Ella ya no era feliz, nada estaba bien respecto a su ser.
Su ropa se había vuelto oscura, igual que su presencia.
Su cabello perdió aroma y suavidad.
Sus labios siempre estaban fruncidos.
Sus ojos se veían más pequeños, parecía que el brillo los había abandonado para siempre.
Y entonces sucedió, amó de verdad.
No a un chico de suave voz aterciopelada y preciosas intenciones.
Se encontró a sí misma, queriéndose como solo ella sabía hacerlo.
Volvió a la natural apariencia.
Su vestimenta es colorida una vez más.
Lleva el enmarañado cabello en libertad, con la intención de demostrar lo emocionante que es estar de regreso.
Sus labios tintados de carmesí se curvan en amplias sonrisas.
Su mirada es enorme, expresiva y llena de vida.
Ella dejó de ser y pudo renacer cual fénix.