Ffxv: El Protocolo de lo Absurdo Real, Temp 2.

Capítulo 3: — Donde la Curiosidad “mató” al Guerrero y al Sebas.

La tienda de campaña estaba tranquila. Afuera, los primeros rayos del sol apenas tocaban el borde del campamento. Los pájaros trinaban con una paz que no presagiaba absolutamente nada raro.

Gladio entró a la tienda de Noctis y Prompto, con una libreta, haciendo inventario de las cosas, Nadie más estaba dentro. Noctis y Prompto seguían afuera, probablemente leyendo cartas. Ignis había ido por café.

Fue entonces cuando lo notó.

La caja de Tenebrae

Sobre la mesa, en medio de la tienda, como si llevara horas ahí… o como si acabara de aparecer.

Era de cartón grueso, con bordes perfectamente doblados, y tenía un peluche dentro: una versión tamaño grande de un Carbuncle, esponjoso, suave, ojos cerrados, sonrisa apacible. Inofensivo. Demasiado inofensivo.

Gladio frunció el ceño.

—¿Y esta cosa? —murmuró, acercándose.

Había una nota encima, con caligrafía elegante:

“NO ABRIR.
Gracias por participar.
GdRdAM (Guardián de los Regalos de Amistad Mal canalizados)”

—...No abrir, ¿eh? —repitió, arqueando una ceja.

Su instinto le dijo que lo ignorara. Que saliera. Que tomara aire.
Pero otro instinto, más antiguo, más primitivo, más profundamente masculino... susurró:
¿Y si pasa algo si lo tocas?

—Solo voy a ver si está tan suave como parece —murmuró, encogiéndose de hombros.

Extendió una mano. Rozó el peluche.

Mal movimiento.

Un sonido extraño llenó la tienda, como un “Brrrr-mrrrk!” mezclado con un suspiro satisfecho de nube.

La caja se iluminó.
El peluche abrió un ojo.

Gladio alcanzó a decir:

—¿Qué demo-
Y fue absorbido, sin drama ni gritos, como si alguien lo jalara con una aspiradora emocional al vacío.

El aire quedó quieto. La tienda volvió al silencio.
La caja estaba en su sitio. Cerrada. El peluche, de nuevo inerte. La nota, sin alteraciones.

Segundos después…

Ignis entró a la tienda, con una taza de café en mano. Alzó la vista, esperando ver a Gladio.

—¿Gladio? ya esta listo el conte-
Nada.

Dejó el café en la mesa. Notó que la libreta está tirado sobre la lona. Miró alrededor, alerta.

—¿Gladiolus?

Avanzó unos pasos. Entonces lo vio.

Una pequeña brizna de energía flotante, aún disipándose en el aire, justo sobre la caja.
Como si… algo hubiera desaparecido allí.

Ignis entrecerró los ojos. Rápido, sacó uno de sus cuchillos, en guardia.

—¿Qué demonios está pasando aquí?

Examinó la tienda. Abrió cortinas. Revisó rincones. Buscó huellas, marcas, signos de entrada forzada, cualquier cosa lógica.

Nada.

Sus ojos se posaron en la caja. Luego en el peluche. Luego en la nota.

—...

No. Imposible.

Ignis negó con la cabeza y regresó a buscar señales reales de peligro.
El peluche, mientras tanto, parecía más mullido que nunca.

El Guerrero, el Oso y la Vergüenza Emocional

Oscuridad.

Silencio.

Luego, una vibración extraña. Como si lo estuvieran… reensamblando en otra parte.

Gladio cayó de espaldas sobre un piso blando.

—¡AGH! ¡¿Qué diablos fue eso?! —bramó, poniéndose de pie.

Estaba en un campo circular, completamente rodeado de… almohadas. Montañas de ellas. Colores pastel. Todo olía a lavanda y pan recién horneado.

El cielo sobre él era violeta con nubes con forma de corazones.

—...No. No. NO.

Un gong sonó. Y una voz etérea, familiar, surgió del aire:

—Bienvenido, Gladiolus Amicitia, a la Sala de Contención Afectiva.™
—Fase activa: “Mascando Emociones desde la Infancia”.

Gladio retrocedió un paso.

¿¡QUÉ SALA DE QUÉ!?

Una figura apareció flotando frente a él:
El Moguri Terapeuta. El mismo que había guiado a Noctis y Prompto. Llevaba un chaleco nuevo y un puntero láser.

—Hola de nuevo. Bueno, para ti es la 1era vez. Tranquilo. Este es un espacio seguro para confrontar emociones enterradas tras tu fachada de hermano mayor.

—¡¿Fachada de qué?! —Gladio invocó su mandoble por reflejo, pero este fue reemplazado por una almohada gigante.

—No se puede golpear la vulnerabilidad con fuerza bruta, Gladiolus —le explicó el Moguri, apuntando a una pizarra holográfica donde decía “Fuerza ≠ Sanación”.

De pronto, el piso bajo sus pies se iluminó.

Iniciando Prueba 1: “Ternura que Rechazaste de Niño”.

Frente a él, una figura apareció…
Una niña pequeña. Su hermanita, Iris, de unos cinco años, con coletas y un dibujo hecho con crayones.

—¡Onii-chan! ¡Hice este para ti!

—Oh no…

La niña se lanzó a abrazarlo. El dibujo tenía un corazón con su cara y un chocobo.
Él intentó huir. No pudo. La alfombra-pastel se volvió viscosa como nube de algodón emocional.

—¡Onii-chan! ¡Míralo! ¡Diiiii que está lindo!

—¡Puedo pelear con cadentes, ¡pero no con esto! —gritó, atrapado.

La voz del Moguri sonó triunfante:

—Prueba completada. Nivel de ternura aceptada: 8%.

Otra puerta apareció.
La siguiente prueba lo lanzó a una sala de espejos, donde se veía a sí mismo… abrazando a todos sus amigos.
Uno a uno. Con frases como:

Estoy orgulloso de ti, amigo, Prompto.
Gracias por confiar en mí, Su Alteza, Noctis.
Eres más que lógica, hermano, Ignis.

—¡NO! ¡NO DIGO ESAS COSAS EN VOZ ALTA!

—Pero las piensas, ¿cierto? —respondió su reflejo, que ahora tenía ojos brillosos.

Gladio jadeó, empezando a sudar.
—¡¿Dónde está la salida de esta pesadilla emocional?!
Terapia de exposición completada. 63% de progreso emocional.

Y entonces… la caja apareció. Flotando en el aire.
Sobre ella, un letrero:



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En el texto hay: comedia, amistad, juego

Editado: 25.10.2025

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