Febrero cambia todo

El pequeño cambio de Emma

Emma nunca pensó que un cambio tan pequeño pudiera sentirse tan grande. No fue un gran suceso ni una decisión dramática. Fue algo simple: una mirada distinta, una sensación nueva en el pecho , una pregunta que apareció en su cabeza sin avisar. Ese día entendió que ya no veía el mundo igual que antes.

Hasta entonces, Emma había vivido siguiendo rutinas, horarios y expectativas. La escuela era solo un lugar más, y las personas pasaban sin dejar demasiada huella. Pero algo empezo a moverse dentro de ella. Empezó a escuchar más, a observar más, a sentir más. Y eso le asustó un poco.

Se dió cuenta de que crecer no siempre llega de golpe. A veces se manifiesta en pequeños detalles: en atreverse a decir lo que piensa, en aceptar que sentir no es una debilidad, en entender que cambiar no significa perderse, sino encontrarse. Emma empezó a cuestionarse cosas que antes daba por hechas, y eso abrió un mundo nuevo frente a ella.

Ese pequeño cambio no giró el mundo entero de inmediato, pero si cambio el suyo. Y aunque no sabía exactamente donde llevaría, por primera vez sintió que estaba lista para descubrirlo.




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