Fictober 2020 (drarry)

Veneno

Historia que continúa de su predecesora: Vino.

— ∞ —

Harry estaba muy cabreado. No hablaba con nada que no fueran monosílabos y pese a que lo besó, que lo desnudó y le clavó los dientes en el cuello, en el pecho y la espalda, su furia no mengua.

Draco estaba recostado boca bajo en la cama, se agitaba entre las sábanas intenta despegar la nariz de entre las almohadas pero el mechón de cabello del que Harry lo aprieta es muy fuerte y no se lo permite.

Draco vuelve a sentir cómo se acomoda tas suyo, cómo restriega la cabeza de su dura erección contra su entrada. Lo maldice y se queja cuando al arquearse su espalda da un pequeño tirón.

Maldice los años, los odia, pero un nuevo jalón le hace alzar la vista y al verlo sobre su hombro, el ver al jodido espécimen de hombre en el que Harry a sus cuarenta años se convirtió, los ama. Oh como los ama.

Bendito Merlín. Sangre bulle, calcinaba sus huesos, quemaba su piel por dentro no puede creer que ya paran tantos años desde que lo conoció, no puede creer que hayan pasado cinco desde que al fin pudo poner una maldita argolla en si condenado dedo de su mano izquierda.

La mano, esa que con orgullo Draco rodeó de una joya de la familia Malfoy, se estrelló contra su trasero, Draco vuelve a gemir, vuelve a insultar al aire. Duele, le encanta.

—¿Ya no te ríes mi amor? —le espera el celoso que entre sus piernas vuelve a juguetear con su entrada, que vuelve a empujar la gruesa punta penetrando ligeramente su interior, haciendo que Draco ruede los ojos y se muerda la lengua para no gritar cuando el dolor se vuelve placer al repetir la acción hasta meter medio falo en su interior.

—¿Molesto, Cara Rajada? —se mofa con alguno se los apodos que cruelmente le dió de niño y el quejido estrangulado que suelta le recuerda al mismo sonido que hacía en el colegio.

Sofoca una risa cínica y Harry se fastidia más al saber que se daba cuenta con absoluta claridad cuando eso le molesta y le encanta. Siente como se empuja de una dura vez en su interior y no puedo evitar sentir el placer volver a recorrerlo cuando el bastardo sin piedad o cuidado alguno le da otra dolorosa y rápida nalgada.

Jodido fetichista hijo de puta. Lo ama. A él y su atrofiada mente.

—¿Vas a seguir buscándome? —se queja cerniéndose sobre él, mordiendo su hombro, deslizándose bruscamente contra él, arrancándole un gemido duro o algún lamento largo luego de erizarle la piel con ese tono entre arrogante y ofendido.

Por principios meramente logísticos Draco no respondía. Sabía que su esposo ardía de deseos de tener bajo él el dominio del tiempo y retrocederlo a una época en que seguro mucha noches pensaba martirizándose como el mártir que era en sus errores y sus malas decisiones. Draco no tendría la grandiosa familia que tienen si no hubiera sido de esa forma, pero él no era una sucursal de San Mugo donde dejar que su esposo se atienda la cabeza, asi que le da lo que necesita y si eso es que vuelva a insultarlo, Draco recordando como la noche pasada vio a ese hijo de su madre dejar que Scorp se saliera con la suya y las ordenes que él impartió sobre las clases de pociones avanzadas se fueron por el desagüe, el que más.

—¿Muy terco para hablar? —jadeó el maldito retirándose del todo, volviendo a clavarse con fuerza cuando él solo resopló aburrido— ¿O demasiado satisfecho?

Draco volvió a morder sus labios y es que ese hombre lo conocía, ese maldito infeliz lo sabía bien. No tenía quejas, no tenía peros. Draco dentro de sí sólo tenía gemidos, solo tenía malditos y humillantes agradecimientos y alabanzas por sus movimientos, por la forma en la que rotaba las caderas y se empujaba una y otra vez sobre aquel punto que lo tenía a dos pasos de babear como maldito animal.

Selló los labios y lo hizo por su maldita dignidad que sangraba cada que sus manos lo sujetaban y lo doblegaban. Y es que pese a lo que su yo adolescente pudiera creer, no había nada malo en eso, Merlín Draco nunca sería más feliz en la desgracia. La marca en su brazo era el recordatorio silencio de que había peores amos a los que servirle.

—Vete a la meirda —le espeta en lugar de pedirle que solo siguiera, que continuara y no frenara hasta volverlo loco.

—Mala respuesta —se quejó enderezandose, arrastrándolo con él.

Draco no pudo decir nada porque notó que una de sus manos lo soltó y pese a que su cabello era un desorden que le tapa los ojos, pudo ver claramente como Harry estiraba la mano en dirección a la ventana y pocos segundos después, mientras volvía a retomar el ritmo de sus caderas, empujando Salazar bendito con esa deliciosa fuerza que lo enloquecía y le hacía sentirse joven y vivo, una botella de vino entró al cuarto destrozando el vidrio.

Draco no llegó a correr la vista, lo intentó pero Harry le sujetó el rostro con la mano libre y apoyándole la cabeza contra el hombro, sin frenar el delicioso, molesto y fúrico ritmo de sus embistes acercó la botella a su rostro y soltó el corcho con los dientes.

Su mente entró en falla, su corazón en estado critico y solo se quedó con la boca abierta mirando como el animal salvaje que lo poseía le hacia ver la etiqueta del vino que Draco pasó un inapropiado rato saboreando.

—¿Vino, mi amor?

Draco cierra los ojos y estira hacia atrás una de sus manos, la enreda en el cabello negro ligeramente largo en esa parte, jala y lo hacer que se acerque para poder besarlo. Usa su mano libre para aferrarse la polla y mientras empieza a masturbarse, mientras empieza a sentir como todo su interior se rompe en pedazos, lo suelta y lo mira juguetonamente a los ojos.

—Dirás Veneno. —lo corrige, sintiendo que es peligroso tomar un sorbo de lo que sea que le ofrezca ahora que su mirada verde luce encendida y ligeramente desorbitada por la furia.

—Vuelve a coquetear con alguien frente mio y te mataré Malfoy.




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