Fecha de caducidad
[Todo expiraba en algún momento, sabía que había llegado el momento de decirle adiós y aun así, no podía evitar lamentarme, ¿por qué el amor tenía fecha de caducidad?]
La espalda de Stella lucía tan distante, aunque estábamos en la misma habitación, ¿por cuánto tiempo había aparecido esta pared imaginaria entre nosotras? Era tenebroso lo fácil que mis emociones se perturbaban a causa de mis sentimientos amorosos por ella. Ya llevábamos varios años con esta dinámica amarga, así que entendía la razón de su aburrimiento.
¿Le pondríamos fin? ¿Quién sería la primera en hablar? En esta habitación que un día se llenó de nuestras risas, ahora tendríamos el final más simple. Las dos tazas de té estaban sobre la mesita de noche, pero no podía alzar la mía ya que sentía un nudo en la garganta. Tal vez esa fuese la razón de mi mutismo repentino.
—Mei, tenemos que hablar.
Y si tenemos que hablar, ¿por qué sigues ignorándome? ¿Por qué no me miras a los ojos Stella? ¿Me has llegado a odiar tanto hasta el punto donde no me puedes ver? Siento la suave brisa remover mi cabello, has abierto la ventana y enciendes un cigarrillo.
Ese siempre ha sido tu escape, ¿cierto? ¿Ahora necesitas la nicotina para lidiar con mi presencia? ¿Qué nos pasó Stella? Observo aquel rostro de muñeca que siempre te halagaba… ahora luce tan demacrado. Aquella cabellera castaña de color claro ha perdido su brillo, ¿te has apagado?
¿Cuánto más alargaremos esto? Siento que somos una liga elástica, nos estiramos lo más que se ha podido. Si seguimos de esta forma nos lastimaremos o romperemos en algún punto, necesitamos terminar con la tortura de la forma más sana posible. Ya no somos las niñas idiotas que creían que este amor curaría cualquier mal del mundo, el amor no está hecho de magia ni es eterno.
El cigarro de tus labios se consume rápidamente, desearía que durara más tiempo. Sí, deseaba que esto durara al menos un día más, no estoy lista, aunque quiera lucir fuerte. Tomo la taza de té que se ha enfriado y trago con dificultad, cuando termino observo el reflejo que se forma sobre el líquido, esta mirada perdida me hace sentir desvalida.
Escucho el tintineo de tus tacones altos y levanto mi rostro, te sientas en el sofá que está frente al mío y fijas tus ojos en mí, pero ya no me ves. Lo sé, en esos ojos redondos y hermosos ya no estoy yo, ya no hay espacio para mí. Dime Stella, ¿la otra persona que está en tu corazón es mejor? ¿Te da lo que yo no puedo? ¿Te hartaste de mí?
—El té se enfrió.
Asiento con la cabeza ante esa afirmación, sabe tan mal que quiero vomitar. Hundes tu cigarro a medio terminar en la taza de té. Aquella bebida que será la última que prepare para ti, es rechazada con sutileza.
Estoy bien, ya sabía que no podríamos solucionar nada, pero aun así me duele.
—¿Quieres decir algo antes de que empiece a hablar? —me preguntas secamente. En este momento me siento en una dimensión desconocida, ¿desde cuándo eres tan insensible? La chica amable ha muerto y ha sido reemplazada por este monstruo.
—No, di lo que tengas que decir. —como un soldado dispuesto a morir, me he rendido. No mostraré debilidad Stella, seré patética cuando te vayas y no regreses, pero por el momento me mantendré en pie y dejaré que llenes mi cuerpo de balas, moriré con la frente en alto. Es una lástima que conozca a mi verdugo.
—Esto ya no funciona Mei, terminemos.
¿No quisiste prolongar el sufrimiento, eh? Me diste el tiro de gracia allí mismo. Mis sentimientos me empiezan a traicionar, siento las lágrimas en el borde mis ojos. Soy una adulta, esto es normal… el amor se termina en algún momento.
—Está bien.
¿Qué más puedo decir? Ya lo has decidido, yo no tengo más opción que aceptarlo. Tomo nuevamente la taza de té y bebo de golpe el resto de su contenido, quisiera tragarme de la misma forma estas emociones asquerosas que me deprimen.
—¿Hay alguna cosa que quieras?
Me preguntas serena. Estás tan calmada que me enfada. Hay tantas cosas que quiero Stella, ¿pero podrás cumplirlas? Dime, ¿desde cuándo se volvió difícil para ti entenderme? Con un simple vistazo a mis ojos sabías exactamente qué era lo que quería, nos conocíamos tan bien, ¿cuándo se volvió complicado?
Quiero que me abraces Stella, ¿puedes hacerlo?
Cuando éramos jóvenes me dijiste que podría apoyarme en tu hombro las veces que fueran necesarias, ¿entonces por qué me volví una carga para ti? Ese juramento se convirtió en sufrimiento y desesperación. Decidimos reemplazar aquellas sonrisas juguetonas por las expresiones rígidas de alguien que no demuestra vulnerabilidad. Aquel amor que nos volvía locas y provocaba demencia se desvaneció cuando la vida adulta hizo su aparición.
¿Con quién estás realizando las aventuras que me prometiste? ¿Dónde quedaron nuestros sueños?
—¿Qué es lo que quieres tú? —le pregunto. Necesito saber qué pasa por tu mente, ya no tengo la más mínima idea. Sé que ya no aparezco en tus sueños, ya no existo en tus fantasías, ni siquiera estás pensando en mí mientras tenemos esta conversación. Cuando cierro mis ojos regreso al tiempo donde sostenías mi mano con tanta fuerza que mis dedos se adormecían, vuelvo a ese entonces donde sonreía con solo oler tu fragancia, pero cuando despierto desaparezco de inmediato, ya no me perteneces, vivo en una realidad grisácea.