Fea

26: UNA MIRADA AL PASADO (EXTRA POR UN MILLÓN DE LECTURAS)

 

Alvaro

 

La casa está repleta de personas, es decir, nuestros amigos. Han pasado varios años desde que Gemma y yo nos unimos en matrimonio frente a casa uno de ellos, sin embargo, el tiempo no parece estar pasando junto a nosotros, pues lo que tenemos aún, nos sigue indicando que cada día comenzamos una nueva etapa de lo que alguna vez nos dio la oportunidad para seguir avanzando. 

Gemma es increíble. Saberla bien en cada instante es el regalo que anhelo recibir todos los días, es algo que logro obtener aún en los momentos duros, donde sé que puedo acompañarla, sin que me reproche por invadir un pequeño espacio de sus instantes llenos de color gris. 

La verdad es que jamás he escrito algo como esto, tampoco sé hacerlo a la perfección, no obstante, recuerdo el testamento en forma de contrato que redacté para ella, convirtiéndose en un recuerdo de lo más preciado para mí. 

El camino entre ambos ha sido arduo, los proyectos, los trabajos, aquello que seguimos siendo para nuestros empleados, la familia que tenemos para con ellos, nos impulsa cada día a levantarnos de la cama, seguir dándole una oportunidad de ver su futuro cumplirse, además de hacer siempre lo mejor para ellos, antes que para nosotros. Tenemos un equipo que depende de lo que hacemos, que lleva pan a las mesas de sus hogares, que aclama por ver el sol saliendo de lunes a lunes, mientras los fines de semanas también tienen libertad para ser felices. 

Miro a la mujer de mi vida pasearse de un lado a otro, atendiendo a nuestros amigos e invitados en el día de nuestro aniversario, posando la vista en mis hijos, quienes ocupan asiento en una mesa solo para ellos. Daniela, William Alexander, Shane y Ela Beth, mantenien la mirada fija en el frente, en lo que `permanezco detrás de las cortinas, arreglando las mangas de la camisa que llevo puesta. 

Una mano se instala en mi espalda, por lo que volteo a los brazos de Anne, quien me sostiene, llenándome de completa paz, a la vez que le transmito el mismo sentimiento, haciendo un sonido de satisfacción mutuo. 

Se ha casado. La oportunidad con Bob, el padre de Angela, se les dio un día fugaz que pasaron en Las Vegas, entre locuras y risas, como si fuesen jóvenes adultos, convirtiendo su amor desde hace tres años, en la mejor experiencia que han podido tener. Claro que, en un matrimonio nunca pueden faltar los momentos duros, las crisis. Es una etapa que va forjándose sobre el fuego, porque como seres humanos somos herramientas dispuestas a ser moldeadas hasta obtener una forma concreta, sin dejar de avanzar, ni perder la esencia que nos hace únicos, solos o acompañados de nuestross parejas. 

Confieso que he aprendido muchísimo al lado de Gemma. Decir que es increíble más arriba, me hace sentir que he dicho poco, cuando al llegar a mi oficina, comencé a crecer con ella. Su fortaleza interna, sus altas y bajas nos unieron a ambos en un mismo experimiento, al igual que ella aprendió conmigo en medio de nuestras dificultades, donde aprendimos la lecciones, fuimos pacientes y dejamos los malos ratos a un lado, para no fracasar cuando la cuerda aún no se ha roto, ni se romperá a menos que algo fuera de lo normal, suceda. 

Con Paloma, Kael, Alfred, hemos visto los testimonios e incluso llegué a ver cómo Mike cayó en la cárcel, por no cambiar el rumbo de su vida, prefiriendo aferrarse a la maldad, aunque aquellos que conocimos antes como rivales, dieron un paso importante al sanar sus corazones, hacer sus vidas en lo más preciado, aparte de buscar lo que les ha hecho feliz hasta ahora. 

—¿Todo bien, cariño?—Me ve Anne, pasando las manos por mi rostro, arreglando mi cabello para echarlo hacia atrás. 

—Sí, mamá—respondo, iluminando sus ojos ante la mención, sonriendo—. Esto es como si fuese el día de mi boda. ¿Crees que Gemma vaya a dejarme?—Anne ríe, negando en mi dirección.

—No, hijo. Estaría completamente loca, si te deja. Y tú, estarías completamente loco, si la dejas a ella—afirma, tomando mi mano—. ¿Sabes? Ven conmigo, quiero darte una mirada al pasado—animó, sin darme tiempo a reaccionar, jalándome con ella por un camino que nos dirige al sótano de la mansión, agradeciendo al menos tener las cosas organizadas allí. 

Es gracias a Gemma y a los niños. Nos han hecho partícipes del orden, debido a que ella procura pasar un momento en el sitio cada noche, siendo acompañada en ocasiones por uno de nuestros pequeños, aunque las veces que hemos estado juntos, preferimos dejarlos durmiendo en sus respectivas habitaciones, hasta pasar tiempo valioso para nosotros, a veces sin necesidad de una intimidad que llene nuestros deseos de cuerpo a cuerpo. 

Me quedo de pie, observando a Anne buscar entre una de las cajas referidad a mi madre, llegando a sacar un ábum, junto a unos cuadernos que desconocía. Poso ambas cosas en el escritorio donde Gemma se sienta en ocasiones, al tiempo que enciede la luz del escritorio en el centro, pidiendome que me acerce cuando me ve. No dudo en hacerlo, por lo que ocupo espacio en la silla, viendo las fotografías, además de las letras que se plasman en las hojas de rayas en frente. Es la letra de mi madre, el color de las hojas se ve opaco, por el periodo que duró guardado, dándole un aspecto rancio al bolígrafo plasmado entre las líneas que alguna vez fueron blancas, llevando mis dedos para acariciar el material. 

—¿Qué es?—indago, atento a su expresión.




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