RECORDATORIO:
ESTE ES UN CUENTO EN EL QUE TODAS LAS HISTORIAS CONVERGEN, POR LO QUE PUEDES ENCONTRAR SPOILERS MUY FUERTES DE LOS QUE NO ME HAGO RESPONSABLE, ADEMÁS DE INFORMACIÓN SOBRE NUEVAS NOVELAS.
LÉASE BAJO SU PROPIO RIESGO.
07 de marzo del 2023
Casa de Calem
Las ventanas abiertas hicieron que a Calem empezara a dolerle la cabeza. El constante movimiento de Helen fue un recordatorio bastante claro de todo el trabajo que les esperaba ese día.
Con algo de esfuerzo, consiguió girarse en la cama, manteniendo la mirada clavada en el techo mientras empezaba a sentir que su cuerpo dejaba de entumecerse. Por la posición del sol debía ser bien entrada la mañana, lo que significaba que Helen no tardaría en…
—¿Todavía no te has levantado?
Y ahí estaba.
Calem respondió con algo parecido a un gruñido mientras intentaba sacar fuerzas de alguna parte su cuerpo y sentarse en la cama. Le costó un poco, pero lo consiguió. Mantuvo los ojos fijos en los de su esposa mientras esta se tomaba el tiempo para repasarlo.
Calem se había dormido solo con los bóxers la noche anterior, así que al tener su pecho al descubierto, Helen no pudo evitar pasar la mirada por su abdomen marcado. Era algo que jamás se cansaría de ver o de recorrer con las puntas de sus dedos y… otras cosas.
—¿Eso es para mí? –preguntó Calem cuando vio la bandeja con desayuno que ella llevaba en las manos.
Esas palabras parecieron lograr que Helen saliera del trance en el que se había metido y sacudió la cabeza para centrarse. Ese día era muy importante porque serían los anfitriones de la fiesta anual de personajes.
—Sí, pero no te daré nada si continúas en la cama.
Helen quería sonar severa, pero la verdad era que sus palabras tenían una segunda intención: hacer que se levantara y así poder admirar mejor su cuerpo.
—Creo que no te follé con la suficiente fuerza la noche anterior.
Helen sintió que sus mejillas se ruborizaban y decidió dejar esa frase sin respuesta.
Por supuesto que lo había sido, había sido… fantástico. Con la cantidad justa de fuerza y delicadeza que a ella le encantaba. Pensar en aquella noche era lo que la había motivado a empezar el día con tanta energía y buen ánimo.
—Solo ven a desayunar para que podamos terminar de prepararnos.
Calem dejó caer la cabeza hacia atrás durante una milésima de segundo. Seguía con algo de sueño y nada le sentaría mejor que cerrar los ojos por otros cinco minutos, pero eso no sería posible mientras Helen siguiera con tanta energía, así que intentaría dividir y vencer.
—¿Y si vienes a la cama un rato y aprovechamos el único momento que estaremos solos hoy?
Helen arrugó el rostro ante sus palabras. Esa no era la respuesta que Calem esperaba y no necesitaba esperar a que ella hablara para saber que la idea no le había gustado. O no era que no le gustara, sino que no iba a permitirse caer en sus garras.
—Quiero que las cosas salgan igual de bien que el año pasado, así que levántate de la cama y ayúdame.
Helen se dio la vuelta, sabiendo que si se quedaba en aquella habitación un minuto más, su fuerza de voluntad terminaría abandonándola y se metería en la cama con Calem para algo mucho más intenso que dormir. No era como que la idea le disgustara, pero no era el momento, necesitaba concentrarse en ser una buena anfitriona.
Una vez teniendo claro que no había manera de convencer a Helen para que empezaran a trabajar más tarde, Calem se levantó de la cama. Lo único que llevaba encima eran sus bóxers y no se molestó en cubrirse. Cuando llegó a la sala, Helen ya estaba ocupada con su desayuno y él sabía que lo mejor que podía hacer era imitarla.
Desayunaron en silencio durante el primer minuto, hasta que Calem decidió levantarse de su lugar y se sentó en la silla que quedaba junto a Helen. Ella se lo quedó mirando por un rato, hasta que él esbozó una sonrisa y se inclinó para besarla.
Helen intentó mantener su ceño fruncido, pero no era capaz de resistirse a los besos de Calem, así que terminó cediendo y olvidando su enojo. La verdad era que estaba nerviosa. El año pasado Amelia había hecho una fiesta excelente en la que todos se habían sentido muy cómodos y ella no quería que eso cambiara, por lo menos no demasiado. Además de que habría nuevos invitados, Helen no quería que todos empezaran a aburrirse, a pesar de que Calem le había dicho muchas veces que, con la cantidad de cosas que había ocurrido en cada historia durante el último año sería imposible que se aburrieran, ella seguía pensando lo peor.
—No te preocupes tanto –susurró Calem antes de dejarle un beso en la frente—. Sé que es normal que estés nerviosa, pero ya verás que, una vez las cosas se pongan en marcha, no tendrás nada de lo que preocuparte.
Helen le dio una sonrisa un poco tensa. Lo que más le preocupaba en aquel momento era el embarazo de Adara. Tenía todo bien elaborado: bebidas sin alcohol y comida temática. A pesar de que no era el momento del babyshower, sabía que no podrían reunirse hasta el próximo año y quería hacer algo especial para ella y Nícolas V, solo esperaba que no se lo tomara mal.
Terminar el desayuno fue toda una odisea, Helen se ponía cada vez más y más nerviosa, a pesar de que los invitados no empezarían a llegar hasta las cuatro de la tarde.
Calem sabía que no valía la pena recordarle que las cosas saldrían bien, no cuando ella estaba recitando una vez tras otra las cosas que le faltaban por organizar.
Durante toda la semana se habían ocupado de limpiar la casa y comprar todo lo que se necesitaba para la fiesta, de modo que solo debían preocuparse por organizar todo, gracias a que el día anterior Helen se había centrado en las decoraciones, así que solo faltaban unos pocos detalles para que todo estuviera perfecto, claro que si le preguntabas a Helen los nervios no iban a permitirle decir nada.