Ffxv: El Protocolo de lo Absurdo Real, Temp 2.

Capítulo 4: — Las chicas en su 1era misión: Curación, combate y un misterio…

8 agosto 756, mediodia.

Las olas quedaron atrás de la costa y el Solaria, con su techo abierto, se internó por las carreteras del sur de Duscae. Los campos verdes, las colinas suaves y el canto lejano de Chocobos acompañaron el viaje hasta que llegó al Área de Descanso de Cauthess.
Luna aparcó con cuidado junto a una caravana, apagó el motor y se ajustó su sombrero de ala ancha antes de bajar. Tras ella salieron Aranea, con mirada alerta, e Iris y Cindy que estiraron los brazos tras el trayecto.

Luna observó a su alrededor con calma, como quien respira por primera vez la libertad de Lucis.

—¿Qué pasa si alguien te reconoce? —preguntó Aranea, con los brazos cruzados y la vista fija en el movimiento de los locales—. Podrían avisar a la policía de Niflheim… y ellos querrán saber por qué estás en Lucis y no en Tenebrae.

—Pues no creo —respondió Luna con serenidad, acariciándose el ala del sombrero—. Soy La Oráculo. La gente estará agradecida conmigo… aunque es cierto que puede haber simpatizantes del Imperio.

Sonrió, quitándole peso al asunto.
—Pero bueno, vamos a ver si reunimos información.

Las cuatro chicas entraron en el Crow’s Nest. El murmullo de platos y cubiertos se interrumpió en cuanto varios comensales reconocieron la figura de la joven de blanco.

—¡Lady Lunafreya! —exclamaron algunos, poniéndose de pie.

Luna levantó la mano de inmediato.
—No se alerten, tranquilos. Estoy en Lucis por una misión secreta… pero no deben decírselo a nadie. Y menos aún si ven a unos chicos de negro en un auto descapotable.

Unas risas suaves brotaron en la sala. Una niña, con los brazos cruzados y una sonrisa pícara, intervino:
—¿Noctis Lucis Caelum y sus amigos, verdad? ¡Todo el mundo sabe quiénes son esos “chicos de negro”!

Las carcajadas se extendieron. Iris y Cindy se quedaron paralizadas, mientras Aranea se llevó una mano al rostro.
Adiós a pasar desapercibidas… —pensó con resignación.

Luna se inclinó hasta quedar a la altura de la niña, acariciándole la cabeza con dulzura.
—Sí, querida… pero es un secretito, ¿de acuerdo? Será una sorpresita para Noctis.

La pequeña asintió encantada, como si guardara un tesoro.

De pie nuevamente, Luna habló a los presentes:
—Busco información para ayudar en lo que pueda. Misiones de caza, auxilio a viajeros… o sanar a quienes sufren la plaga estelar. ¿Alguien necesita ayuda?

El dueño del restaurante salió desde el mostrador y, con respeto, le tendió a Aranea unas hojas con encargos de caza.

Entonces, una anciana se acercó con paso lento, los ojos húmedos.
—Mi marido… fue afectado por la plaga hace 3 días. Aún es leve, pero empeora rápido. Nuestra casa está a dos cuadras.

Luna la tomó suavemente de las manos.
—Vamos de inmediato.

Se giró hacia sus compañeras:
—Chicas, voy a sanar a un paciente. Regresaré en un rato.

Las tres asintieron al unísono. Aranea ya hojeaba las hojas de caza con gesto práctico, mientras Iris y Cindy charlaban con curiosidad con los comensales.

Luna salió del restaurante junto a la anciana, caminando en la acera, luego sacó su teléfono y llamó a Cor.

—Hola Cor Leonis —dijo.

Al otro lado, la voz grave, directa y serena respondió de inmediato.
—Señorita Lunafreya… así que es cierto, estás en Lucis.

Luna alzó las cejas con sorpresa y una sonrisa divertida.
Cor, me sorprendes cada vez más. ¿Cómo sabes dónde estoy y eso que llegué esta mañana?

—Tengo mis maneras —contestó él con sequedad, aunque en su tono había un dejo de respeto—. Cuando una aeronave misteriosa que no pertenece a Niflheim, aterriza al oeste del Muelle de Galdin, es difícil que pase desapercibida aunque esté detras de unas rocas y más con una de las pocas playas que hay en la costa oeste de Lucis.

Luna suspiró con una leve risa, llevándose un dedo a los labios como si pudiera ver a su interlocutor.
—Un secretito descubierto, entonces, pero no es algo de lo que deban preocuparse, estoy con Cindy, Iris y una acompañante de confianza.

—¿Aranea Highwind? —preguntó Cor sin rodeos.

Luna quedó en silencio unos segundos.
—Veo que nada escapa a tus ojos. Sí, es ella.

—Ya veo.

La Oráculo prosiguió, con voz más firme:
—Escucha, Cor. Quiero que sepas de nuestra presencia en Lucis, pero te ruego que no digas nada a Noctis ni a sus amigos. Aún no es el momento. Será una sorpresita cuando llegue la ocasión.

—¿Y qué piensas hacer mientras tanto? —preguntó él, directo.

—Viajar —respondió con suavidad—. Ayudar en lo que pueda. Curar a los afectados por la plaga estelar, cumplir encargos con mis amigas… y, llegado el instante, encontrarme con ustedes en Lestallum. Me gustaría saludar a Mónica, a Jared, y al resto. Una visita de cortesía, como quien no quiere la cosa.

Se escuchó el gruñido leve de Cor, mezcla de desaprobación y aceptación.
—Tus pasos son tuyos, señorita, Pero entiéndelo: El Imperio no tardará en enterarse, aunque haya estado en calma, desde la invasión a Insomnia.

—Lo sé —respondió Luna con calma—. Pero créeme, Cor… esta vez, todo debe suceder así.

El veterano guardó silencio unos segundos, y luego habló más bajo:
—Muy bien. Guardaré tu secreto… por ahora. Pero si las cosas se complican, no dudaré en intervenir.

—Eso es lo que espero de ti —sonrió Luna, bajando la voz mientras veía la casa de la anciana a pocos pasos—. Hasta pronto, Cor.

Y sin más, cortó la llamada, guardó el teléfono y recuperó el paso, alcanzando a la anciana con la misma calma con la que todo había comenzado.

Luna y la anciana llegaron a la casa. Apenas cruzaron el umbral, la joven inclinó la cabeza y murmuró con suavidad:

—Permiso.

El silencio denso del lugar la guió hasta el cuarto. Allí, en cama, yacía el anciano, su brazo derecho estaba ennegrecido, consumido por las marcas de la plaga estelar, el hombre intentó hablar, pero apenas logró un murmullo ahogado.



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En el texto hay: comedia, amistad, juego

Editado: 25.10.2025

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