DEDICACIÓN: ROUS ELLEN, SANDRA VERONICA, ISABEL SILVA. GRACIAS POR TODO Y POR TANTO. ESPERO QUE DISFRUTEN EL CAPÍTULO.
Se centró en el trabajo el resto del día, sin tener la intención de volver a contactarse con ella o su amigo. La verdad era que su cabeza estaba a punto de explotar y lo que menos quería hacer era pensar en lo que tenía que contarle a Gemma en cuanto llegara.
Quedarse callado no parecía ser la mejor solución, pero en ese momento se trataba de lo único que lograría, porque ni siquiera las palabras se encontraban conectándose de forma correcta en su cabeza.
En la noche no se atrevió a contestar. Cerró la pantalla sin enviar al menos un mensaje de buenas noches, confiando en que pronto la tendría en la ciudad, con una soga al cuello, solo que debido a lo hecho, no pudo saber la decisión que su compañera había tomado.
Decidió quedarse en México, aún escuchando la resolución del amigo de Alvaro, importándole poco su advertencia, porque tampoco se atrevía a decírselo por su cuenta.
No iba a dejar ese lugar en la ruina otra vez. No lo necesitaban, así que solo debía continuar, aún cuando sus planes terminaran contra el suelo.
—Entonces vas a quedarte. —El asentimiento firme lo hizo suspirar —. ¿Se lo comentaste a Alvaro? —Negó, sin querer dar detalles —. En cuatro horas estoy allá, pero no tengo la culpa de su enojo. —Habló. Gemma asintió, restándole importante, siguiendo al empleado cuando llegaron al lobby y la pelirroja se guió a otra parte —. Oye, por cierto, feliz cumpleaños, fea. —Sonrió, mirándolo con ese gesto cálido en su mirada.
Tomó asiento en una de las mesas del lugar, viendo el auto alejarse, escribiendo un mensaje al hombre que iba en ella, dejándole saber que alquilaría un auto a nombre de la prensa al menos por los días que podía durar allá, sin recibir alguna respuesta negativa.
Alvaro resopló, furioso, cerrando una vez más. No contestaba el celular y apenas se había enterado de la decisión que ella tomó, sin consultarlo con él, pero ¡mierda! ¿Cómo quería hacerlo si ni siquiera le habló? Apretó la mandíbula, cerrando nuevamente con Odette frente a él, escudriñándolo.
—No responde. —Murmuró, exhalando.
—Y supongo que por algo es. —Asintió, llevando su cabello hacia atrás.
—Anoche no le respondí la llamada. —Un resoplido lo hizo bajar la cabeza —. Lo siento.
—No es a mí a quien debe pedir disculpas, señor Dunne. —Musitó, al tiempo que se sentaba en la entrada del lugar, con los brazos sobre las piernas.
No hubo más palabras, solo fijaron la vista al frente, donde llegaba Angela junto a su padre, sonrientes.
—¡Hola! He traído presentes para la cumpleañera, ¿a qué hora llega? —Odette y Alvaro se observaron mutuamente, con la sonrisa sonrisa de ambos recién llegados esfumándose —. ¿No llegará, cierto? —Ambos negaron —. Dios, ¿y ahora qué? —Susurró.
—¿Me prestas tu móvil? —Demandó, poniéndose de pie. Ella asintió, rebuscando en su bolso para entregarlo en sus manos, donde marcó el número hasta que con el cuarto tono, escuchaba su voz.
—¡Angela! Pensé que no me llamarías, ¿sabes? Tengo mucho que contarte, pero ahora no puedo. —Estaba animada. Demasiado a decir verdad, cosa que lo hizo exhalar con calma.
Nada malo estaba pasando. Ella se encontraba bien.
—Gemma…
—¿Qué sucede, Alvaro?
—Disculpa. En verdad yo… He sido un reverendo idiota. —Admitió —. Pasó algo con Paloma y todo recayó en ti, pero quiero hablar de eso cuando llegues, ¿está bien? —Un sonido afirmativo lo hizo continuar —. ¿Nada raro por allá? ¿Tú estás bien?
—Sí, estoy bien. Solo mucho trabajo. Demasiado, a decir verdad.
—¿Tienes el mismo transporte o quieres que te lo cambie? —Demandó.
—No, no. Voy a alquilar un auto y lo usaré. —Respondió.
—¿Con el presupuesto de la empresa?
—Sí.
—De acuerdo. Te llamo en cinco minutos por video llamada, espero que contestes, ¿sí? Por favor. —Casi la pudo ver asintiendo.
—Bien. —Y colgó sin más.
Al tiempo pautado, el timbre de video llamada le sonó, contestando en el momento, quedando sin habla al ver la pantalla.
Estaban todos reunidos con conos de cumpleaños; el lugar, o más bien, la marquesina, estaba llena de globos. Los ojos se le llenaron de lágrima y todos comenzaron a cantar "Las mañanitas", aunque fuese de noche.
Aquello se le hacía muy lejano, pensó todo, menos que aquello pasaría. Por la mañana se sintió muy desolada aún con todo lo que pudo haber trabajado. En ese lugar nadie lo sabía, sin embargo, con su familia apenas hablaba y luego de su decisión, creyó que aún su madre seguía enojada, aunque ahora entendía la razón. Estuvieron planeándolo todo.
—¡Feliz cumpleaños, Gemma! —Gritaron todos juntos.
Partieron el pastel, prometiendo hacerle uno solo para ella en cuanto regresara. Después, cada quien comenzó a mostrar sus regalos en medio de la pantalla. Angela fue la antepenúltima.