Felice$ para $iempre

Capítulo 29: El Juramento de la Snitch Dorada

La noche se cernía sobre el Castillo de Hogwarts. Sentado junto a Kara, con Lilo dormitando entre nosotros, sentía una paz absoluta. Pero esa paz pronto sería reemplazada por el nerviosismo más aterrador que había experimentado en mi vida.

Acaricié la mano de Kara. Tenía que empezar con la verdad, con el pasado que nos unió.

—¿Recuerdas el contrato, Kara? —pregunté, mi voz baja, resonando en el silencio mágico.
—Las reglas. El guion. La prohibición de la cama —respondió ella, y oírla decir las viejas reglas me hizo temblar.
—Ese Dax era un actor, y ese contrato era papel mojado —continué, llevando su mano a mis labios—. Pero hoy... hoy no hay guiones, no hay condiciones, y no hay fecha de caducidad.

Me giré hacia ella, mis ojos fijos en los suyos. El amor que sentía era tan vasto, que me aterraba.

—Kara Smith —dije, y el nombre se sintió como una oración. La tomé del rostro—. Te amo. Amo a la mujer que salió del infierno, amo a la que me aceptó con mis mentiras y amo a la que me devolvió mi arte.

Vi una lágrima silenciosa rodar por su mejilla. Yo no podía llorar, pero mi corazón se deshacía.
Me incliné, juntando nuestras frentes.

—Lo que quiero es que sepas que estoy aquí, sin reservas. Ya no más contratos, Kara. Mi vida, mi apellido, mi verdad... todo es tuyo. Hoy, hago un nuevo juramento.

Mi voz se volvió un susurro solemne.

—Juro que mi amor por ti no tiene cláusulas. Juro que jamás volveré a dejar que un negocio o una mentira se interpongan. Juro que tú eres mi "Siempre".

Y entonces, llegó el momento que había ensayado un millón de veces en mi mente. Saqué el pequeño objeto metálico de mi bolsillo. Estaba temblando. Era la réplica perfecta de la Snitch Dorada.

—Y para que este juramento sea un contrato eterno y sin cláusulas... —dije, mi garganta se cerró por la emoción. Abrí la Snitch delicadamente, revelando el interior de terciopelo.

Dentro, el zafiro azul brillaba. La miré, rogando en silencio que dijera que sí.

Me arrodillé sobre la tierra, sin importarme el frío o la gente a lo lejos. Era solo Kara, el anillo, y yo.

—Kara Smith. Dime que atraparás esta Snitch. Dime que quieres reescribir nuestra historia, conmigo, por el resto de nuestras vidas. Cásate conmigo. Sé mi para siempre.

Ella rompió a llorar ruidosamente. Vi su labio temblar y su rostro lleno de una emoción abrumadora. El pánico me golpeó. ¿Llora porque es demasiado?

—¡Darian Langston ! ¡Por supuesto que sí! ¡Sí, quiero atrapar la Snitch! ¡Sí, quiero casarme contigo!

Un grito de euforia escapó de mí. Gané. Ella me eligió.

Me abalancé sobre ella. Sentí sus brazos apretándome, su risa entrecortada. La levanté de la tierra, deslizando el zafiro en su dedo anular. El anillo era el final de mi actuación y el inicio de mi destino.

—Ya no hay más Dax, Kara —susurré, besándola con una pasión que selló el alma—. Solo Darian, tu esposo.

Lilo, despertada por la euforia, ladró y saltó sobre nosotros, como si supiera que la magia, al fin, se había vuelto real.




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