Fea | Editando

21: PAJARILLO AZUL

DEDICADO A: COCA MOSSER. ROSA EMILIA, KAREN ARENAS, MILEYDIS LEZAMA, MIGUEL NEIRAR, ROSA HAYDEE, PAOLA VIDELA, YULIETH CANTILLO, CARMEN, PAULA PLEITEZ, POR SIEMPRE ESTAR, POR SUS HERMOSOS COMENTARIOS, POR SU FIDELIDAD. POR TANTO. UN ABRAZO.

 

—Tienes que comer. —Habló Odette, mientras sacaba una cuchara con gelatina. Gemma negó, hastiada.

—No quiero más, mamá. —Refunfuñó. La mujer cambió su expresión, dejando la cuchara dentro del envase.

—¿Sigues pensando en eso? —La pelirroja soltó un resoplido, derrotada.

—Obvia ese tema. —Sentenció. Su madre asintió, decidiendo que era momento de salir de la habitación. Gemma siguió sus movimientos con la mirada, sin emitir palabra.

Al escuchar la puerta cerrarse, se recostó de la camilla, sintiéndose débil.

Había pasado una semana desde que le pidió, sin fuerzas, que se fuera. No quería verlo, odiaba que su madre tocara el tema cada vez que podía. Las ganas de discutir estaban regresando, sin embargo, su estado aún era delicado.

Andrea la visitaba aunque ya muy poco pues tenía que estar trasladándose a su casa en otra ciudad; además de eso, el dinero no le colgaba de una mata por lo que frecuentaba las llamadas.

Suspiró.

A su lado estaban unos tulipanes blancos, habían llegado el día anterior con una nota que ni siquiera quiso leer. Sabía de quién se trataba y por ahora, no deseaba retomar ese tema.

Por otro lado, su hermano estaba histérico.

Apenas se había enterado de lo sucedido y quería tomar un vuelo hacia allá; no obstante, Teresa le había pedido que no fuera o necesitaría ayuda con el restaurante.

La llamó en cuento tuvo un tiempo libre. Hablaron de cualquier cosa que no fuera estar en el hospital, pero el tema surgió de alguna manera.

—Estaba dispuesta a decirle que sí en cuento volviera —confesó —, quizás fue buena idea no haber respondido en ese momento porque ahora ya no hay nada. —Dejó salir un suspiro profundo —. Además de venir a trabajar, también utilicé este viaje para poner las cosas en orden, para tomar realmente lo que era para mí, pero no fue así. Me salvé y a la misma vez me hundí. —Le dijo sin más.

La llamada terminó mientras él le prometía visitarla en cuanto pudiera, así que ella lo estaría esperando o tal vez se verían en el viaje de regreso.

Ensimismada, no se percató de que el sueño la estaba venciendo hasta que cayó en la inconsciencia.

 

En la sala de espera estaba Nora, quien deseaba verla aunque fueran unos minutos. No había vuelto a saber nada de Alvaro, por lo que deducía que no estaba allí y había vuelto a New York.

Después de lo sucedido, se limitó a ignorarlo. Se sentía pésima por ni siquiera escucharlo, sin embargo, lo que vieron sus ojos se reproducía una y otra vez en su cabeza, martirizándola sin piedad.

Cuando se enteró que Gemma había despertado, se convenció a sí misma que en algún momento le preguntaría a él qué había sucedido realmente, solo que no estaba preparada.

La tarde llegó, con ella despertando más calmada. No había nadie en la habitación y quería ir al baño.

Unos toques en la puerta la despabilaron, acomodándose en su lugar para permitir el paso.

—Puede. —Emitió. Una sonrisa se escapó de sus labios al ver a Nora entrar en la estancia.

—Ay Gemma, no cumples un mes completo en la empresa y ya estás aquí. —Murmuró. Asintió, riendo un poco.

—Estoy bien, eso es lo importante. —La mujer sonrió, asintiendo para sentarse a un lado de la camilla.

—Gracias a Dios, sí.

La pelirroja le pidió que le contara cómo le estaba yendo en la hacienda con su esposo. La escuchó atenta mientras se deleitaba escuchándola.

Había sido un poco difícil despedirse de toda su familia; vivió toda su vida allá para luego irse a a otro país que ninguno de ellos conocía, sin embargo, no pudieron protestar pues la decisión ya estaba tomada.

Al llegar, a la hacienda con su esposo, todo se le hizo extraño, tedioso. Adaptarse al clima le creó algunas ronchas y conocer el lugar una alergia extraña; tuvo que medicarse por un tiempo hasta que por fin toleró el ambiente.

Conoció muchísimas cosas en aquel lugar, aprendió a montar a caballo, a diferenciar a algunos árboles y también animales. Si era sincera, la vida le era mucho más sana que en la ciudad.

—Yo también quiero montar a caballo. —Susurró. Nora le regaló una sonrisa, tomando su mano.

—Lo harás, aunque primero vas a recuperarte. —Dijo, mirándola con atención, asintiendo —. Gemma, ¿qué le pasó a tu cabello? —Levantó la cabeza con más fijeza, mirándola.

—Al operarme dos veces, tuvieron que cortarlo. Estorbaba con el procedimiento, así que quedó de esa manera. —Musitó. Aún no se adaptaba, hacía unos días que pudo enterarse. Nunca lo tuvo de esa manera, no acostumbraba a cortarlo, después de todo.

—Pareciera como si... —No siguió, sabiendo que no quería hablar de ello. La chica comprendió el mensaje, suspirando.




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