Una luz blanca entró por entre mis ojos haciendo que estos se abrieran. Pude ver el resplandor del sol entrar por el enorme ventanal que estaba frente a mí.
Me levanté y me puse mis zapatillas, caminé hacia el espejo que se encontraba en mi habitación y me miré de pies a cabeza, mi cabello estaba desarreglado y mis ojos aun llorosos por el sueño se encontraban.
-¡Princesa es hora de levantarse!- al cuarto entró la señorita Harshen, una mujer regordeta de tez blanca y pecas por todo su rostro, cabello color caramelo y ojos verdes.
-Hola, señorita Harshen, estoy levantada desde hace unos minutos
-Ah mi niña, ¿A qué debemos que la princesa se levante tan temprano?- preguntó observándome mientras comenzaba a vaciar el agua caliente sobre la tina de baño que se encontraba en la habitación
-Me levantó la luz del sol- contesté sonriendo
-Muy bien mi niña, ahora entra a la tina y vamos a bañarte-
Entré a la tina con agua caliente y me dejé caer, la señorita Harshen se encargaba de hacer todo lo que yo quisiera, me ayudaba con el baño cada día, me peinaba y me cosía mis vestidos y atuendos… desde hace unas semanas que había llegado y ella había quedado como una asistente personal.
Aún no sabía por cuánto tiempo más estaría en aquel lugar, habían pasado dos semanas y aún no podía descifrar como regresar.
-Señorita Harshen, ¿Sabes cómo está Peé?, no ha venido durante 2 días…
-Claro princesa, el muchacho está bien pero se han encomendado la tarea de cuidar bien el reino, ya que en los bosques se visualizaron enemigos rodeando.
-No es un chico señorita Harshen…
-¿A no?, ¿Entonces la señorita?
-Tampoco es una señorita
La señorita Harshen me miró extrañada.
-Tampoco lo entiendo aún…- contesté finalmente con una sonrisa
Salí de la ducha y me puse uno de esos vestidos con gran volumen en sus faldas, era color verde agua con diamantes en el corsé, me puse unas zapatillas color negro y una pequeña tiara que mi tío me había regalado hace unos cuantos días.
Me miré nuevamente de pies a cabeza ahora completamente diferente, mi vestido, mi tiara y mi cara del color de la cera.
Salí de la habitación y caminé por los enormes pasillos de piedra y madera, en una de las habitaciones solitarias se escuchaban murmullos de dos personas.
Con sigilo me acerqué a la puerta de madera y despacio abrí está sin hacer ruido, dentro de la habitación obscura se encontraban dos figuras las cuales frente a frente discutían.
-¿Y qué vamos a hacer?- una de ellas gritaba
-No lo sé, es lo que yo te pregunto a ti, ¿Cómo nos vamos a deshacer de ella?
Comenzaron a hablar los dos un poco más bajo.
-Se supone que ese era tu trabajo idiota…
-No me hables así por favor.
-Tu único trabajo era mantener alejada a la princesa de este lugar…era lo único que se te pedía
- Armeris, no pude matar a la chica… todo fue culpa de esa criatura del bosque la cual no aviso antes que una nueva chica había llegado.
Un grito ahogado salió de mi garganta, con mis dos manos rápidamente tapé mi boca. Mi corazón comenzó a latir rápidamente y las lágrimas aparecieron en mis ojos. Aquellas sombras eran ni más ni menos que la reina y su primo.
-Estoy harta de esto, ya no puedo soportar más esta farsa…
-Armeris tienes que esperar un poco más, con la princesa muerta el único que merece la corona es Dalkar… recuerda que el plan es deshacernos de la niña, después de Dalkar para que así seas tú la única sucesora de la corona y así podamos reinar tranquilos.
- ¿Y nosotros?- Hesmish dijo acercándose a la reina Armeris
-Solo tenemos que esperar un poco más Hesmish y podremos estar juntos de nuevo… sabes que te amo, pero por el momento tenemos que aparentar ser familia, de otra forma no podrás estar aquí en el reino.
-Yo también te amo Armeris, no puedo más con los celos de verte con ese idiota de Dalkar
Los dos se acercaron y se besaron.
Rápidamente cerré la puerta y corrí hacia mi habitación, en ella aún se encontraba la señorita Harshen.
-¿Qué tienes niña?, parece que hubieras visto un muerto…
Las lágrimas corrían por todo mi rostro y mis manos temblaban, sentía un miedo que nunca antes había sentido, ni siquiera podía explicar la sensación que tenía.
-Nada, no pasa nada - apenas logré articular entre gemidos
-¿Está segura princesa?
-Si- contesté
-"Se puede"- alguien tocó la puerta
-Adelante…-contesto la señorita Harshen
Me seque las lágrimas mientras veía entrar a otra de las siervas del rey.
Editado: 19.07.2021