Charlotte había quedado de alguna forma impresionada con lo sucedido aquella tarde, no dejaba de preguntarse quién era aquel muchacho del jardín, se preguntaba una y otra vez si no debería comentarle a su padre el tema, pensaba en ello a la hora de la cena cuando escuchó la voz de su padre al fondo.
-Han sido amigos míos desde hace tiempo, debemos cumplir con la invitación que nos hacen. Espero que consultes con la señorita Stone para que te ayude a elegir un vestido adecuado para la ocasión.
-¿Decía padre?, preguntó Charlotte alzando la mirada rápidamente
El señor Hemsley suspiró, Charlotte crecía rápidamente y con el paso de los años, le preocupaba que su hija no estuviese lista para la vida de casada, era extremadamente inteligente, sí, pero eso no era lo que buscaban los jóvenes de esa época, preferían mujeres sumisas, expertas en el manejo del hogar y tal vez ávidas en la música y la costura, aparte de eso, no esperaban más de ellas, pero Charlotte era diferente, tal vez la falta de una madre había hecho que la chica creciera así, aunque no podía decir que la señorita Stone hiciera un mal trabajo, Charlotte era un tanto rebelde para su edad.
-Charlotte, es de buena educación estar atenta a lo que te hablan los demás, el señor Hemsley la miró reprobatoriamente, la señorita Stone en cambio la miró con preocupación, Charlotte sabía lo que pensaban, que no era lo suficientemente buena para el matrimonio, pero ella esperaba que su futuro esposo entendiera su personalidad.
-Te decía que la familia Lowell, nos ha extendido una invitación a cenar mañana, quieren presentarnos a sus hijas y además algunos vecinos.
-¿La familia Lowell?, preguntó Charlotte, sabía que había escuchado ese apellido en alguna parte.
-Los Lowell, cómo ya te he dicho anteriormente Charlotte, son nuestros nuevos vecinos, Bruno Lowell es uno de mis más apreciados amigos, tuvimos la fortuna de conocernos en el internado, creo que ya te lo he comentado antes.
-Sí, es cierto, respondió Charlotte, si los Lowell tenían hijas, pensó, seguramente serían las primeras amigas que haría en ese pueblo, pensar en la cercana navidad acompañada de nuevas amigas, le hacía sentirse mucho mejor respecto a todo el tema de la mudanza, muy seguramente los Lowell tendrían un baile de navidad, o tal vez alguna de las familias vecinas, podría divertirse y al mismo tiempo conocer a las chicas y jóvenes de ese lugar.
-Bueno, dijo el señor Hemsley, es hora de retirarme, tengo algunos asuntos importantes que tratar con mi abogado.
-¿Puedo retirarme yo también? Preguntó Charlotte mirando a su institutriz, me gustaría descansar.
-Puede retirarse, mañana elegiremos el vestido que usará para la cena con la familia Lowell.
-Muchas gracias señorita Stone, espero descanse pronto también, respondió Charlotte y procedió a retirarse a su habitación.
A la mañana siguiente, Charlotte despertó con la sensación de no haber dormido nada, pasó el resto del día cansada e irritada, sin embargo tuvo el tiempo suficiente para escribirle una carta a su amiga Teresa.
Querida Teresa:
Al fin hemos llegado, todo ha sido muy ajetreado desde entonces, sin embargo el lugar es amplio y agradable, la nueva casa tiene un jardín enorme, espero que pronto Sarah, Eleonor y tú puedan visitarme y pasar una temporada con mi familia, se que les gustará mucho, si te soy sincera, todo esto ha sido muy molesto para mí teniendo en cuenta que mi corazón se encuentra en otro lado, no puedo evitar pensar que habría pasado si me hubiese confesado en el baile de Navidad de los Bellamy, ahora no puedo hacerlo pero confío que me escribas prontamente para tener noticias.
Con mi más sincero afecto
Charlotte
Terminada la carta, Charlotte la metió en un sobre y la selló, bajó con ella entre las manos hasta que tropezó con el Marlon, el mayordomo, le entregó la carta y pidió que fuese enviada a la mayor brevedad, luego de ello fue a desayunar y se dedicó parte de la mañana a elegir junto a la señorita Stone el vestido y para la noche. Luego se dirigió a la que sería la biblioteca, los libros aún se hallaban en cajas, Charlotte abrió la primera que encontró y sacó un libro al azar, se sentó cerca a la ventana y leyó hasta la hora del almuerzo, el día se le estaba haciendo eterno, cuando llegó la hora de alistarse Charlotte estaba de tan mal humor que ya no tenía ganas de acudir a la dichosa cena, sin embargo se dejó vestir y peinar y estuvo puntual en la puerta cuando el carruaje estuvo listo.
La casa de los Lowell no estaba muy lejos de la de su padre, sólo los hermosos jardines separaban las dos propiedades que casi parecían una sola, el mayordomo de los Lowell los recibió educadamente y los condujo a la sala donde ya se encontraban algunos invitados junto a los anfitriones, el señor Bruno Lowell se acercó junto a su esposa y saludó amistosamente a su padre, realmente parecían buenos amigos, la señora Helena Lowell saludó cordialmente a su padre y este, presentó a Charlotte a sus anfitriones, Charlotte hizo una reverencia cordial, ambos anfitriones parecieron quedar complacidos entonces la señora Helena se acercó a Charlotte y tomándola del brazo la invitó a conocer a sus hijas.