

No hubo respuesta y su mirada incluso rehuyó la mía, su atención sigue en la herida de mi pie. Esta no es la usual actitud en él y no pude evitar que eso me haga sentirme aún más incómoda.

—¡Auch! —me quejé al sentir dolor y vi como con las pinzas acaba de retirar un trozo de vidrio.

Luego, sin dirigirme la atención, limpió la herida y aplicó alcohol, en donde tuve que apretar los dientes debido al dolor ¿Por qué no usar un método más delicado conmigo? Aun así seguí buscando su esquiva mirada y no entiendo si acaso eso no fue un accidente y por eso solo calla.

—Todo el mundo tenemos problemas, pero desquitarse con una botella puede ser peligroso, señor Fave, si quiere, yo podría...

—Cállate —me interrumpió sin mirarme—. Como actriz deberías cuidar más tu cuerpo, esta será tu última noche acá.

Sus palabras me sorprendieron, eso no lo sabía ¿Qué pasó? ¿Desistió de su idea de mandarme a esa misión? ¿Acaso planea...? ¡¿Matarme?! Mi instinto de supervivencia me empuja a arrodillarme frente a él y rogar por mi vida, incluso hasta acepto ser su cocinera si con eso me da más tiempo para vivir y claro, planear como huir.

—Yo solo quería ayudar —musité fingiendo estar herida en mis sentimientos, ni siquiera me miró y se levantó dándome la espalda, es seguro que me despedirá y me mandará a mi habitación para que le pida a Dios disculpas por mis pecados antes de morir—. Pero entiendo que fui demasiado atrevida, discúlpeme, señor Fave, deme la oportunidad de demostrarle que soy útil.

Y aunque intento sonreír de forma respetuosa, tiemblo como gelatina recordando el rostro del manager antes de ser condenado a morir.

—¿Quieres demostrar ser útil? —dicho esto se echó a reír antes de volver a tomar su vaso de whisky y tomar un trago—. Bien, demuéstrame lo útil que eres.

Dicho esto me pasó el vaso y se quedó mirándome con visible seriedad, sus ojos penetrantes y claros lucen intimidantes, y ante su mirada me sentí más pequeña de lo usual.

—Bébetelo —me dijo como si diera una orden.

Titubeé sin entender sus intenciones, luego contemplé el líquido de color dorado. Volví a alzar mi mirada con inseguridad antes de volver hacia el vaso y tragar saliva.

—¿Qué pasa? ¿No que ibas a demostrarme lo útil que eres? —su tono no fue burlesco, y eso es aún peor, suena tan serio como la de un matón buscando torturar psicológicamente a su víctima.

—Soy... débil con el alcohol... —respondí finalmente bajando la cabeza.

—No te pregunté las razones por que no bebes el whisky, solo te estoy ordenando que lo hagas —su voz sonó mucho más severo que lo usual y su presión es como sentir como miles de agujas se clavan por toda mi espalda.




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