Fictober 2020 (drarry)

Descendencia.

Draco jamás pensó en tener descendencia. Nunca. No era solo el maldito ruido que hacían los bebés o lo sucios que eran. Ni quiera era lo demandantes que eran o cómo tener uno implicaba que ya nadie se fijará en tí. Quizá pensó eso antes de la guerra. Luego, cuando su padre terminó en Azkaban, cuando a él le plantaron el brazo una marca tenebrosa y vio cómo una serpiente se tragaba a una ex-profesora, Draco decidió que jamás en su maldita vida traía un niño al mundo.

Aquel lugar era una porquería y no solo el mágico, el muggle también era una basura; guerras, hambre, pobreza… No, es que, ¿por qué uno haría esa idiotez?.

Pero, entonces, pasó algo increíble; algo para lo que no estaba listo y que al principio, no supo cómo encajar. Su madre le confesó que tenía una tía no loca viva y que —por si es que eso de por sí no era un dato impactante— ahora también tenían un pequeño primo. No hubiera sido algo muy influyente en su vida, contadas con las manos eran las veces que vio a Bellatrix, el verdadero dato de conmoción era que: ellos (del plural Draco también y no está en objeción) iban a hacerse cargo de los dos.

Sacando de la ecuación que era la consumación del egoísmo que ese bueno para nada del hombre lobo y la maldita metamórfoga hubiera concebido un crio en medio de una puta guerra, con la consecuencia obvia y sumamente probable de dejarlo huérfano… ¡Habían hecho a Potter el padrino!

No vaya, qué cosa más ridícula. Pese al rechazo natural que le daba, Draco sintió instintiva pena por el pobre infeliz. Huérfano y ahijado de ese bueno para nada…

Lucius ya no estaba y pese a que su tía se sintió incómoda y en reiteradas oportunidades quiso rechazar la idea de vivir con ellos, al final Draco había perdido la paciencia y le recordó que sin importar un carajo Potter y su disque fama, ella era una Black y gracias a Bella, ahora eso era una basura. También, puede ser que Draco planeará un incidente que le hiciera creer a su tía que realmente corría algún tipo de peligro. Pero es que estaba cansado de las pelas, de las discusiones y sus orgullos. Francamente no tenía más paciencia para la idiotez humana. ¿Qué iba a hacer? ¿De dónde pensaba sacar el dinero para pagar sus cosas? ¡No había forma! ¿Por qué ser terca, por qué dejar que su hermana se acostara preocupada? ¿Por qué demonios preocuparlo a él?

No es que Draco entendiera porque esta tía que desconocía completamente y el pequeño dolor de cabeza le interesaran tanto como para tomarse la maldita molestia, pero creía que estaba relacionado con el hecho de que ahora era la cabeza de su familia y por un demonio que él no lo haría tan mal como su padre.

Por desgracia, Potter había decidido ser parte fundamental de la vida del niño entonces, no era solo la migraña que le dejaba el condenado mocoso que lo hacía arrastrarse fuera de la cama en la madrugada para cargarlo y contenerse entre mecidas y biberones de ahogarlo con la almohada mientras su tía se lamentaba por no haber podido calmarlo sola, sino que también tocaba lidiar con el inútil del cara rajada que creía que podía decirle a él como tratar al niño.

Muchas veces se tragaba las respuestas sarcásticas e hirientes porque su madre le tenía prohibido montar un show con el niño dorado del mundo mágico. Y eso era lo peor, lo más frustrante de todo, porque claro, como Draco necesitó conseguirse un empleo nada más terminada la guerra, no podía ir por ahí buscándole desastres al inútil que tenía en la palma de su mano la vida de Draco. Eso te sacas cuando el bastardo de tu némesis escolar saca la cara por tí ante los jueces que se encargaban de tu libertad condicional. 

Él, que bañaba al niño cuando su tía y preparaba la cena que se negaba a dejar que un elfo viejo hiciera no necesitaba de su “oh gloriosa” sabiduría, pero su madre le hacía cerrar la boca y desaparecer cuando Potter empezaba a reprenderlo por ser tan frío o reírse frívolamente cuando Tedd lo vomitaba. No era con el crio era contra ese estúpido que no sabía hacerlo eructar sin que lo vomiten. 

Draco juntaba fuerzas, como en ese momento, que ajustaba los botones de su chaqueta y se preparaba para salir cuando Potter empezó a hacer malabares con Tedd. El irritante chillido llevaba sus buenos veinte minutos y a cada segundo la tentación de bajar de un tirón las escaleras de la mansión y arrebatarle al crio de las manos era más insufrible.

Andrómeda había ido a hacer unas compras y Draco tenía que alistarse para ir a su puesto en Gringotts. Potter desaprobrechaba completamente los sabios consejos que su madre le daba y por eso los berridos de Tedd eran claros y fuertes. Resultaba sorprendente y perturbador la fuerza que tenía y la cantidad de aire que esos mini pulmones entraba, pero más allá de la molestia, Draco empezó a preocuparse.

Bajó las escaleras de dos en dos e intentó hacerlo con elegancia suficiente para no arrugar del todo sus ropas. Subir a cambiarse sería sumamente incordioso. En la cocina, Potter y Narcissa miraban a Tedd que había entrado en modo: Pudranse malditos idiotas, y solo lloraba descontrolado en los brazos de un desconcertado y superado Potter.

Draco le hizo una mueca. El niño era un artista en la manipulación, Draco se debatía entre el hastío y la envidia. Orgulloso estaba desde ya. Potter traía cara de desesperado, de completamente abrumado por la situación y Draco necesitó reprimir una sonrisa. 

El cara rajada pasaba allí gran parte del tiempo que él trabajaba, visto que los dos estaban completamente de acuerdo en que no podían dejar a ambas mujeres solas con un niño tan pequeño. Claro que las dos les recordararon de malos modos que ellas habían criado solas a sus hijos, pero ninguno las escuchó y dado que Potter andaba de holgazán por la vida, bien podía quedarse allí y cuidar la mansión.

Como no podía ser de otra forma, el infeliz ese tenía una fortuna bien guardada y pese a que los Malfoy salieron casi absueltos, parte del pago fue en robarle el contenido de sus cámaras en el banco. Tampoco era que Voldemort les dejó mucho, Draco sonrió con felicidad al ver que los cerdos del ministerio se decepcionaron viendo cómo de extintas estaban las riquezas de su familia.




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