Se siente débil, detesta haber creído en él.
Odia que se haya ganado su afecto.
Se incluían sus sonrisas, desvelos, risas y anhelos.
Las lágrimas son una suma reciente al listado.
Le dedica su angustia y la garganta cerrada.
Ansiedad, sufrimiento, frustración.
¿Él la confundió con una cuestión hormonal? ¿Un vano deseo pasajero?
No es capaz de encontrar la razón, las preguntas la abruman impidiéndole ver consuelo.
En medio de la ceremonia su prometido huyó, dejando ver su cobardía.
Permitiendo que en ella se instalara el rencor.
Le bastó con centrarse en las acciones, no necesitó de inútiles argumentos o falsas ideas del futuro que no tuvieron.
Los recuerdos le sirvieron para prometerse que no caería ante absurdos engaños otra vez.