El sol del mediodía se estrellaba contra la superficie de la piscina de Aileen, haciendo que el agua pareciera un millón de diamantes líquidos.
El aire estaba saturado de loción bronceadora, risas femeninas y el aroma fresco y burbujeante del champán. Aileen me había arrastrado al gazebo y luego a la piscina, donde éramos solo nosotras, las chicas, celebrando su despedida de soltera, pero la verdad es que yo solo podía sentir la ausencia de Dax y la punzada de su presencia en cada célula de mi piel.
Nos deshicimos de los vestidos de playa con ritual de liberación. Con el primer sorbo de la copa helada, me obligué a relajarme. Pero cuando Aileen, con su corona de flores ligeramente torcida, flotó hacia mí, su sonrisa se transformó en la de una inquisidora.
—¡Muy bien, basta de charla de boda y de listas de regalos! —dijo, haciendo un gesto a todas para que se acercaran—.
Es hora de hablar de las cosas que realmente importan. Kara, cariño, tú y mi cuñado. Se ven tan... encendidos.Todas las cabezas se giraron, y sentí que mi respiración se atoraba en la garganta. La mentira del contrato, la farsa, se había consumido la noche anterior en una verdad abrasadora, y ahora ellas me miraban esperando la confirmación de la pasión que habían percibido.
—Ese hombre... —comentó Chloe, la prima de Aileen, bebiendo su champán con avidez—, te mira como si fueras la última Coca-Cola del desierto. La forma en que te agarró la cintura hoy... no era un simple gesto de prometido. Era posesión pura.Aileen no esperó más rodeos. Se acercó a mí por el borde de la piscina, bajando la voz hasta un susurro que era a la vez íntimo y demandante.
—Kara, somos amigas, ¡y tengo derecho a saberlo! Olvídate del anillo y la lista de invitados. Dime la verdad... ¿cómo es Dax en la cama? Él siempre ha sido tan... magnético. Es un hombre que irradia control, y eso me hace pensar que cuando lo pierde... debe ser explosivo. Necesito detalles.
¿Es suave y cariñoso, o es de los que te arrastran por la almohada?Sentí que el calor no era solo por el sol, sino por el recuerdo. Recordé la dureza de sus manos, la forma en que se movía sin preguntar, sabiendo exactamente lo que mi cuerpo quería. Su voz grave, las órdenes que no me di cuenta de que deseaba seguir hasta que me las dio.
—Era un control que me hacía sentir más libre que nunca.Tomé un trago largo de champán, sintiendo el cosquilleo en mi garganta. Si iba a mentir, tenía que ser una mentira cargada de la verdad que él y yo conocíamos.
—¿Recuerdas cuando llegó tarde y dijo que nos quedamos dormidos? —pregunté, mi voz sonando ronca, mi mirada clavada en la suya.Una risa se extendió por el grupo. Aileen se mordió el labio, sus ojos brillando con anticipación.
—Sí, lo recuerdo. Pero la verdad, Kara... por la forma en que te miraba cuando salías del coche, parecían haber estado despiertos toda la noche.
—Lo estuvimos —confesé, usando las palabras de Dax, pero dándoles mi propio significado—. La verdad es que Dax... él es el punto de no retorno.Las chicas se quedaron en silencio.
—No es suave, Aileen. Es brutalmente honesto en todo lo que hace —continué, sintiendo el rubor recorrer mi cuerpo mientras revivía el momento en mi mente—. No te da lo que pides. Te da lo que nunca supiste que querías. No hay dulzura innecesaria, solo intensidad. No te deja pensar en otra cosa. Y cuando termina, no te deja ir. Te tiene... completamente. Por eso llegamos tarde.El silencio fue reemplazado por un grito ahogado de euforia por parte de Aileen.
—¡Oh, Dios mío, eres una zorra con suerte! —exclamó, nadando hacia mí para abrazarme—. ¡Sabía que ese hombre tenía un fuego escondido! ¡Un secreto!La Inquisición del DeseoEl grito eufórico de Aileen resonó por el área de la piscina. Ella me soltó, empapada y radiante, antes de dar un golpe de cola en el agua y beber un trago de champán directamente de la botella. Las demás chicas, que hasta ahora habían observado desde el borde, rompieron en un coro de exclamaciones.
—¡Espera, espera! Kara, tienes que ser más específica —demandó Elena, una mujer rubia con un bikini de diseño—. Lo de la honestidad brutal... ¿eso se traduce en que te gusta tomar el control o que a él le gusta tomar el control? Hay una diferencia abismal.
—A él le gusta dirigir —dije, sintiendo que mi voz se hacía más segura con cada mentira a medias—. Pero no es por poder. Es... certeza. Él sabe lo que te va a hacer sentir y no para hasta que lo consigue.Chloe, que estaba sentada en el borde de la piscina, se cubrió la cara.
—¡Ay, Dios mío! ¿Y cuánto duró? Porque llegasteis muy tarde.—El tiempo no existe cuando estás con él —respondí, dándoles una sonrisa que sentí que era de verdad—. No es un maratón. Es un incendio forestal. Se propaga rápido, te consume... y luego, cuando crees que se ha apagado, te das cuenta de que aún quedan brasas muy calientes.Maya, otra dama de honor, se quitó las gafas de sol.
—Hablemos de la intensidad, Kara. Aileen dice que Dax es muy serio y centrado en el trabajo. ¿Esa intensidad se mantiene cuando... están juntos? ¿O es de esos que murmura cosas sucias?Aileen intervino, dando una palmada en el agua.
—¡Sí! ¿Te dice cosas? Leo es un soñador, pero Dax tiene cara de ser de los que te dicen exactamente dónde quiere que lo toques.
—Él lo es —afirmé. El recuerdo de su voz grave en mi oído, de los susurros y las órdenes, me hizo estremecer—. Él no murmura; él exige. No te pregunta si te gusta; te dice lo que te está haciendo y lo que te va a hacer. Y lo hace con esa misma voz de jefe que usa para cerrar negocios.Hubo un coro de suspiros y risas lujuriosas.
—¡Necesito un hombre que hable! —exclamó Elena, bebiendo de su copa.Aileen me miró de nuevo, pero esta vez con una expresión de profunda gratitud.
—¡Gracias por la primicia! Has hecho que esta despedida de soltera sea oficialmente épica.Mientras las chicas cambiaban el tema a la decoración de la boda, me hundí en el agua, sintiéndome extrañamente aliviada. Acababa de narrar la noche que rompió el contrato sin revelar la farsa. Había usado el lenguaje del deseo para construir una mentira tan atractiva que nadie la cuestionaría. Había confirmado la nueva verdad: yo era la mujer de Dax, y lo que teníamos era lo que todos pensaban que era el verdadero amor.