Soy fea.
Así me llama todo el mundo, algunos por cariño, otros por costumbre y, ¿La verdad? la mayoría por burla.
Supongo que no es mi culpa haber nacido con este rostro.
No podría describirme a mí misma aún si lo intentara; bueno, yo no diría que soy horrible; con una sola ceja, dientes amarillos y granos por todos lados, no.
Yo solo era menos bonita que el resto de perfectas Barbies. No es mi culpa que las chicas de hoy en día no sepan apreciar lo único bueno que te puede ofrecer la vida; la comida.
No voy a mentir; ¿Para qué?, no sé nada acerca de cómo cuidar de mi apariencia, pues mamá murió a mis dos años y no quiero ser insensible con las personas que han perdido a sus padres; pero no la recuerdo muy bien, y como a papá no le afectan cosas como la belleza me crió a su estilo; usando pantalones holgados, camisetas de hasta dos tallas más grande que la mía, jamás aprendí a usar tacones y siempre llevaba una cola de caballo bien hecha para que el cabello no interfiera cuando vaya al taller.
Podría decir - y no sería una completa mentira - que no me importa como me vean los demás, pero llegados a este punto no pierdo nada siendo sincera; tengo miedo de intentar ago y acabar peor que ahora.
Recuerdo una vez que intenté depilarme las cejas y quedaron más bien como un par de gusanos desnutridos.
Eso les dio mucho material de burla a mis compañeros. Por cierto, si quieren saber la causa y motivo de mis desvelos y tormentos, podría apuntar de lleno con los índices - sí, con los dos - a los mellizos Klein.
Desde que llegaron, el año pasado, mi camino parece estar destinado a cruzarse con el el de ellos. Por más que intente no cruzarmelos, están allí. Por más que espere detrás de los botes de basura, están allí. Por más que yo cruzo, giro, tomo a la derecha y vuelvo a girar, siempre están allí.
Como ahora.
Odio cuando me los encuentro en el pasillo.
Agaché la cabeza rogando en silencio que no me vean, pero definitivamente no es mi día de suerte. Ni mi mes. Ni mi año.
Ni mi vida.
Uno de los dos chocó conmigo a propósito y mis libros cayeron al suelo en un golpe seco. Que cliché. A veces pienso que no estaría tan mal si hicieran cosas originales.
- Mira, Alex, es la patio feo - dijo él, siempre con el tono burlón picando en sus labios.
- Vaya, Logan, pero que desconsiderados somos.
Alex se agachó y recogió todos mis libros bajo la mirada estupefacta de todos
Yo también estaba impresionada.
- gr...gracias - murmuré y estaba dispuesta a seguir mi camino cuando me detuvieron. Otra vez.
- De nada - dijo Logan. Un manotón, una carcajada y mis libros estaban otra vez en el piso. Esta vez esparciéndolos bien por el suelo.
Me aclaré la garganta y tragué saliva imaginaria, mi boca estaba seca pero necesitaba algo que tragar. La rabia también hubiera funcionado.
- ¡Tengo el de ciencias! - gritó una persona de las que se habían reunido a ver.
El corredor, atiborrado de gente, se llenó de manos escurridizas y el sonido de mis libros siendo robados.
Eso no suena, ya lo sé, pero merezco ser dramática en esta situación y pan de ajo al que diga que no.
- Por favor, devuélvanlos - pedí casi con cansancio y Logan río.
- Eso no es divertido, patito feo. Ya sabes, tu perteneces a donde estaban esos libros; al suelo. Deberías entender que hacemos esto por tu bien - continuó - para que te des cuenta de que incluso los libros son más valiosos que tú puesto que varias personas los recogieron, pero si tu tropiezas y caes, ¿quién crees que te levantaría a ti?
Solté aire contenido sin saber qué hacer.
Ellos esperaban expectantes mi respuesta, pero me límite a quedarme callada. Cruzada de brazos y con el estómago revuelto. Preguntándome por qué.
Yo sabía que si me quedaba callada pronto se aburriría.
- Si te quedas callada es porque sabes que tienen razón– gritó alguien
- Así que por qué no haces consciencia un poco y no le muestras tu rostro a las pobres personas.
Los dos soltaron una risita de esas que habría catalogado como ''adorables'' en otro contexto. Tal vez debería grabarlos y ponerlos como alarma, a ver si me quitan el sueño.
- Oh, tengo una idea, Alex
- dime, Logan
¿Tienen que llamarse por sus nombres cada vez que se hablan?
- Hay que hacer nuestro especial de sala de tomate.
- Hey, esp...
- ¿Qué te parece, patito feo? mañana serás aderezo para espagueti.
Está vez sólo Logan río y siguieron su camino.
Mire a todo el barullo de gente tratando con mis mejores ojos de cachorrito, solo dos personas me devolvieron los libros que habían tomado. No diría que son malas personas, solo estamos en un instituto que se rige por una cadena alimenticia donde los más guapos son el eslabón superior; ergo; Logan y Alex.
Nadie quiere ir en su contra; o podrían terminar en la base del triángulo; conmigo.
Así que el resto del día pasé de clase en clase pidiendo mis libros.
Al final solo recuperé la mitad.
Suspiré al saber que nuevamente voy a tener que comprar los libros. Es la tercera vez que me pasa en el año. La primera vez en el bote de basura y la otra fueron a dar un paseo a los parques acuáticos.
Llegue a casa desanimada y deje mis cosas (o lo que queda de ellas) en la mesa.
- Ya llegué - grité sin ningún intento por moderar ls voz, pero no recibí ninguna respuesta de mi padre; que seguramente también habría gritado.
Entonces vi la nota en la mesa
"Querida June, tuve que salir por hoy. Vuelvo en la noche. Te dejo el taller, si no sabes algo sólo déjalo ahí que yo lo reparo. Besos, papá."
Subí a mi habitación y rápidamente cambié mi camiseta mangas largas por la verde del trabajo, con un logotipo de "Katy's taller "
Editado: 12.01.2021