Fea | Editando

23: VOLVER A EMPEZAR

DEDICADO A: SHANNA DANTE, NELIDA RIVERA, AZUCENA CARDENAS, YALEMA PAREDES, YISELA HUARINGA. GRACIAS POR LEER Y COMENTAR LA HISTORIA Y A TODOS USTEDES QUE ESTÁN EN LA SOMBRA. UN ABRAZO, QUE DISFRUTEN. 

 

Gemma aguardó escuchando los timbres de la línea telefónica. Era la segunda vez que intentaba contactarme al número de su padre que Bob le había proporcionado, pero nada le daba la bienvenida. Hasta ese momento cuando creyó que el teléfono había sido contestado.

—Papá...

—Hola, persona insistente que ha estado llamando, deja tu mensaje —fue lo que la interrumpió al instante.

No pudo evitar soltar un suspiro entrecortado. Sí, parecía su voz, sin embargo, no estaba realmente segura y eso hacía que su pecho doliera más de la cuenta.

El tono descolgado le indicó que el tiempo para dejar el mensaje había culminado. Mirando la pantalla quiso volver a marcar, pero ya era tarde, debía ir a trabajar al restaurante pues aún seguía ayudando a su hermano en lo que necesitara y era feliz con ello.

Se despidió de su madre antes de dirigirse hacia allá.

Septiembre se había terminado más rápido de lo normal. Con todas las cosas que tuvo que hacer en el tiempo restante que faltaba para acabarse, pudo ver los días volar. La decisión precipitada de vender el auto dio resultado.

Con Bob, Angela y los demás, fue en búsqueda de municiones para el lugar. Y aunque el juicio para defender el patrimonio de su padre todavía no llegaba, le era mucho más fácil sentir esperanzas de recuperar todo; si no sucedía así, intentarlo le serviría para comenzar desde cero. Como él en algún momento lo había hecho.

Entró al restaurante repleto de personas y fue directo a la cocina para colocarse el mandil antes de empezar con el trabajo.

La tarde se le fue agotadora.

Jamás pensó que los clientes subirían a partir del medio día hasta pasada las seis de la tarde. A esa hora, ya se sentía casi desmayar por lo que tomó un descanso en la oficina de su hermano mientras observaba algún punto sin relevancia.

Recordó lo que había sucedido en los últimos días del noveno mes. Estaba agradecida que las cosas fueran bien, de haber puesto solución a lo pasado con Alvaro. Aquello la llenaba de paz, pues al fin ese peso que sentía sobre sus hombros, abandonaba su lugar.

En la empresa las cosas iban de maravilla. Trabajaba en su horario normal, comía a la hora debida y muchas veces reía e interactuaba con sus compañeros.

El martes por la tarde, después del trabajo, se animó a salir con Angela para recuperar el tiempo que habían perdido. La dejó hablar, sabiendo que su mejor amiga tenía mucho para contarle. Llegó a comentarle sobre un pretendiente que tenía. No quiso decirle el nombre, pero al menos se conformaba con saber cómo era y en qué trabajaba.

Lo conoció un fin de semana cuando fue en busca de algo a la Universidad. Como la secretaria tardaba en aparecer, se sentaron en una banca y allí comenzaron a hablar. Él había estudiado ahí, llevaba al menos un año y algo de haber terminado la carrera de abogado, por lo que aun no había decidido si trabajar de manera independiente u organizar un bufete.

Esa tarde se mostró más que feliz porque al fin su mejor amiga se había animado a estar con alguien. Cuando decidieron volver a casa, la castaña se había decidido a preguntarle a Gemma qué sucedió con ella y con Alvaro.

Caminando, le narró todo lo que hablaron después que él apareciera en su casa. Su amiga se mostró entusiasmada, tanto que soltó un chillido en plena caminata de la emoción que sentía cuando supo que él se atrevió a besarla.

Al menos eso le daba una esperanza de que podrían volver a estar juntos. No en ese momento, pero quizás más adelante.

El silencio reinó entre las dos aún cuando llegaron a la casa de Gemma, solo que eso no duró mucho ya que en cuanto Angela puso un pie en la habitación de la pelirroja, soltó el gritito que tenía guardado.

—¡Es que no lo puedo creer! En serio, ñoña, no lo puedo creer. —Chilló, tirándose en la cama.

—Eres exagerada, por Dios. —Bufó con una sonrisa.

—No, es que, ¡agh! ¡Te besó! ¡Y tú lo besaste! ¡Y ambos se besaron! Y... Y... ¡Necesito un novio! —Se quejó al fin, con las manos en el rostro. Gemma soltó una carcajada al verla de esa manera.

—Te ves tan tierna que me dan ganas de convertirte en algodón de azúcar. —Dijo, sentándose en el colchón.

—Eso no tiene lógica. —Murmuró, frunciendo el ceño con una sonrisa. Ella negó de la misma manera.

—No, pero admite que se oyó bien. —Ambas rieron.

—¿Vas a ir a su fiesta de cumpleaños? —Preguntó de pronto, mirándola de reojo.

—¿Su fiesta el cumpleaños? ¿Cuándo? —Demandó extrañada. La castaña se sentó en la cama, cruzando las piernas.

—Es mañana, los chicos en la empresa le piensan hacer una sorpresa en su casa. —Informó.

Gemma soltó un suspiro sin saber si ir o no.

Era martes a la media noche, no tenía tiempo para comprarle un regalo. Además que no sabía qué le gustaba y no tenía invitación a la fiesta.




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