Fictober 2020 (drarry)

Peeves

Draco sintió como la boca de Potter se posaba en su cuello, sentía como el calor lo consumía y como su maldita mano salía dispara a su pelo y lo pegaba más a él, más a su cuerpo sin tener suficiente. 

Harry se sentía famélico y enfermo de necesidad. No tenía sentido, pero cada vez era peor, cada vez más loco se volvía. Intentaba alejarse, intentaba no volver a rondar por el castillo buscándolo pero ese maldito cabrón podía con él y allí iba, gateaba por su cama, buscaba el pergamino y soltando una que otra maldición, negándose completamente y casi queriendo llorar, buscaba el nombre de ese condenado. 

Draco se juraba que solo estaba estudiando, que solo intentaba tener mejores notas. Él para nada vagaba en las noches por el colegio esperando que milagrosamente Potter diera con él. Por eso es que buscaba siempre diversos caminos, siempre distintos pasajes o recovecos, porque no, Draco no quería volver a toparse con ese apestoso mestizo de ojos verdes y sonrisa desesperante. 

Ninguno de los jadeaba internamente satisfechos con volver a encontrarse y sin dudas no empezaba a insultarse hasta terminar uno pegado frente al otro gruñendo con ferocidad y malicia sabiendo que eso los volvía locos y les robaba la cordura y llenaba de tal adrenalina sus cuerpos que se olvidaban de la prudencia. No. Para nada. 

Draco definitivamente jamás sujetaba a Potter del pelo porque le encanta su textura y Harry por supuesto que no aferraba la pequeña cintura del Slytherin porque no pudiera dejar de pensar en lo que sería verla desnuda bajo él en una cama. No. Negativo. 

Así, entre negaciones, obviedades y mentiras, se las arreglaban para terminar solos en algún aula, besándose como dos salvajes, mordiendo sus pieles lentamente, explorando más el cuerpo del otro. Draco tenía la túnica desacomodada y Harry los pantalones abiertos. Draco sujetaba su miembro, Harry lamía su oído sin poder contener los nervios ni mucho menos los gemidos que Draco le arrancaba. 

No podían parar, cada día era una tortura sin nombre tener que alejarse y ambos sabían que los días de mentiras estaba muy muy cerca de terminar. El año recién empezaba y ninguno iba a poder sostener aquella farsa por mucho tiempo si no podían empezar a controlarse. 

Y sí, ambos lo sabían, por eso Draco siempre intentaba ser la voz de la razón y terminar aquello primero, pero Harry era la voz de la irreflexión y por eso siempre terminaba sujetando a Draco para empotrarlo contra la primer superficie dura que hubiera a disposición e impedirle seguir con eso de distanciarse aplastando tanto sus cuerpos que el rubio solo pudiera alzar la pierna para rodearle la cintura y le permitiera empujarse contra él hasta verlo correrse entre insultos y burlas. 

Esa noche, como todas las anteriores desde la primera donde lo fue a buscar temiendo que tramara algo escurriéndose por los pasillos en plena noche, no fue la excepción. Harry se empujaba contra la mano de Draco, mordía su cuello y gemía asegurándose de que el sonido muriera ahogado por la blanca piel. Draco no la llevaba mejor, el muslo de Harry se restregaba una y otra vez contra su dolorosa erección y las ansias de más lo hicieron olvidarse del decoro que solía presumir. 

—¡Basta! —dijo con fastidio y sin humor— Necesito más —gimió contra su mejor pronóstico y le hubiera dado vergüenza si la mirada velada tras las gafas ligeramente empañadas no le hubiera dado las gracias. 

—Hay… hay algo que leí… 

—Potter ahórrame tus penosos balbuceos y haz lo que tengas que hacer. —le dijo cortándolo de golpe y Harry le hubiera enseñado el dedo medio si no sintiera como su cuerpo clamaba por algo que llevaba días sin atreverse a pedir, pero sí que soñaba. 

Acomodó mejor su cuerpo y tiró del de Draco. Lo hizo pararse erguido y cuando el rubio lo miró sin entender muy bien que quería Harry se sintió algo torpe e intimidado. 

—¿Si sabes lo que…? Joder Potter no tiene un hueso pero si duele si la golpeas —se quejó con un gemido ahogado, cuando nervioso Harry le golpeó la polla por forcejear con sus prendas. 

—Tú que te pones cien túnicas como si no supieras que luego gimes como cerdo para que te las quite. 

Draco injuriado, empujo a Harry lejos y el Gryffindor, arrepentido de lo que dijo, pues él mismo fingía que nada de aquello estaba pasando, estaba a punto de pedir perdón cuando el rubio lo volvió a empujar, haciendo que cayera sentado sobre una silla.

—No sé por qué fui tan idiota como para creer que tú podrías solucionar uno de mi problemas. —se quejó hablando por lo bajo. 

Harry se sintió ligeramente incómodo con el hecho de tener el miembro al descubierto mientras Draco se burlaba de él, pero antes de que pudiera decir nada, el bastardo soltó su pantalón y sacó su propio miembro. 

No es que ese fuera el primero que veía uno aparte del suyo, Harry obvio que alguna vez midió el suyo en el baño con sus compañeros. Curiosidad nata, pero si era la primera vez que veía una mata de cabellos tan claros que parecían blancos. No diría que se le antojó lindo, porque una parte de él no creía que un término tan inocente y mundano encajara con nada de Draco, pero sí podía decir que le dio un ligero tirón en el suyo ver su polla sonrosada y erecta. 

Draco caminó hasta él, su cabello largo y desordenado caía sobre su hombro lacio y sedoso. Aunque eran definitivamente sus ojos grises y brillantes los que lo dejaron mudo cuando se sentó sobre él. 

A Harry se le ocurrieron algún que otro chiste sobre como Draco era bastante más pesado de lo que uno creería al ver su cuerpo flaco y grabado, pero en verdad las mofas murieron en su garganta cuando este se inclinó y atrapó sus labios mientras que su mano unió sus miembros. 

—¿Esto querías hacer? —le susurró duramente y pese a que el patán sonó divertido y burlón, Harry no perdió el tiempo y le rodeó la cintura. 

—Deja de fastidiar y muévete —le gruñó con soberbia, sujetando su trasero y besándolo. 




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