Merss parpadeó lentamente, sintiendo un peso extraño sobre su cuerpo. La luz de la mañana se filtraba suavemente por los cristales del invernadero, bañando las hojas y flores con un brillo delicado. Había algo cálido y reconfortante en el ambiente, pero también algo que le impedía moverse.
Miró hacia abajo y contuvo el aliento.
Eldric y Latem la abrazaban. Uno a cada lado. El calor de sus cuerpos era envolvente, casi protector… demasiado cómodo.
Eldric parecía furioso incluso en sueños. Su ceño estaba fruncido, su mandíbula tensa, como si estuviera lidiando con una batalla interna. En contraste, Latem sonreía plácidamente, con una expresión de satisfacción que rayaba en lo absurdo. Incluso soltó una risita suave mientras dormía.
Merss no pudo evitarlo. Soltó una carcajada silenciosa.
"Estos dos son tan diferentes."
Intentó moverse nuevamente, pero los brazos de ambos se apretaron inconscientemente a su alrededor. Estaba atrapada. Por Vered… ¿Cómo iba a salir de esta sin despertarlos y hacer que todo fuera aún más incómodo?
Observó sus expresiones contrastantes con diversión. Eldric, siempre serio, lucía como si estuviera enfrentando un ejército en sus sueños. Latem, por otro lado, parecía disfrutar de algún tipo de fantasía placentera. Era difícil no reír ante la escena.
Antes de que pudiera decidir qué hacer, sintió movimiento. Latem fue el primero en desperezarse, estirando los brazos con un bostezo soñoliento. Pero entonces, al darse cuenta de que estaba abrazando a Merss, sus ojos se abrieron de golpe.
Eldric despertó un segundo después. Al ver la situación, su rostro pasó del desconcierto a la furia en un instante.
—¡Por Vered! ¿Qué demonios estamos haciendo? —gruñó, separándose de inmediato.
Latem también se alejó rápidamente, mirando alternativamente a Merss y a Eldric con una mezcla de confusión y sorpresa.
—¿Nos quedamos dormidos así? —preguntó, rascándose la nuca.
Eldric se llevó una mano al rostro, visiblemente frustrado.
—Esto es ridículo.
Merss, aún recostada, los observó con tranquilidad.
—¿Sucede algo?
Latem parpadeó, aturdido.
—¿Tú no estás sorprendida?
Merss ladeó la cabeza.
—No, ¿por qué lo estaría?
Eldric gruñó con irritación.
—¡Porque un rey y un príncipe te abrazaron toda la noche, por eso!
Merss parpadeó lentamente.
—¿Y?
Latem soltó una carcajada repentina.
—¿"Y"? —repitió, incrédulo.
Merss se encogió de hombros.
—Fue cómodo.
Eldric se quedó sin palabras. Latem, por su parte, se llevó una mano a la frente, riendo sin poder evitarlo.
—Por Vered… Merss, eres imposible.
Merss solo parpadeó otra vez, sin entender cuál era el problema.
Pero en cuanto dio un paso, el mundo comenzó a girar a su alrededor. Su visión se desdibujó, sus piernas flaquearon y cayó de rodillas al suelo.
—¡Merss! —Latem y Eldric reaccionaron al unísono.
Latem fue el primero en llegar a su lado, sosteniéndola por los hombros con cuidado. Sin embargo, al tocar su piel, sintió un calor inusual, casi abrasador.
Eldric no tardó en inclinarse junto a ella, colocando la palma de su mano sobre su frente. Frunció el ceño.
—Está ardiendo —murmuró con preocupación.
Merss parpadeó lentamente, como si el peso de su propio cuerpo fuera demasiado para mantener los ojos abiertos.
—Mmm… ¿hace calor o soy yo? —balbuceó con voz soñolienta.
Eldric soltó un chasquido de exasperación.
—Definitivamente eres tú.
Latem la sujetó con más firmeza cuando notó que su cuerpo empezaba a tambalearse.
—Deberíamos llevarla a la habitación. Esto no parece ser solo cansancio.
Eldric suspiró profundamente, pasándose una mano por el cabello con gesto cansado.
—Por Vered… No podemos tener ni un solo día tranquilo, ¿verdad?
Sin esperar más, Latem levantó a Merss con facilidad, echándosela al hombro como si fuera un saco de harina.
—Si lo tuviéramos, nos aburriríamos —respondió con una media sonrisa.
Eldric rodó los ojos, aunque no pudo evitar que una pequeña risa escapara de sus labios mientras seguía a Latem de cerca.
Merss, medio consciente, murmuró algo contra la espalda de Latem, aunque su voz apenas era audible.
—Qué cómodo… —musitó, dejándose llevar sin resistencia.
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La reina Elena observó la escena con una mezcla de diversión y curiosidad. Latem caminaba con paso decidido, cargando a Merss sobre su hombro como si fuera lo más natural del mundo. Eldric, a su lado, reía entre dientes, claramente dividido entre la exasperación y la diversión.
Merss, con el rostro apoyado contra la espalda de Latem, parecía demasiado mareada para protestar.
—Hijo… —Elena entrecerró los ojos con una expresión ligeramente suspicaz—. ¿A dónde vas con la Santa cargada como un saco?
Latem le dedicó una sonrisa despreocupada.
—Tiene fiebre.
Eldric asintió con fingida seriedad.
—Y decidió desmayarse justo después de hacernos dormir en una posición comprometedora.
La reina parpadeó lentamente, procesando la información con calma. Luego, soltó un suspiro y esbozó una sonrisa.
—Qué desastre.
Latem se encogió de hombros, restándole importancia.
—Te acostumbrarás.
Eldric bufó.
—No sé si quiero.
Merss murmuró algo incomprensible contra la espalda de Latem, su fiebre haciendo que delirara ligeramente.
Elena les hizo un gesto con la mano.
—Llévenla a descansar. Y que alguien le prepare una infusión.
Latem asintió y continuó su camino hacia la habitación de Merss.
Eldric se quedó un momento atrás, mirando a la reina con una ceja levantada.
—¿No vas a preguntarnos qué quise decir con eso de "dormir en una posición comprometedora"?
Elena sonrió con absoluta tranquilidad.