Felice$ para $iempre

Capitulo 1: La mentira perfecta

Kara, ¿qué te parece el vestido? Siento que es el indicado. Me hace ver... perfecta.

​Me quedé mirando a Aileen, que estaba de pie sobre un pequeño pedestal en el centro de la sala, con un vestido de novia de ensueño. Encaje por aquí, encaje por allá, una cola kilométrica y un velo que parecía hecho de tela muy fina. En ese momento, entendí la diferencia abismal entre nuestras vidas. La de Aileen era magia, cuentos de hadas y romance. La mía era caos, desinterés y un puñado de promesas rotas.

​—Sí, Aileen . Te queda perfecto. Es... muy tú.

​—Lo sé. Lo merezco. ¡Y no te olvides del pavo real! He encargado que sea de un criadero especial. ¡No quiero mala energía en mi gran día!

​Seis meses. Ese fue el tiempo que tardó Aileen en volverse loca. Mi mejor amiga, la chica que una vez se emborrachó y se beso con media univesidad, se había convertido en una diva. Y yo, Kara, su dama de honor, me había convertido en su asistente personal.

​Me agaché para recoger la montaña de revistas, mi cuerpo protestaba por el esfuerzo.

​—Hablando de perfección... mi novio me dio una lista de hombres perfectos para ti. Dice que un buen hombre es una inversión.

​La sangre se me heló. ¿Una lista? ¿Un desconocido al que ni siquiera conocía, me estaba recomendando hombres? No. No podía permitirlo.

​—¡No, Aileen ! ¡No lo hagas! Nuestros amigos estarán ahí.

—¿Con quién vas a venir?

​La pregunta me hizo sentir un vacío en el estómago. Sabía lo que venía. Las miradas. Los susurros. La compasión. La pena. No podía. No de nuevo. No quería que me preguntaran por qué, a mis veintitres años, no había encontrado el amor.

​—Pues... no lo sé aún —dije, mi voz era baja.

​—¿Cómo que no lo sabes? ¡Es en un mes! ¡No puedes venir sola! ¡Te van a molestar! ¿Quieres eso? ¿Quieres esa tortura?

​No. No quería. No quería que nuestros amigos me miraran con pena. No quería las preguntas sobre el tiempo que pasaba sola.

​Me sentí acorralada. Mi mente, para salvarme, inventó una mentira. Una mentira con todos los detalles que Aileen amaría.

​—No te preocupes, en realidad no te había dicho pero sí tengo pareja. Lo conocí en un congreso de la universidad. Es... perfecto. Sí. Y... tiene una sonrisa maravillosa. Unos ojos que guardan secretos. Es inteligente, sexy y me hace reír.

​La cara de Aileen cambió. La preocupación se fue. La emoción apareció. Era la historia que a ella le encantaba.

​—¿Y por qué no me lo habías dicho? ¡Qué romántico!

​—Porque... es muy pronto. No quería ilusionarme —dije, luciendo afectada.

​—¡Oh, Kara! ¡Lo sabía! ¿Y es guapo?

​—Sí. El estándar perfecto. Lo es —añadí, improvisando, mientras la mentira se hacía más grande.

​Aileen soltó un grito de alegría y me abrazó.

Pensé que el plan había funcionado. Pero en mi cabeza, sabía que la mentira no duraría. En un mes, tendría que llevar a un hombre que no existía.

​La pesadilla era real. La mentira se metió en mi cabeza y se volvió una carga. Ahora, tenía que lidiar con el pavo real y buscar a un hombre para actuar como mi novio.

​Esa misma noche, la desesperación me encontró. Me senté en mi cama, con una de las revistas de bodas de Aileen en las manos. La abrí, sin un propósito claro, y mis ojos se detuvieron en una página. No era un vestido. Era un anuncio. Un anuncio a toda página con un diseño minimalista, elegante, casi clínico.

"Acompañantes profesionales para toda ocasión. Hacemos que tus sueños se hagan realidad."

​Mi mente gritó: ¡Es un peligro! Pero mi corazón gritó: ¡Ayuda, boda!

Había una lista de servicios, como un menú de mentiras. Leí los nombres, cada uno más ridículo que el anterior, pero mi desesperación me obligó a considerarlos.

"La Noche Ideal".

Mi mente descartó la idea al instante. Era para una sola noche, no para el circo de tres días que sería la boda de Aileen. Sería tan inútil como presentarse a una guerra .

"El Fin de Semana Romántico".

Mi pulgar se detuvo un momento. Parecía prometedor. Pero luego recordé la mirada inquisitiva de Aileen, la presión de sus amigos y las preguntas que harían. Un fin de semana no era suficiente para forjar una mentira creíble. Me encontraría con la tortura que quería evitar.

"La Pareja Perfecta".

Esto sonaba más a mi nivel. El paquete ofrecía crear una historia de amor con fotos y un sinfín de detalles, perfecto para engañar al mundo de mi amiga. Pero mi mentira no había sido tan perfecta, sentí que ni siquiera esto era suficiente. Era un riesgo demasiado grande. No podía permitirme el lujo de fallar.

​Finalmente, vi la última opción. La más extravagante, la más absurda y la más arriesgada. "Felices para Siempre". Era la solución de "todo o nada", la fantasía hecha realidad. Era para quienes no podían permitirse un solo error. Y yo, en mi desesperación, me di cuenta de que era la única opción.

​Mis ojos se movieron de la lista a las fotos del anuncio. Había una que me dejó sin aliento. Un hombre de cabello oscuro, una sonrisa perfecta. Unos ojos que prometían misterios. Bajo la foto, un nombre y un número: Dax.

​Era el hombre perfecto. El estándar. No era solo guapo, era una obra de arte. Y su perfil parecía el guion que yo acababa de escribir. Era mi mentira hecha carne y hueso.

​Mi corazón latía fuerte. Era un salto al vacío. Una locura. Pero la imagen del pavo real desfilando, con mis amigos burlándose de mí, me dio el valor final. Tenía que hacer mi mentira real. Respiré hondo. Mi dedo se movió sobre el botón de "Contactar".

​La cuenta regresiva había empezado. La boda de Aileen estaba a punto de llegar, y yo, sin saberlo, acababa de escribir el primer capítulo de mi propia novela. Una que no olía a flores de boda, sino a un peligroso e irresistible caos.




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