Feelings For Him

2. Vuelta a clases

Toco la puerta temerosa de que sea él quien me abriera la puerta, no es que le tenga terror a mi papá, sólo que para él la familia es lo más sagrado, y si no está un integrante cuando él llega, no sé qué pueda pasar después.

—Hola hija, llegaste... —dice mi padre, con una cara seria.
—Hola papá —lo saludo con una sonrisa, entrando a la casa.
—¿Dónde estabas? —dice, y sigue con el rostro serio.
—En casa de Bea, terminando un trabajo para mañana.
—Ah, ¿segura?
—Sí, papá, ¿Acaso desconfías de mí? —digo dolida, yo nunca le había mentido, y ahora quiere desconfiar de mí, sabiendo como soy.
—No, no es eso... pero tú sabes que no me gusta que no estés en la casa cuando llego del trabajo. 
—Pero si tú llegabas a las siete y media...
—Sí, pero llegué más temprano, hubo un problema en el trabajo y nos dejaron salir antes.
—Ah, bueno... sólo se me hizo tarde, disculpa...
—Está bien hija, ¿llevas hambre? tu madre acaba de cocinar... —dice cambiando de tema.
—No me digas que acelga otra vez... —no lo dejo terminar de hablar.
—No, en realidad no sé qué acaba de cocinar —reímos por lo bajo. La verdad es que a veces mi papá podía ser tan simpático y cariñoso con nosotras pero otras podía ser tan estricto, lo cual no me agradaba.
—Bueno, vengan a comer —dice de repente mi mamá saliendo de la cocina.

Cenamos y la comida estaba deliciosa, esta vez no había acelga, lo que agradecía ya que la odiaba, no me gustaba para nada. Luego de eso me voy a mi habitación, me pongo pijama y me duermo.

(******)
Me levanto muy entusiasmada porque hoy por fin volvería al colegio, después de esos siete días en "reposo", el cual no lo hice todo en cama como me había dicho el médico porque la verdad es que me aburría estar todo el día acostada. 
Me visto y bajo a desayunar. Voy atrasada por lo que solo tomo un vaso de jugo, me despido de mis padres y salgo apurada de la casa. Esta vez tomo el autobús para llegar a la hora al colegio.

Me bajo del autobús y lo primero que veo es a Bea ahí a lo lejos.

— ¡ISA!
— ¡BEA! —nos abrazamos eufóricamente.
—Ya se te extrañaba en la escuela.
—Ya lo sabía... —reímos ante mi comentario.
—Ya vamos, que va a comenzar la clase.

Vamos hacia los casilleros, dejo mi mochila y saco mis cuadernos y todo lo que necesito para la clase de matemáticas. Camino junto a mi amiga hacia la sala y nos sentamos juntas, en eso llegó la profesora.

—Ella era la nueva que te decía, los hombres ya están salivando —reímos en voz baja.
—Ahora van a poner toda la atención que no pusieron en todo el año —reímos un poco más fuerte mientras vemos que la profesora dejaba sus cosas en el escritorio.

Luego sigue con la clase de la semana pasada, en la cual yo no estaba por lo que no entendía nada de lo que decía, luego me conseguiré los apuntes. Y así se pasó la clase, aburrida, pero para los hombres del curso no tanto.
Más tarde suena el timbre para salir a recreo, tomamos nuestras cosas y salimos de la sala con dirección a los casilleros. Voy caminando buscando mis llaves y entre tantas cosas que llevo en las manos se me caen, no me di cuenta donde había quedado, pero por suerte alguien me las entregó.

—Ten —me dice una voz varonil, entregándome las llaves.

Yo levanto la vista y lo miro, ahí estaba un chico, tal vez de un curso mayor, ojos marrones y cabello oscuro, y me está sonriendo. No sé que decirle así que sólo se las recibo.

—Gracias —le respondo, nerviosa. Y él se va entre todas las personas.

Me quedo allí, mirando a la nada, pensando en el por qué me puse tan nerviosa, si solo hizo una buena acción, me entregó las llaves y ya. Me dirijo a mi casillero, guardo mis cosas y saco las que me tocaban para la otra clase, biología.

—Bea, no te olvides de llevar el trabajo.
—Sí, tranquila —dice despreocupada.

Vamos a la clase siguiente luego de que tocara el timbre para entrar, nos sentamos donde siempre y esperamos a que llegara el profesor.
Y así se pasaron las horas en el colegio, entregamos nuestro trabajo y nos dieron más tareas, trabajos y clases aburridas. Luego de todas las clases me fui a mi casa en compañía de Bea, como todos los días, algunas veces caminando y otras en autobús... llegué a mi casa, no hice nada en la tarde ya que esta vez no tenía tareas para mañana. Y así se me pasó el día, llegó la noche, me acosté y me quedé dormida, esta vez con música relajante.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.