Capítulo 25: Aliado Inesperado

Mi cuerpo estaba rígido, la adrenalina me quemaba, cada respiración era una agonía. Kara... la imagen de su rostro asustado grabada a fuego en mi mente.

Mi teléfono rompió el silencio como un tiro.

Número desconocido.

—¿Sí? —respondí, mi voz era un hilo de tensión a punto de romperse.

—¿Dax? —Era la voz del padre de Kara, el señor Smith. Su tono, normalmente autoritario, estaba quebrado por una desesperación cruda.

—Soy yo, Señor Smith.

—Dime la verdad, Dax. Kara no llama, no responde. Su madre está histérica. ¿Dónde está mi hija, Dax? ¡Por Dios, dime qué le pasa!

No había espacio para la mentira.

—Señor Smith, Alex la secuestró. La tiene retenida en un complejo industrial abandonado. Sé la ubicación.

Un sollozo desgarrador, inconfundiblemente de la señora Smith, se coló por la línea. Luego, la voz del Sr. Smith se endureció como el diamante.

—¡Ese enfermo! ¡Ese infeliz! Lo sabía, presentía que regresaría a atormentarla. Escúcheme bien, Dax. ¡Voy a acompañarte y rescataremos a mi hija "

Me escuchaste Dax.

—Dígame qué debo llevar.

—Solo una. pistola, y no me falle, muchacho. La vida de Kara dependen de este momento.

La alianza era inesperada.

El padre de Kara, el hombre que me había mirado con desprecio, ahora era mi co-conspirador.

Treinta minutos después, entré en el coche del Sr. Smith. Llevaba una pistola en la cintura. El Sr. Smith conducía con la mandíbula tensa.

—Dax —dijo el Sr. Smith, con la voz ahogada por la rabia acumulada de un padre—. Antes de entrar, debe entender con. Que nos enfrentamos. Alex Fox es un enfermo, Dax. Estaba obsesionado con Kara.

Llegamos a la zona de muelles. Era una escena de película de terror. Silencio, óxido y niebla.

—Aquí está el plano de la zona —dijo el Sr. Smith, tendiéndome un papel arrugado—. Yo iré por el almacén principal. Usted rodéelo por la izquierda y siga el localizador. Nuestra prioridad es traer a mi hija sana y salva.

—Entiendo. Traer a Kara sana y salva.

—Esa es la actitud, muchacho. Ahora, en marcha. Cada segundo es una vida.

Nos separamos. El pitido intermitente del localizador era el único sonido que me guiaba a través de la oscuridad. Sentía su miedo, su desesperación.

Finalmente, la señal se hizo fuerte. Una puerta de acero, ligeramente abierta. La trampa perfecta.

El Sr. Smith apareció a mi lado. Intercambiamos una mirada tensa. Entramos en sincronía, lentos, armados.

La escena. Dios. Kara, encadenada, su rostro pálido, la evidencia de la violencia en el hematoma de su mejilla.

—¡Kara! —El Sr. Smith gritó, rompiendo el silencio.

Los ojos de Kara se abrieron, un pozo de terror transformándose en un rayo de alivio.

—¡Papá! ¡Dax!

No había rastro de Alex Fox. Solo un cuchillo. Había huido.

Corrí hacia Kara, mis manos temblando mientras buscaba la llave. Mi mente registraba cada detalle: las cuerdas rotas, el rostro magullado.

El clic de las esposas al abrirse fue la liberación. Kara se lanzó a mí, su peso sobre mí, aferrándose desesperadamente.

—¡Me dijo que me iba a matar! ¡Me dijo que si venías, haría que desearas nunca haberme conocido! —sollozó, aferrándose a mi traje.

—Estás aquí. Estás a salvo. Te lo prometo, mi amor —le susurré, sintiendo cómo se me encogía el alma.

El rescate había terminado, pero la amenaza no.

—Se esfumó —dijo el Sr. Smith, maldiciendo en voz baja.

Kara se separó de mí. Sus ojos ardían con una furia fría que superaba su miedo.

—No importa. Lo sé. Sé dónde se esconde. Me lo soltó justo antes de que lo encontráramos.

Mañana se casa.

—¿Casarse? ¿Con quién, Kara? —Mi voz se sentía hueca.

—Aileen —escupió Kara, sus ojos fijos en la nada

–Ahora todo tiene sentido por eso jamás vimos al supuesto "novio"

Alex Fox se preparaba para la consolidación final de su locura: casarse con Aileen.

El Sr. Smith se acercó y abrazó a su hija con fuerza.

—Nos vamos de aquí. Ya has tenido suficiente.

Pero al mirar los ojos de Kara, supe que no se detendría. Mañana, la novia secuestrada irrumpiría en la boda de su ex prometido.