El aire en el comedor se volvió denso, cargado de tensión y asombro.
Merss tosió sangre, su voz apenas un murmullo.
—Puedo… puedo ayudar a Galec… puedo… como… a la reina…
Meilis se quedó helada.
Otro nombre que nadie debería conocer.
Sus ojos se oscurecieron y, con furia, hundió con más fuerza su pie en el pecho de Merss, clavándola al suelo.
—¡Reina Meilis, por favor, deténgase!
La voz que rompió el aire la hizo paralizarse en seco.
Era una voz que no había escuchado en más de ocho años.
Giró lentamente la cabeza y la vio.
Elena.
Su infancia la golpeó de lleno. Su amiga… la niña con la que compartió risas y secretos, con la que alguna vez soñó con cambiar el mundo.
Pero era imposible.
Elena había estado postrada en una cama, consumiéndose por la misma enfermedad que se llevó a su hermano.
—Al parecer, las noticias no han llegado del todo al Reino Rubia.
La voz de Eldric interrumpió el choque de emociones, enderezándose y extendiendo una mano. Una descarga de magia explotó en el aire y envió a Meilis volando contra la pared.
Su cuerpo se estrelló con fuerza.
El golpe resonó en la gran sala, y Meilis cayó al suelo, jadeando con dificultad.
Pero no se quedó allí.
Con esfuerzo, volvió a ponerse de pie, ignorando el dolor que le recorría el cuerpo.
Mientras tanto, Eldric ya estaba de rodillas junto a Merss.
—¡Merss! ¡Merss!
Pero sus ojos seguían plateados. Seguía atrapada en su visión.
—Latem… quítame esto… por favor.
Su voz era débil, sus manos apretaban la lanza, pero no la movía.
—¡Muévete, Latem! —bramó Eldric, notando que el príncipe seguía paralizado.
Latem pestañeó, sacudiéndose el aturdimiento.
—¿Qué? ¡Ah, sí!
Saltó sobre la mesa y corrió junto a Merss, sujetando la lanza con ambas manos.
Eldric tomó la mano de Merss con firmeza.
—Esto va a doler…
—No dolerá tanto como las apuñaladas de los asesinos.
Sonrió con suavidad.
Meilis, que ya se había reincorporado, escuchó aquello y se quedó helada.
—"¿Apuñaladas… de asesinos?"
Antes de que pudiera procesarlo, Latem tiró de la lanza con toda su fuerza.
El cuerpo de Merss se arqueó de dolor antes de caer de nuevo al suelo.
Pero no gritó.
Ni siquiera se quejó.
Solo dejó escapar un aliento entrecortado.
Meilis no pudo apartar la vista de Elena.
Si la santa era real…
Si había curado a su amiga…
Si realmente tenía el poder de sanar cualquier enfermedad…
Entonces, podría salvar a su hermano.
Pero… ya era demasiado tarde.
Ella misma la había matado.
Nadie podría sobrevivir tras ser atravesada por una lanza de guerra.
Entonces, la voz de Merss la sacó de su ensimismamiento.
—Eldric…
Sus ojos volvían al dorado oscuro.
—Ayúdame… ayúdame a acercarme a ella.
—¿Estás loca?
Eldric apretó los dientes, pero ya conocía la respuesta.
Rodeó los ojos con frustración y se pasó un brazo de Merss por el cuello, sujetándola de la cintura con el otro.
—Vamos, santa loca. Haz tus milagros.
Merss apenas podía mantenerse en pie. Tosió de nuevo, y de su boca cayó tanta sangre que un charco escarlata se extendió a los pies de Meilis.
La reina la miró con incredulidad.
Entonces, Merss alzó una mano temblorosa y le acarició el rostro con infinita ternura.
Meilis sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
—Yo… yo puedo ayudar.
Sus ojos se entrecerraron, su voz apenas un susurro.
—Vered salvará… a tu gente… sé paciente.
Y sus ojos perdieron todo brillo.
Su cuerpo se desplomó en los brazos de Eldric.
—¡Por todos los dioses, Merss! ¡Vered, ayúdala! —rugió Eldric al techo, como si el mismísimo dios fuera a responderle.
Y esta vez… lo hizo.
La reina Elena escuchó su voz resonar en su interior.
"Agua. Solo necesita agua."
Sin dudarlo, tomó la jarra más cercana y corrió hacia Merss.
—Rey Eldric, recuéstala y abre su ropa.
El tono de la reina no era una petición. Era una orden.
Eldric obedeció sin dudar. Ni siquiera preguntó.
Sacó su daga y rasgó la tela con fuerza, exponiendo el vientre de Merss.
Latem apartó la vista, sintiendo náuseas.
Pero Eldric no se inmutó.
Colocó sus manos sobre la herida tratando de contener la sangre, aunque sabía que era inútil.
Meilis, en cambio, sintió su cuerpo paralizarse.
Aquello era imposible.
El cuerpo de la santa estaba destrozado.
El corte que dejó la lanza había desgarrado su piel, sus músculos, sus entrañas.
No había forma de salvarla.
Entonces… Elena vertió el agua.
Primero cayó lentamente sobre las manos de Eldric.
—Puedes quitarlas.
Su voz fue serena, segura.
Eldric las retiró con vacilación.
El agua continuó cayendo.
Y de repente… brilló.
Un resplandor dorado cubrió la herida de Merss.
Entonces, algo aún más imposible ocurrió.
El agua no se agotaba.
Seguía cayendo de la jarra como si no tuviera fondo.
Meilis contuvo la respiración.
—No…
Antes de que pudiera procesarlo, Merss respiró de golpe.
Tosió.
Sus párpados temblaron.
Y entonces… abrió los ojos.
Meilis sintió su piel erizarse.
La santa…
Había vuelto a la vida.
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Hola, gente preciosa, soy Z.I.E.L.
¡¡Al fin otro cap más!! Perdón por desaparecer; le daré dos caps más. n_n
Me encantaría leer sus opiniones; alguna queja por la ortografía o la manera en que escribo será bien recibida. n-n
Besooooos. <3