Fenix de Vered: Historias de Merss

76

Merss miró a los monarcas con una sonrisa tranquila, pero sus ojos brillaban con astucia. Había algo en su expresión que no dejaba lugar a dudas: detrás de esa aparente dulzura se escondía un propósito inquebrantable.

—Quiero que organicemos una gran fiesta —anunció con una voz engañosamente suave, como si estuviera hablando de algo tan simple como un paseo por el jardín—. Celebraremos la recuperación de la reina y, por supuesto, todos deben participar, incluidos los sirvientes.

Dorion frunció el ceño, cruzando los brazos sobre su pecho. Su postura imponente contrastaba con la delicadeza de las palabras de Merss.

—¿Una fiesta? —repitió con incredulidad, su tono cargado de escepticismo—. ¿Y qué ganamos con eso?

Merss ladeó la cabeza con una expresión divertida, casi infantil, aunque en sus ojos dorados destellaba una inteligencia aguda, calculadora.

—Bueno, es una excelente excusa para reunir a todos en un solo lugar —dijo con calma—. Además, tenemos un gran anuncio que hacer.

Latem, que hasta ahora había permanecido en silencio, entrecerró los ojos. Su instinto le decía que algo más estaba ocurriendo bajo la superficie.

—Nos estás llevando a algo, ¿cierto?

Merss asintió con suavidad, su sonrisa ampliándose apenas lo suficiente para revelar un atisbo de satisfacción.

—Si reunimos a todos, el traidor no tendrá forma de escapar sin delatarse. Nadie sospechará si la fiesta se mantiene dentro del palacio porque el príncipe Latem ya se encargó de cerrar todas las salidas.

Los presentes intercambiaron miradas. Eldric y la reina Elena parecían procesar cada palabra con rapidez, asimilando la estrategia oculta detrás de la propuesta. Era evidente que Merss no estaba improvisando; cada detalle había sido cuidadosamente planeado.

—Eso significa que nuestro traidor se sentirá seguro y actuará sin reservas —murmuró la reina Elena, tocándose el mentón pensativa, sus ojos oscuros brillando con determinación—. No tendrá forma de saber que ya estamos sobre él.

Eldric sonrió con diversión, sentándose y apoyándose en la mesa con los brazos cruzados. Su postura relajada no ocultaba la tensión que recorría su cuerpo.

—No esperaba menos de ti. Haremos que el traidor baile antes de caer.

Merss sonrió en respuesta, su expresión serena pero implacable. Sabía que esta noche sería decisiva.

—Entonces, debemos hacer que esta celebración sea grandiosa.

La reina Elena y Eldric ya estaban tomando notas mentales, anticipando cada detalle para la trampa que estaban a punto de desplegar.

******************************************

La noticia de la fiesta en honor a la recuperación de la reina Elena se extendió como el fuego entre los muros del palacio. Sirvientes, soldados y nobles se preparaban con entusiasmo, decorando las salas y organizando banquetes, pero nadie sospechaba que la verdadera razón del evento era atrapar al traidor.

En medio del bullicio de los preparativos, Merss permanecía oculta. Solo unos pocos sabían que estaba despierta y recuperada. Mientras todos creían que la Santa aún descansaba en su habitación, ella se movía en las sombras, ayudando a organizar la trampa con una precisión que hablaba de su experiencia en situaciones mucho más difíciles.

Loss, fiel a su deber, vigilaba la puerta de la habitación de Merss. Su expresión seria no dejaba lugar a dudas: cualquiera que se acercara sin autorización sería detenido. Los sirvientes asumían que la Santa seguía en cama, demasiado débil para asistir a la celebración.

—¿Sigue dormida? —preguntó uno de los criados con curiosidad, mientras pasaba por el pasillo con una bandeja de frutas.

—Sí, el rey Eldric ha prohibido que la molesten —respondió Loss con frialdad, su tono cortante como el filo de una espada—. No se acercarán a esta puerta si aprecian sus vidas.

Nadie cuestionaba sus palabras. El misterio alrededor de la Santa y la severidad de Loss disuadían cualquier intento de espiar.

Mientras tanto, en un ala más discreta del palacio, Merss se preparaba en silencio. La reina Elena la ayudaba a vestirse, eligiendo para ella un vestido blanco con bordados dorados que resplandecía a la luz de las velas. Cada puntada parecía brillar con un brillo divino, como si Vered mismo hubiera tejido el tejido.

—Esta noche —susurró la reina mientras ajustaba un delicado velo sobre su cabello—, tú tendrás el control.

Merss asintió con calma, pero su corazón latía con fuerza. Era su oportunidad de devolver todo lo que le habían dado.

En otro extremo del palacio, Eldric y Latem afinaban los últimos detalles. Los guardias estaban posicionados estratégicamente, ocultos entre los asistentes, listos para actuar en cuanto el traidor cometiera el más mínimo error.

—¿Crees que se delatará tan fácilmente? —preguntó Latem mientras ajustaba la vaina de su espada, su tono tenso pero decidido.

—Cuando vea a Merss viva y de pie, sí —respondió Eldric con una sonrisa afilada, sus ojos brillando con anticipación—. El miedo hace que hasta el hombre más astuto cometa errores.

La noche se acercaba y con ella, la trampa estaba lista para cerrarse.

******************************************

La fiesta comenzó con gran esplendor. Música, risas y el sonido de copas entrechocando llenaban el gran salón, iluminado por cientos de antorchas y candelabros. El ambiente era de pura celebración, con nobles, soldados y sirvientes disfrutando de la festividad sin saber que, entre ellos, un traidor estaba a punto de ser desenmascarado.

El rey Dorion presidía el evento con orgullo, bebiendo y compartiendo con su gente. A su lado, la reina Elena sonreía con la serenidad de quien ya tenía la victoria en sus manos. Eldric y Latem observaban con atención cada movimiento de los asistentes, esperando el momento adecuado para actuar.

Pero el clímax de la noche aún no llegaba. El gran anuncio se haría casi al final de la celebración, cuando todos estuvieran relajados y confiados.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.