Una de las cosas que más amaba del invierno era el chocolate caliente. Sí, podía ser infantil, pero teniendo en cuenta que en su infancia no tomó nunca una taza decente ni mucho menos caliente.... bueno se daba el visto bueno a amarlo de esa forma pese a ser un adulto, a tener tres hijos y una familia prolífera.
En la estufa una tetera engañosamente pequeña calentaba al fuego una deliciosa cantidad de ese hermoso elixir, mientras a unos cuantos pasos de él su gran familia montaba un desastre.
El sillón de los Potter, como sus hijos bautizaron, visto que los Malfoy tuvieron fuertes opiniones al respecto de él cuando lo trajeron, era zona de guerra. Teddy sujetaba a James intentando que dejara en paz a Albus, que era jalado por Scorp intentando hacer que su hijo menos dejara de pelear a su hermano mayor. Draco estaba para en medio de todos ellos mediando por elegir la nueva película que ver, mientras que Lily colgaba de su cadera riendose malvadamente de todos sus hermanos.
Jamás en su casa reinaba el silencio, nunca había una sola tarde donde los niños no montaran un desastre y el único momento donde todos parecían mantener algo de calma era cuando el video que eligieran arrancará. Claro que la misión de elegir una película era un desafio.
James quería de terror, Teddy siempre iba de su lado. El problema arrancaba cuando Albus se molestaba y pedía un policial, que solo empeoraba cuando Scorp, decía amablemente que él tambien quería ver una de terror. Desastre. Traición. Luego Lily lloraba porque ella quería ver una animada y Draco intentaba hacer algo parecido a apaciguar las aguas, proponiendo cine independiente. Harry ni se molestaba en pujar por una película de comedia y de alguna forma que Draco siempre odiaba, eran las que veían.
Harry vio como Albus se fastidiaba y se estiraba buscando algo a lo que Draco descuidó y le dio la espalda. Estaba a tiempo de decir algo, estaba a tiempo de coger su varita e impedirlo, pero ¿que sentido tenía? Ninguno según él y cuando las palomitas de maiz volaron de las manos de su hijo menor, al mayor, el verdadero infierno se armó.
James cogió una de las almohadas, Teddy se posicionó al lado de Draco, entendiendo que ahora las cosas se habían ido al diablo y junto con su marido, empezó a llamar al orden.
Pero los Potter eran gente tenaz y mientras James y Albus empezaban su tradicional riña, Lily se bajó de los brazos de Draco y se interpuso entre sus hermanos. Los tres gritaban cosas inentendibles. Harry no se preocupaba y no porque no le importaba como Draco siempre le echaba en cara, no lo hacía porque ese trio tenía solo una forma de terminar sus riñas y él aprendió que dejarlos ser era más productivo.
Cuando estaba en Hogwarts, Harry jamás imaginó que esa sería un día su vida y no porque ahora en medio de la sala, gimiendo con la vista clavada en el techo estuviera Draco, o junto a él su hijo se abrazara a su cintura mirando con impotencia a su mejor amigo y sus hermanos pelear; ni siquiera era Teddy recargándose con el brazo en el hombro del rubio, resignándose a que los Potter harían de aquello un evento de lucha libre hasta definir qué película verían a continuación. No, era que Harry había pensado que todo sería facil y tranquilo.
Soñó con eso cuando vio morir a Voldermort, una vida tranquila y pacífica. Que idiota.
La tetera frente a él sonó y espabilando, Harry cogió las siete casas y empezó a vertir el chocolate escuchando como la vos gruesa de su ahijado se sumaba al desastre que sus hijos armaban y con una sonrisa oyó la suave de Scorp.
—Saca tu estúpida sonrisa —dijo Draco a su costado y Harry alzó la vista dejando caer unos pequeños malvaviscos en el chocolate de Lily— Ve y pon orden. —gruñó y Harry podía ver el cansancio en sus gesto.
Faltaba poco para que finalizaran las vacaciones de invierno, en nada los niños volvería a Hogwarts y tanto Draco como Tedd volverían a ser dos almas errantes que miraba todos los rincones de la casa con abatimiento.
A diferencia de ellos, Harry aprendió a disfrutar del desastre y no fingía que le molestaba escucharlos. Aceptaba que sí y solo continuaba.
—Creo que en verdad están llegando a un punto. —dijo girando para verlo de frente.
—Creo que te gusta que te den dolor de cabeza.
—En realidad me gusta ver como te desesperan. Es como volver a Hogwarts. —sonrió ladinamente.
Draco le dio un golpe en el brazo, pero no se quejó cuando Harry dio un pasó al frente y le rodeó la cintura.
—¿Que dices si hoy vuelvo a perseguirte por los pasillos?
Draco soltó una risotada y le sujetó bruscamente el mentón, haciendole alzar el rostro. Su mirada se volvió fría, distante y hosca. Harry apretó las piernas y sintió como el calor se deslizaba por su cuerpo en una dulce y sensual caricia.
—¿Quieres que vuelva a dejar que me folles en el baño y permita que huyas a esconderte tras Weasley por quince años?
—Me encanta cuando te pones todo celoso conmigo, Malfoy.
Draco le mostró los dientes fastidiado y antes de permitir que se le pasara el jueguito, Harry se estiró y le plantó un beso. Las manos de su precioso rubio se deslizaron por sus brazos y en lugar de pelear contra él, se enredaron en su cabello profundizando el beso. Separando los labios, Draco irrumpió dentro de su boca sacandole un delicioso y primitivo estremecimientos.
—¡Papá! —estallaron sus tres hijos con asco.
—¡Padrino! —se burló Tedd
—¡Padre! —rio Scorp.
Draco lo soltó de repente, saltando ligeramente asustado y Harry solo se rio. Sí, había cosas que le tiempo no cambiaba.
—¡Que asco me voy a mi cuarto! —se quejó James y empujó a Teddy con él, que no se quejó en lo absoluto.
Harry le lanzó una mirada a su ahijado y este juró buen comportamiento. Harry sabía que ese duo se traía algo entre manos. James estaba cerca de la mayoría de edad, asi que Tedd lentamente empezó sus movimientos, pero Harry había sido muy directo al respecto y juró drenarle las vísceras si osaba tocar a su hijo antes de eso. Draco se había escandalizado de tal manera con su rotunda advertencia que por instinto y morboso placer de ser su contra le dijo a Tedd que aprobaba aquello de inmediato.