Ffxv: El Protocolo de lo Absurdo Real, Temp 2.

Arco 2: La Hermandad Cuestionada y la Campaña en Lucis.

Capítulo 1: — El Guardián de los Regalos de Amistad Mal Canalizados.

6 agosto 756, tarde.
El droide ID10, oculto tras unos arbustos en el perímetro del campamento, emitió un rápido
—bip-zip!
Enfocando la lente al Encapuchado mientras avanzaba hacia los Chocobros.
La figura encapuchada avanzó con calma, envuelta en una capa negra, su cuerpo era mediano, esbelto.
Bajo la capucha, un par de orejas cortas y peludas asomaban discretamente, y en la cima de la cabeza, apenas visible entre las sombras, una diminuta pelota roja.

El rostro estaba casi cubierto, pero la capucha no lograba ocultar del todo su expresión: unos ojos finos como si fueran trazos de tinta y una sonrisa.
Cuando la luz lo iluminó por completo, Prompto cayó de rodillas.
—…Es un Moguri —susurró, entre el asombro, la duda y algo que no lograba nombrar.

El Encapuchado Moguri habló con una voz aguda, ceremonial y grave al mismo tiempo.

—… Se ha activado una alerta de afecto incontrolado, soy el Guardián de los Regalos de Amistad Mal Canalizados.
—Este objeto —señaló a la caja del peluche Carbuncle con su mano desde la entrada de la tienda— ha sobrepasado los límites seguros de ternura dimensional. Kupo!

Noctis no podía ni parpadear.
Ignis sacó su libreta.
Gladio… retrocedió medio paso.

El Encapuchado Moguri giró sobre sí mismo, con una miniatura de solemnidad digna de una ópera trágica.

—A partir de ahora, este espacio será clasificado como “Zona de Contención Afectiva”. Cualquier muestra de apego, suspiros excesivos, o contacto físico con el Objeto Número Uno deberá ser monitoreado.

—¿Objeto… número uno? —repitió Noctis, incrédulo.

—El peluche. Lo hemos nombrado así en los protocolos Mogurianos de absorción emocional. Kupo!

Prompto alzó la mano.

—¿Eh, señor Guardián… qué pasa si alguien lo abraza otra vez…?

El Encapuchado Moguri dijo.

—Podría abrirse un portal afectivo.
O una madriguera emocional.
O… una zona de confesiones innecesarias.

Dramático silencio.

Ignis bajó lentamente su cuaderno.
Gladio cruzó los brazos, dudando si golpearlo o aplaudir.

Noctis solo se cubrió la cara con las manos.

—Esto no puede estar pasando… —murmuró.

—Ya está pasando —dijo el Moguri con voz “encantadora”—. Y su responsabilidad… comienza ahora.

Y el Moguri lanzó algo al suelo, salió humo y desapareció, como si fueran un ninja
Solo dejó tras de sí una nube con aroma a lavanda, polvo de estrellas… y una pequeña nota flotando en el aire:

Primera advertencia emitida. Sigan abrazando bajo su propio riesgo. Kupo!

7 agosto 756, mañana.

Mañana despejada. La brisa olía a hojas húmedas y humo de café recién hervido. Las aves trinaban sin ironía… lo que contrastaba cruelmente con la tensión que se respiraba en el campamento.

Ignis llevaba ya veinte minutos tomando notas con un tono más frío que el acero de sus cuchillos. Su cuaderno estaba desplegado sobre una mesa improvisada, los lentes brillaban con cada rayo del sol que cruzaba su sombra… y cada vez que asentía silenciosamente, Prompto sudaba un poco más.

—Muy bien —dijo finalmente Ignis, con un tono sereno y lapidario—. Revisión matutina de mochilas, comida, y estado físico de cada miembro del equipo. Empiezo contigo, Prompto.

El rubio casi se atraganta con la tostada a medio masticar.

—¿E-estado físico? ¿Pero no dijimos que hoy era día libre?

—hoy no. Y tras los gritos de anoche —Ignis miró a ambos con una ceja arqueada—, consideré prudente una evaluación general.

Gladio, sentado junto al fuego. Murmuró algo como “hagan caso o verán lo que pasa” y siguió removiendo su café.

Prompto y Noctis se miraron. Noctis apretó los labios, como si le costara tragar la culpa… o el recuerdo del peluche. Prompto fue a decir algo… pero solo emitió un ruido nasal.

—¿Algo que declarar? —preguntó Ignis, directo, con la pluma ya posicionada para anotar.

—¡Nada! ¡Cero! ¡Ningún rugido en la noche ni brillos misteriosos ni nada parecido! —saltó Prompto, luego se tapó la boca—. Digo, jejeje, dormimos como bebés.

Ignis entrecerró los ojos.

—Ajá?

—Ni rastro de… nada —añadió Noctis, cruzando los brazos como si se defendiera de una acusación invisible—. Solo una noche normal. ¿Verdad, Prom?

—¡Sí, sí! De esas noches normales donde… te visita un perro diplomático con correspondencia Real. Digo, ¡no! ¡Mentira! ¡Noche normal sin perros! ¡Sin nada!

Gladio carraspeó. Ignis bajó la pluma. Y el silencio se volvió letal.

—A veces me pregunto si ustedes dos ensayan estas respuestas —dijo el estratega.

—Ensayarlas implicaría que planeamos esto —replicó Noctis con media sonrisa forzada.

Ignis suspiró. Luego se volvió hacia Gladio y dijo:

—Muy bien. Tú sigues.

—¿Yo? Estoy perfecto —respondió el grandulón.

Ignis lo miró… y anotó sin decir nada.

Mientras la revisión continuaba, Prompto se acercó disimuladamente a Noctis y susurró:

—Creo que sospecha algo…

—Sí. Pero al menos no preguntó por el peluche —dijo Noctis, bajando el tono.

—¿Y si algún día se activa solo…?

Ambos miraron, en sincronía perfecta, hacia la tienda donde habían escondido al peluche bajo una manta, con la nota de “NO ABRIR” pegada con cinta. A esa distancia, la pegatina de Luna seguía sonriendo con su estrellita traviesa.

Ignis los observó. No dijo nada. Solo bajó la mirada hacia su cuaderno… y escribió algo que nadie más pudo leer.

El desayuno terminó entre miradas cruzadas, tazas vacías y una tensión que solo se despejaba con el sol directo sobre los hombros. Ignis guardó su cuaderno con un gesto que sonó a sentencia. Gladio se levantó lentamente, estirando los músculos como quien sale de una pesadilla eléctrica.



#359 en Fanfic
#181 en Ciencia ficción

En el texto hay: comedia, amistad, juego

Editado: 25.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.