Fayrah

Capítulo uno

—Hemos oído que su hija— dijo uno de los hombres— tiene la maldición Fayrah. Esta maldición es asquerosa, es lamentable que su hija la tenga ¿No cree? Debe saber que al duque le gustan los esclavos, sería un regalo especial para él sin importar la maldición. No se preocupe, le estaríamos haciendo un favor.

—El duque ya tiene muchos esclavos bien favorecidos, no es necesario que tenga una maldita ¿No lo cree? —Dijo Arwen, el padre de Jazmín.

Paseaban a lo largo de los cultivos, habían cenado con abundante carne y vinos añejos mientras el calor de la estación abría paso para el invierno. Los esclavos se encontraban en el suelo al lado de sus amos, entre hombres y mujeres. Arwen estaba ligeramente sorprendido por los esclavos: Impecables, perfectamente obedientes y entrenados para estar siempre atentos. Digno del duque.

El salón de eventos estaba rodeado de una docena de esclavos apenas vestidos, sin embargo lo más destacable era el oro que brillaba en las muñecas y cuellos. Un signo de la riqueza de su amo. Sin embargo era solo ornamental, lo destacable era lo perfectamente arrodillados demostrando su sumisión.

Iban a ser un regalo del duque para el rey de Georgia; uno muy generoso. El oro y las joyas eran apenas una pequeña fortuna, el verdadero valor era sin duda, algunos de los mejores esclavos de Georgia. En secreto Arwen ya había destinado algunas esclavas para su uso personal. 

Al llegar al otro extremo del salón notó al duque con una extraña sonrisa, su columna vertebral se ensanchó, esa sonrisa no podría ser nada bueno. El sonido de los pasos de los guardias abriéndose paso resonó por todo el salón, haciendo que todos lo notaran.

Los guardias custodiaban a una mujer, su rostro estaba tapado con tela de color azul oscuro, sus manos estaban amarradas detrás y llevaba una mordaza. Su rostro oculto debajo de las capas se le hacía familiar. Elevó la cabeza y sus ojos mostraban furia por encima de la mordaza, y si se le miraba de cerca sus ojos eran del color de las amatistas. 

El pulso de Arwen se aceleró, reaccionando casi con pánico  «¿Jazmín?»  No podía ser. ¿En qué momento ?. Mientras se decidía por dar un paso, miró a uno de los hombres con el que estaba conversando y notó que retrocedía nervioso. Al parecer ya se había corrido la voz de la maldición. 

—¿Todos los nuevos esclavos son atados? Preguntó una voz entre los invitados.

—No, solo ella ... Ella es ...— Contestó uno de los guardias y al ver que Arwen le observaba vaciló.

-¿Si?

—Ella es algo especial - concluyó  el guardia dando una mirada inquieta a Arwen - No ha sido entrenada.

—He oído que el rey disfruta de los desafíos - dijo una mujer.

—No es para el rey, es para el duque y seguro que la va a disfrutar.

Arwen trató de contener su reacción cuando volvió la mirada hacia Jazmín. Era altamente cuestionable por qué el duque querría a una maldita, cuya maldición podría llevarle a la ruina.

—¿Tiene un nombre? —Volvió a hablar la misma mujer.

—El duque se tomó la libertad de nombrarla " Fayrah". —Sus ojos centellearon.

—Un nombre muy particular ¿No lo cree? Sir Arwen —masculló el duque mientras se acercaba seguido de sus esclavos. 

Arwen cambió la mirada de un lugar a otro preguntándose si debería decir algo de su parte. 

—Esa es una interesante opción de nombre —Dijo calmadamente. Sin embargo estaba aterrorizado.

—Es bueno que lo crea así— Confirmó el duque con una ligera sonrisa.

—Es bueno que lo crea así— Confirmó el duque con una ligera sonrisa

Mataron a su sirvienta con un corte rápido en su garganta. Era una esclava de la familia, sin entrenamiento en combate o defensa y si hubiera pedido ella misma habría arrodillado y haría lo que desearan. Sin embargo no le dieron oportunidad de decidir o de resistirse, fue un corte limpio y se desplomó con el mínimo ruido, su cuerpo estaba tendido en el frío mármol y debajo de ella su sangre comenzó a deslizarse sobre las baldosas. Ella había llegado hace dos años a la casa, sin embargo se hicieron buenas amigas en ese tiempo. 

—¡Agarrenla! —Gritó un soldado de entre los que entraron rápidamente al lugar. Jazmín quizá se haya dejado atrapar sin rechistar por el desconcierto, pero fue en ese momento que pusieron sus manos en Marla y la mataron. Tal vez si ella hubiera hecho algo, eso no hubiera ocurrido. ¿Cómo pasó de llegar de vender hierbas medicinales a la muerte de Marla?  

Mientras los soldados y los guardias de su padre peleaban, Jazmín se posesionó de la espada decorativa colgada en una de las paredes. Sabía que su función inicial no había sido la decoración. 

—¿¡Quién los envió?! - Gritó Jazmín.

Uno de los soldados respondió: 

—El duque.

-¿Qué? ¿Por qué el duque asesinaría a una esclava de nuestra familia?

  —No, el duque nos envió por ti. Ella solo se metió en nuestro camino.

Aunque combatir no estaba entre las habilidades de Jazmín, ella pensó que no debería ser difícil lograrlo pero aquellos hombres que fueron enviados por el duque conocían muy bien lo que estaban haciendo, así que estaba en desventaja. No sabía cuántos soldados se encontraban ahora mismo, incluidos los de afuera. Los guardias de su padre eran pocos en el momento en que despidió a la mayoría.  

Con una espada en su garganta y los brazos detrás de su espalda Jazmín pensaba que iba a ser asesinada.

No sabía si su padre y su hermano aún seguirían con vida. 



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En el texto hay: romance, drama, aventura

Editado: 22.08.2021

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