Filosofia De Amor

CAPITULO 7. CONSEJOS DE MODA

CASSIE KELLER Escrute en el espejo plantando en mi rostro la mejor sonrisa de dientes blancos que era capaz de fingir, manteniendo el gesto por unos segundos que hicieron arden mis mejillas, recite un mantra. -¡Todo saldrá bien Cassie!, solo debes aparentar estar incondicionalmente enamorada y casi "comprometida" con un tipo desconocido y que tal vez haya dormido con tu hermana. La mueca cayó de mi faz cambiando rápidamente a un entrecejo fruncido. -Mi vida es un asco- confesé Me reprendí mentalmente, se suponía era una adulta responsable, feliz e independiente que clases de inmadurez era llevar a un novio falso a codearse con tu familia. Sacudí la cabeza, alborotando los tirabuzones que tarde toda una noche en hacerle a mi melena rojiza. Decidida a evitar la neurosis, enfoque mi atención al vestido rojo que cubría mi cuerpo. Si, otra vez mi acérrimo enemigo de la paleta de colores estaba expuesto en mi piel. En una calamidad de estilo princesa recatado, a pesar del strapless en el corpiño no acentuaba mas que mi patética delgadez. Por Dios! ni siquiera tenia busto que lucir. -¡Oh Maddie cariño te vez preciosa!- la exclamación de mi madre reverbero en las paredes. ¡Animo Cassie! Me dije a mi misma antes de bajar. Evitando caer de bruces sostuve la curva de la balaustrada. A mitad de los peldaños pude analizar a mi hermana en un magnifico traje coral strappless cola de sirena. Y acoto, que ella si tiene un busto para embelesar. -Cassie, oh, es un adorable vestido- sonrió mama cuando noto mi presencia ¡Claro, el mío era adorable! Siendo franca, fui causante de mi propia destrucción y es que la idea del almuerzo me resultaba tan execrable que preferí comprar el vestido en uno de esos anuncios de internet, merecía terminar con el "adorable vestido" del color incorrecto que ordene. Me apresure a descender el corto tramo y extrayendo del armario mi abrigo, masculle un "nos vemos en el club" y me marche. Vería a Miles en su oficina, la cual descubrí estaba relativamente virando la esquina del Starbucks en donde nos vimos ayer. Todo esto apuntaba a la conclusión mas elemental. ADICTO AL TRABAJO. La construcción es una pieza de arte contemporáneo con puertas gallardas y magnificas, bien podría ser el palacio de los Dioses; en el interior se fundían los tonos claros con una degradación en escalas de grises, las personas se distinguían portando sacos extravagantes y las mujeres entalladas en faldas y vestidos. Basta decir, que me sentí como un adefesio. -Buenos días, ¿puedo ayudarle? Un chico alto y apuesto de cabellos leoninos se presento, embutido en un traje gris de lino desvalido, brindándome una cordial sonrisa que no lograba alcanzar sus ojos onix ocultos tras una barrera de acrílico y cristal. Por su fisionomía podría ser un beligerante campeón del coliseo romano. Empero, la parte positiva es que no era la única con una indumentaria que costaba menos de 300 dólares. - Hola-salude- estoy buscando a Miles Sammers - ¿Es usted la novia del gran jefe?-sin saber la razón me inquiete al notar que sus emociones no se reflectaban en su mirada. -¿El gran jefe? - pregunte -El señor Sammers es el mejor corporativo de todo el área, un Verdadero miembro de Wall Street ¿Wall Street? Abrí mis orbes. El sujeto se decanto en alabanzas practicadas a su figura de máxima adoración mientras íbamos en el ascensor al ultimo piso. Solo cuando estuvimos frente a las puertas de roble dejo de hablar, se excuso con una reverencia y se marcho. Frente a las puertas de su despacho el pensamiento de que estaba apunto de ingresar en el infierno me invadió, trague saliva en un intento de apaciguar el nudo en mi garganta y el revoleo en mis tripas. La comediante en mi, se moría por gritar ante el roble " Ábrete sésamo". Resistiendo el impulso di dos breves golpe y empuje la hoja derecha. ¡¡La oficina era un completo caos!! Interminables pilas de papeles, papeles y mas papeles, llenaban la estancia. La mesa al fondo estaba cubierta por lámparas, carpetas y un ordenador de ultima generación. Aun mas recóndito estaba el área del mini bar, una licorera elegante relucía con liquido ambarino que refulgía dentro por los rayos del sol que se filtraban de la enorme pared de cristal. Miles estaba de espaldas , dejando que su perfil soberbio recibiera los rayos del cálido astro, me decante admirando su amplitud, el largo de sus piernas cubiertas con el traje azul. Cuando noto mi presencia, se giro, pude ver el teléfono en su mano derecha y el espectacular choque de su mirada ocasiono temblores en lugares que no pretendo mencionar. Tardo medio minuto mas en la conversación y al colgar se acerco en zancadas largas hacia mi. Pasmada arranco el abrigo de mis hombros y me giro de costado, un rubor se esparció en mi tez cuando su intensidad azul me evaluó de arriba a abajo sin parpadear ni contemplaciones. Durante su examen físico , soltó gruñidos y frunció el ceño con mortificación. -¿S-sucede algo? - tartamudee Fijo sus cuencas oculares en las mías. Temblé. -¿Rojo? -enarco las cejas- ¿Otra vez? Nerviosa juguetee con mis manos y pase mi peso de una pierna a otra, no parecía furioso solo consternado y me atrevía a apostar que la situación lo divertía. -En mi defensa no sabia del color hasta que llego el envió. -¿Compraste este traje de Campanita en línea?- pregunto poniendo en blanco los ojos Me encogí de hombros. -No me hacia ilusión ir al almuerzo, y tenia las manos llenas con el trabajo, en ese instante me pareció la mejor opción.-defendí -Eso no es excusa. -No me estoy excusando- Rebatí Miles colocó mi abrigo nuevamente y lo cerro hasta el cuello, casi asfixiándome en el proceso, me queje cuando el zipper se enredo en uno de mis rizos y Miles tiro con delicadeza hasta soltarlo gesto que causo pequeñas descargas de placer por mi sistema. Se acerco al escritorio, tomo el blazer del mismo color que sus pantalones y tomando mi mano me arrastro a la puerta. En el lobby, sentí la mirada de todos en nosotros, mi mano se volvía resbaladiza a cada paso. ¿Por que tenia que tener manos sudorosas? Pensé No era nada atractivo tener dedos húmedos y pegajosos como las ventosas de un pulpo. Cuando el viento ligero me dio de golpe en el rostro al abandonar el edificio, me atreví a preguntar -¿A donde vamos? Por la prisa sabia que no era al club con mi familia, ningún hombre se impulsaría a las fauces de una manada familiar con tal entusiasmo. Miles soltó un gruñido bajo y no respondió. Después de casi tropezar, caer y torcerme el tobillo, frenamos a solo un par de cuadras, mi campo de visión capto el establecimiento de moda femenina con reticencia. Me revolví para soltarme logrando arrancar mi mano de la suya. Miles me encaro. -Comprare otro vestido.- anuncio - ¡¡No!!-Rugí Aunque por dentro gritaba¡¡ Siii!! Sabia lo patética que me veía, pero este hombre, no tenia derecho a decirme que vestir. La rebelde en mi, no se dejaría doblegar. -¿No?- sus masculinas y bien arregladas cejas se elevaron hasta la punta de su cabello. -No-negué con ahínco -¿Te viste en algún maldito espejo esta mañana?-tercio -Claro que si- sentí mis orbes humedecerse pero me negué a llorar -Y no notaste que pareces un cangrejo ¡toda roja! -¡ERES UN INSENSIBLE!- grite Los transeúntes fisgoneaban alrededor, el ambiente teñido con humor y curiosidad de presenciar la reyerta de una pareja de casados. Pero estarían decepcionados si esperaban un altercado, ya que para iniciar no era una pelea y tampoco éramos recién casados. Miles exhalo aire bruscamente, como cavilando sus próximas palabras. -Lo siento- murmuro su mano corrió de arriba a abajo desordenando las hebras de su cabello - ¿Que?- dije hipnotizada por el movimiento de los mechones indómitos que caían de nueva cuenta a su frente. -Dije que lo siento- su gruesa voz se volvió ronca con pesar-solo no llores. Palpe la humedad en mi mejilla. No solo me avergoncé en mitad de una avenida sino que también había arruinado el maquillaje. ¡Simplemente Genial Cassie! Mis dedos estaban teñidos con un poco del delineador aplicado. Una risa seca surgió con el pensamiento de que debía parecer un espectro de un Thriller de horror de los años 80. - Cassie - se acerco y con sus manos desnudas limpio el desastre de mi rostro-no pretendía ser ... insensible, pero ...- quería escuchar que iba a decir, pero no continuo con la línea de la conversación- escucha vamos a entrar a esa tienda, te probaras todos los vestido que puedan quedarte, te limpiaras el maquillaje y saldremos a tiempo para impresionar a todos en el almuerzo familiar, ¿esta bien? Latidos frenéticos retumbaron en mis oídos y estuve segura de que el también podía sentirlos. Sus palabras fueron una especie de bálsamo y una muralla para mis lagrimas. Tenia razón, estaba siendo una nenita , haciendo pataletas y llorando por un horrible vestido que esta misma noche iba a tirar a la basura. Los aires tóxicos de Portland renacían a la niña insegura y sensible que me gustaba ocultar detrás de los chistes y gestos ariscos. O tal vez, existía otro motivo, uno con forma masculina por el que desde hace un día solía tomarme las cosas a pecho... Miles Sammers afectada y estimulaba una parte de mi que no quería, ignorando el pensamiento, asentí hacia el, eligiendo su propuesta. -Esta bien.



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En el texto hay: romance, romace y comedia

Editado: 06.10.2021

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