La noche ya había caído en el reino de Andarg, las calles se encontraban vacías y todos los animales habían sido resguardados en sus corrales. Los habitantes sobre todo mujeres, niños y ancianos se encontraban en el escondite del castillo. Un enorme refugio subterráneo con capacidad para más de 15,000 personas.
En las afueras del castillo cientos de ciudadanos de Andarg cuidaban el castillo, en sus fortalezas los arqueros esperaban la llegada de los enemigos, afuera los espadachines y los soldados a caballo aguardaban el comienzo de la guerra.
Ahí frente a ese ejercito sobre su enorme caballo se encontraba el rey Dalkar con una armadura dorada, una espada de oro y un caballo color café, su barba se encontraba recogida y su cabello se mantenía peinado en una coleta, a su lado se encontraba una pequeña criatura delgada y pálida con una armadura un poco más ligera, en su mano se encontraba su arco de madera y en su espalda reposaba el contenedor de sus flechas.
En filas esperaban atentos la llegada de aquellas criaturas, los nervios se sentían en el aire pues no sabían con qué tipo de cosas se enfrentarían.
-Disculpe su majestad pero, ¿Dónde se encuentra Felicity?- preguntó Peé mirando al rey
-¿Quién?- contestó sin mirarle
-Disculpe su majestad, me refiero a la princesa Yeltzin
-Le pedí que se fuera lejos de aquí, no quiero que le pase nada y estando en el reino corría mucho peligro. Sé que estará bien.
A lo lejos se escuchó un estruendo como si hubiera habido un derrumbe, posterior a esto se escuchó el sonido de un cuerno como dando un aviso. La tierra comenzó a temblar y a lo lejos saliendo del bosque se visualizaron figuras del color del carbón.
Al frente del batallón se veían 3 personas liderando, la Reina Armeris con una armadura de plata y su cabello rubio peinado en una trenza la cual colgaba por su hombro. Se encontraba arriba de un corcel color negro y en su hombro tenía un arco color negro con flechas rojas.
Hesmish con la misma armadura reposaba en un caballo café oscuro, a diferencia de la reina éste cargaba en su cintura una espada del tamaño de sus piernas la cual parecía pesar toneladas.
A un lado de ellos dos una figura aún más espeluznante se observaba, arriba de un caballo una criatura de aspecto Humano se encontraba sentado. Aquella criatura medía al menos tres metros de altura, su armadura completa era negra con pequeños rubíes color rojos los cuales le daban un aspecto de fuego. En su mano cargaba un enorme escudo de torre y en la otra reposaba una espada bastarda negra con toques plateados.
En cantidad rebasaban a las tropas de Andarg, a los lados y atrás de ellos se miraban criaturas completamente negras. Algunos parecían lobo pero sin ojos solo una enorme boca repleta de colmillos, algunos otros tenían apariencias humanas pero deformes. Ellos no portaban armas pero en tamaño eran superiores, medían casi 2 metros de alto.
-Dios mío- susurro el rey Dalkar
-Son muchísimo más que nosotros su majestad- Peé volteó a verlo asustado empuñando su arco
-Lo sé pero no podemos rendirnos tan fácil, tenemos que luchar defendiendo el reino… así cueste nuestra vida y la de los soldados.
Ambos quedaron callados mirando las tropas de la reina
La reina Armeris y Hesmish soltaron una carcajada al mirar las tropas de Andarg, las cuales eran mucho menores en cantidad que ellos.
-Parece ser que esto va a ser más sencillo de lo que imaginábamos Hesmish, apenas de comienzo la lucha estaremos ganando
-Es correcto Armeris, nunca creí que las tropas de tu amado esposo fueran tan pobres.
-Su majestad- se escuchó una voz grave, aquel caballero negro habló
-Dime Sargen…- respondió la reina
-En el momento que usted nos diga iniciaremos la lucha, espero sus órdenes su majestad.
-Esperemos que ellos den el primer paso, vamos a darles la ventaja de ponerse la soga al cuello ellos solos.
El aire frio de la noche comenzaba a hacerse más intenso, la nieve comenzó a caer en todo el campo de batalla coloreando de blanco el piso, por las bocas de los soldados salía vapor y las espadas y escudos comenzaban a llenarse de nieve.
-Su majestad permítame decirle algo… fue un placer servirle a usted y al reino, muchas gracias- Peé volteó a ver a rey y le sonrió
-El pacer fue mío Peé, te doy el honor que hagas el grito de guerra…- El rey empuño con fuerza su espada y tomó fuertemente la rienda de su caballo
Peé tomó una flecha, la puso en su arco y la hizo volar por el campo, esta voló hasta llegar a uno de las criaturas dándole directo en el corazón. Está se desplomó inmediatamente en el suelo y como si de cenizas se tratara comenzó a desaparecer.
-¡¡POR ANDARG!!-Peé gritó, los arqueros del castillo dispararon sus flechas e inmediatamente todos corrieron hacia los enemigos
Con espadas en mano los soldados comenzaron a pelear con las enormes criaturas negras. Estas con sus garras arrancaban las armaduras de los soldados de Andarg, con sus enormes colmillos arrancaban las cabezas de ellos de una sola mordida.
Editado: 19.07.2021