Capítulo 1: – La Gran Apertura de los Regalos.
Planeta Eos, Sistema Astralis.
5 agosto 756, noche.
Campamento de los Chocobros, en algún lugar de Duscae, Lucis.
El droide ID10 permanecía oculto, cerca del campamento, con su lente azul enfocada en la tienda de Noctis y Prompto. Con un pitido apenas audible, el droide abrió un panel inferior. De allí, emergió un mini-droide del tamaño de una araña, ID10-A, que se deslizó rapidamente por la hierba hacia la tienda y encontró una abertura en la lona, introduciéndose en la oscuridad y observó.
Tienda de Noctis y Prompto.
Dentro de la tienda, Prompto y Noctis no se movían, apenas respiraban. Umbra seguía sentado como estatua frente a las cajas, su silueta recortada por la luz lunar que se colaba por la lona.
El silencio era absoluto, como si el universo aguardara y esperaba.
Noctis tragó saliva. Prompto también. Luego, casi en cámara lenta, el príncipe alzó la mano hacia la caja más grande, la blanca y celeste, la de Tenebrae. La yema de sus dedos rozó la cinta.
Y entonces,
¡paf!
Una pata firme lo detuvo.
—¿Eh...? —murmuró Noctis.
Umbra lo miraba serio. Luego negó con la cabeza, con un gesto más humano que canino.
Dio un pequeño sacudón y, desde un compartimiento del arnés, una carta se elevó como si fuera lanzada por una corriente mágica. Dejó un rastro de estrellitas brillantes que parpadearon brevemente en el aire antes de desvanecerse.
La carta aterrizó suavemente en la mano de Noctis. En el anverso, una pegatina:
una versión chibi de Luna, con una expresión severa y una mano en alto que decía claramente “No.”
Noctis parpadeó. Levantó la vista hacia Prompto, quien solo atinó a darle un codazo juguetón en las costillas.
—Nos tiene calados, ¿eh, Su Alteza? —murmuró el rubio con una sonrisa pícara, como si estuvieran atrapados en un complot familiar.
El príncipe abrió la carta..
—“No, Amorcito. Mi regalo no será el primero. Será el último.” —leyó en voz alta.
Se hizo otro silencio.
—¿¡Cómo sabe que iba a abrirlo!? —exclamó Noctis, mirando alrededor como si la tienda tuviera micrófonos.
Prompto alzó ambas manos, riendose.
—Sin comentarios...
Noctis soltó un suspiro y se giró hacia el resto de las cajas. Tomó la más pequeña, envuelta con la bandera del Taller de Hammerhead. Observó la etiqueta, y una sonrisa burlona apareció en su rostro. Le enseñó el cartelito a Prompto, señalando con el dedo una parte en particular.
—Mira esto… “De: Cindy. Para: Promp–to.”
—¡Ugh, nooo! —Prompto se tapó la cara mientras se sonrojaba hasta las orejas.
—Promp–to —repitió Noctis, dándole varios codazos mientras se reía.
Prompto le arrebató la caja con un quejido lastimero.
Luego, Noctis tomó la de Niflheim.
—La de Aranea, para ti. —anunció con tono oscuro y divertido.
—Me va a matar, ¿verdad? —dijo Prompto, con un escalofrío.
El príncipe soltó una carcajada, una risa de "estoy en esto contigo, pero te lo buscaste",
Luego dejó esa a un lado y tomó las dos que quedaban:
Una con el escudo de Lucis, y la otra —aún intocable— de Tenebrae.
—Vamos. Que empiece el desfile.
Prompto miró la caja de Cindy, suspiró profundo, y la abrió.
Dentro, un set de lentes de sol último modelo y un pequeño maletín con cremas solar con aroma a aceite dulce, peines y camisetas sin mangas, de moda.
Una nota acompañaba el kit:
“Para mantener tu maquinaria tan bien cuidada como tu piel, Promp–to ;) —Cindy”
El rubio quedó paralizado.
—¡¿Piel?! ¡¿Qué piel?! ¡¿Por qué lo escribe así?! ¡Y esas caritas! ¡Y ese guiño mecánico…!
Se revolvía en su sitio, tapándose la cara, girando sobre sí mismo
—¡¡Esto es peor que una dogeza invertida!! ¡Voy a tener que usar esto delante de Gladio! ¡Él me va a bromear! ¡ME VA A BROMEAR MUCHO!
Noctis se secaba las lágrimas de la risa cuando le tocó su turno. Abrió la caja de Iris:
Una sudadera negra con detalles en azul y el escudo de Lucis bordado discretamente en el pecho.
Junto a ella, pulseras luminosas tipo festival y una libreta decorada con ilustraciones modernas y mensajes motivacionales con tipografía cómica.
La nota decía:
Para que te cuides y no te pierdas, incluso cuando la oscuridad te quiera ganar.
Noctis la leyó en silencio… y por un segundo bajó la mirada. Luego sonrió. No se burló, ni comentó. Solo se la guardó al pecho.
Prompto, lo miró de reojo.
—…Eso fue lindo —dijo bajito.
Noctis asintió.
—Sí. Iris… siempre tiene buen timing.
Pero el momento fue cortado por el sonido de la caja de Niflheim al crujir en las manos de Prompto. El rubio tragó saliva. Se sentó derecho, exhaló con fuerza y abrió con el temple de quien enfrenta a un juez.
Dentro, encontró un set de entrenamiento militar:
botas pesadas, guantes con agarre de combate, pequeñas pesas de mano, un misil de peluche y… un kit nuevo para su cámara, de uso rudo.
La nota, en tipografía fuerte, decía:
Para que por fin dejes de correr como chocobo y empieces a tener espalda, rubio.
Prompto se llevó una mano al pecho, con los ojos temblorosos.
—...Me está entrenando... para que sobreviva.
—Nah, te está entrenando para que no seas un desastre… absoluto. —bromeó Noctis, dándole un codazo y una sonrisa de "ya te lo decía yo".
Prompto abrazó la caja como si fuera una reliquia.
—¡Senpai! —susurró, con una lágrima dramática rodando por su mejilla, mientras Noctis resoplaba con una risa divertida.
Finalmente, Noctis volvió a mirar a Umbra. El perro asintió. El príncipe entendió.