A ella no la quieren.
Nada sabe sobre amor, pudor ni decencia.
Su voz cálida esconde un alma devastada.
Tiene aroma a promesas rotas y sueños abandonados.
Fue destrozada física y emocionalmente.
Renunció a su vida, familia y felicidad.
Sus grilletes están fabricados a base de centavos.
Su martirio abarca sexo y alcohol.
Ella no siente placer, solo miseria.
Y anda sin rumbo en un laberinto sin salida.
Sin saber nada de ella, porque todo lo que siempre quiso ser ya no lo fue.
Y la única culpable de su desgracia es la necesidad.