Fea

¡Joder, sí!

 

- Estás feliz. – comenté un poco extrañada.

Iba conduciendo tranquilamente por las calles de Kansas, su madre, su abuela y a regañadientes, Logan, regresaron a la casa y Alex y yo salimos a dar una vuelta como él dijo.

El sol ya casi no estaba a la vista tiñendo el cielo de un color rojo anaranjado precioso. Cosas que no se ven muy a menudo en Wichita por la cantidad de edificios.

- Estoy feliz – afirmó – ya sabes, siempre he querido presentarle la chica que me gusta a mi padre.

Mordí mi labio inferior tratando de contener una sonrisa temblorosa y miré al piso.

Cielos, de la nada me puse nerviosa.

- ¿ya sabes a donde iremos?

- Si, quiero visitar los lugares favoritos de papá; decidí que la mejor manera de pasar su aniversario es de esta manera.

- Él estará feliz – afirmé.

El asintió conforme y cuando paró en una luz roja, rebuscó algo en la guantera.

Un CD. Traté de no reír cuando leí la inscripción.

``Los mejores éxitos de Epi y Blas´´

Sin embargo, cuando la primera canción comenzó a sonar me di cuenta de que en realidad era un disco de the Beatles.

Estuvo conduciendo un par de minutos más y luego aparcó frente a un pequeño local.

- Muy bien, señorita, nuestra primera parada; la heladería de la esquina de la plaza.

Reí por su tono de comentarista y lo seguí cuando bajó del carro.

Entramos a la heladería de espacio reducido, las mesitas eran de madera al igual que los asientos y el mostrador. Era un lindo lugar.

El saludó a la señora tras el mostrador como si la conociera de toda la vida; bueno, quizá si lo hace.

Me limité a sentarme en una de las mesas desocupadas y dejar que el decidiera por mi. Tal y como pensé, minutos después se sentó frente ami con dos helados de vainilla.

- ¿Venias muy seguido con tu padre? – pregunté mientras tomaba mi helado.

- Cada dos semanas. Logan y yo teníamos entrenamiento de atletismo los fines de semana, como papá estaba libre los domingos siempre nos pasaba a recoger y de paso tomábamos un helado aquí.

- ¿Cuántos años tenían?

- 12 – sonrió.

Me fijé en como su cabello caía sobre sus ojos con gracia.

Creo que no lo pienso mucho porque ya me acostumbré a la presencia de Alex revoloteando a mi alrededor, pero este chico es extremadamente guapo.

Cada una de sus expresiones son bellísimas, sus ojos son hermosos, su sonrisa es preciosa y ni hablar de su condición física con su abdomen de tabletita de chocolate.

Cielos, se lo ve increíblemente lindo hasta cuando llora.

¿De veras un chico así está enamorado de mí?

- Alex…

- ¿sí?

- ¿Cómo son tus exnovias?

El parecía un poco sorprendido por la pregunta, le dio una lamida más a su helado y se aclaró la garganta.

- Pues… ¿Realmente quieres saber?

- Tengo curiosidad – asentí.

El lo medió un poco.

  • Bien. Tuve 5 novias a lo largo de toda mi vida. No recuerdo el nombre de la mitad, para que lo sepas, pero hay un par de chicas de las que si estuve interesado. Estaba Daisy y Loren. Daisy era muy, muy risueña, es lo bastante delgada como para confundirla con un palillo, cabello rizado color rojo, ojos grises, sí, es linda. Loren era mucho más intelectual, bastante alta, cabello corto y ondulado color marrón, ojos verdes, bonita.

Risueña. Delgada. Cabello rizado, corto, ondulado. Ojos grises, verdes. Alta. Linda. Bonita.

¿¡Qué rayos!? ¡Pero si no yo tengo ningún de esas características!

- Sabes, Alex, yo no…

- No te pareces a ellas en absoluto – aceptó.

Acomodé mi cabello tras mis orejas y observé como el helado comenzaba a derretirse. Odio cuando me siento así de ansiosa e insegura.

- Entonces, ¿Por qué…?

- Ellas no me gustaban, ¿Sabes? – suspiró – me interesaban. Tu, por otro lado, me encantas.

- Estas verdaderamente loco.

- Por ti, sí.

Sentí mis mejillas arder y me limité a engullir mi helado. Fue una mala idea, por cierto.

- Tienes frases muy clichés.

- Es porque tu dices cosas muy clichés.

- ¿Ah si?

- Sí. Eres la típica chica bonita que piensa que no lo es.

- ¿Típica? – le cuestioné y el me sonrió.

- Eres perfecta para ser la protagonista.

- Mi papel es el de personaje secundario.

- Perfecto, entonces, podemos ser los personajes secundarios. A ellos nunca les pasa nada, llevan su romance a la perfección, nunca pelean tanto como los principales, y lo mejor de todo, siempre terminan juntos.

- Tu serías un personaje principal – le recordé.

- Amaría ser un personaje secundario, nena, si eso significa estar contigo.

Me tragué las ganas de gritarle que eso era demasiado cliché antes de reparar en que realmente no lo era. Cielos.

El sonrió victorioso cuando me dejó sin argumentos validos para refutar.



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En el texto hay: comedia, romances, complejo

Editado: 12.01.2021

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