Filo Rosso

Capítulo 5: Deuda.

Miro perpleja al gerente, me dedica una mirada de disgusto y agacho la cabeza a modo de disculpa.
Mis ojos arden de tanto derramar lágrimas, sin embargo me encuentro muy asustada por todo el desastre que cometí. Toda la gente esta siendo revisada por los paramédicos de una ambulancia, al parecer no hay nadie grave a excepción de Zack, el cual ya fue trasladado al hospital más cercano.

—Ve a casa muchacha —Murmuró el gerente—. Mañana pasaré a tu domicilio para ver las cuentas de los daños.

Estaba atónita por lo que dijo. Como se suponía que iba a pagar los daños si no tengo ni un centavo de mi paga que supuestamente sería saldada hoy por la tarde. 
Nathaniel sostiene mis hombros con ambas manos, me giro y me encuentro con sus ojos profundos, el es el único que no me mira con desaprobación y odio.

—Te llevaré a casa —Murmuró.

Asentí.

Subí al asiento del copiloto y no pronunciaba palabra, era como si todo estuviese atascado en mi garganta. En el trayecto me dedico a mirar el paisaje, que analizándolo bien, no es el que habitualmente conozco para ir a casa, aún así no digo nada. Nath aparca el coche delante de un enorme edificio de cristales azules que por la parte de arriba reposan las letras "Hitman" en color plateado. Desconcertada miro a Nath y este me dedica una sonrisa.

—Es el hotel donde me alojo por ahora, no quería molestarte preguntándote tu dirección y no me quedo de otra que traerte aquí —Hizo una ligera pausa—. Espero no te moleste.

Trague saliva y respondí:

—Oh no, está bien, gracias por todas las molestias que estás haciendo por mi.

—No es molestia al contrario —Me paso un mechón de cabello detrás de la oreja—. Me pareces una chica encantadora.

Me ruborice, no creía que un chico tan atractivo tratará de coquetear siendo la primera vez que nos vemos.
Me removi incómoda en el asiento y carraspeé.

—G-Gracias por el halago —Dije nerviosa—. Como que hace calor, ¿no te apetecería salir del auto?

Esbozo una sonrisa y asintió.

Bajamos del auto y caminamos hacía la entrada del edificio, pasamos por el vestíbulo a paso normal; puedo escuchar como mis tacones retumban en el suelo de piedra color blanco. Nos dirigimos al ascensor y Nath presiona el botón, esperamos unos segundos y las puertas se abren. El aire se carga con nuestra aura volviéndolo un momento tenso. Levanto la cabeza ligeramente y observo a Nathaniel, es un chico muy amable, me cuesta asimilar todas aquellas molestias que realizo por mi.

El ascensor se detuvo en el séptimo piso, salimos y comenzamos a caminar a lo que sería su habitación. El silencio se tornaba incómodo y molesto. Decidí hablar un poco para romper esta tensión.

—¿Cuánto llevas aquí? —Pregunte.

—Alrededor de dos años, de hecho hace seis meses compré por definitivo el departamento.

—Ya veo, es un lugar muy estético.

—Sí que lo es.

Tomó mi mano y la entrelazó con la suya, y así caminamos hasta detenernos frente a una puerta color beige que posaban los números 320 en color dorado. Sacó la llave de su bolsillo y la introdujo en la cerradura, acto seguido la puerta se abrió con un ligero crujir. Entramos y todo se encontraba en penumbra, Nath soltó mi mano y encendió las luces.
Era más grande de lo que esperaba, las paredes estaban tapizadas en beige claro, el suelo era madera de roble color negro, tenía dos inmensos estantes llenos de libros en la sala de estar. Los sofás eran de cuero blanco, muy relucientes y se notaban lo finos que eran. Jamás tendría un apartamento así.

—Muy lindo —Dije aún sorprendida.

Sonrió y se alejo para ir a la cocina.

Me acerqué a los estantes llenos de libros y no me sorprendió ver que la mayoría ya habían pasado tras mis ojos. Al parecer era un chico muy organizado, su primer estante era solamente de literatura, y cada uno de los libros estaban separados por género literario y por orden alfabético. Seguro es un obsesionado con el control —pensé—. 
El segundo estante tenía libros sobre filosofía, física moderna, y uno que otro de expresión teatral. Me pareció interesante observar lo que hace a Nathaniel por completo, y todo se expresa mediante sus libros.

Me acerqué al sofá de cuero y pude observar un libro entreabierto, una rosa disecada se encuentra en medio de este teniendo como función un separador. Me siento y cojo el libro con ambas manos, retiro la rosa y comienzo a leer para ver de que se trata. Cuando mis ojos comienzan a leer las primeras líneas me quedo atónita al observar que se trata del libro que yo escribí. Vuelvo a poner la rosa en su lugar y cierro el libro. Observó la portada, es discreta y a su vez llamativa, siempre me encanto como se logro el diseño para formar algo tan estético. Abrazo el libro con todas mis fuerzas procurando no dañarlo, me alegra saber que aunque sea alguien disfruta de lo que escribo.



#46466 en Novela romántica

En el texto hay: amor, arrogante, hilorojo

Editado: 04.01.2019

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