Filosofia De Amor

CAPITULO 8. BROTE DE SENTIMIENTOS

MILES SAMMERS

Mi regla general era nunca me equivocaba, nunca me disculpaba.

Pero ver a Cassie aguantar el llanto me destruyo de alguna manera. Me odie a mi mismo por herirla, era lógico que no se sentía feliz con el vestido, pero que no había tenido mas opción que usarlo.

Posiblemente salió de su casa con la autoestima destrozada luego de ver a su despampanante hermana en algún vestido de Versace y yo como un idiota le menosprecie gruñendo como un ogro y arrastrándola a una tienda de ropa exclusiva y haciéndola llorar en plena avenida principal.

Eso me llevo a examinar mis pensamientos, Cassie era una chica sensible con años de baja autoestima y tal vez odio a si misma. Un cumulo de emociones consumió mi sistema y el deseo de consolarla, de decirle que era hermosa aun mas que su hermana se enredo en mi lengua y estuve a punto de decirlo en medio del tumulto de personas curiosas.

Cuando finalmente acepto entrar al establecimiento, pude respirar mas tranquilo. La dependienta enseguida nos atendió con eficacia, no era tonta, la mujer sabia identificar a aquellos dueños de una *Black Card.

Una fila de interminables vestidos de todos los colores fue puesta a nuestro alrededor. Cassie estaba nerviosa, lo supe cuando le mire morder la uña de su pulgar delineada por una manicura francesa. Una de las empleadas de la tienda se acerco con diversos cortes de vestidos rojos, que enseguida descarte.

-¡Rojo, no!

La muchacha asintió y desapareció el enjambre de telas carmesí.

La dependienta le acerco a Cassie un Vestido Blanco de cuello alto y escote pronunciado en los hombros.

Ella lo miro y negó.

El proceso se repitió varios minutos, perdí la cuenta de la infinidad de telas que se iban apilando en el estante de atrás.

Cuando la mujer se marcho a buscar mas opciones susurre en su oído.

-¿No te gusto ninguno.?- pregunte, las líneas de moda femenina no eran una de mis áreas calificadas, pero podía reconocer un buen trabajo de textiles, y aunque ninguno fuera deslumbrante eran adecuados.

Sobresaltada por la cercanía de nuestros cuerpos, me miro y negó.

-No es eso, todos son hermosos- acepto

-¿Y cual es el problema?-pregunte

Y tenia que haber uno, mi impresión decía que todo lo relacionado con ella incluía una problemática.

Aclarando su garganta, murmuro

-Excede mi presupuesto.

Una carcajada broto de mi pecho sorprendiéndonos a ambos, no recordaba cuando fue la ultima vez que me relaje lo suficiente para permitirme una, cuando pude completar la risotada, la mire enarcando las cejas.

-No te preocupes por eso, yo pagare.

-¡Oh no! , no puedo dejar que gastes miles de dólares en un trozo de tela- ataco

- No me molesta hacerlo, además fue mi idea cambiar de vestido- musite

-Aun así,¡ no!

-¿Por que no?

-Fácil- rebatió- eres un hombre al que conozco desde hace menos de 72 horas, no dejare que me compres un vestido, menos uno que cuesta una pequeña fortuna.

- Déjame entender- sacudí mi cabeza- no puedo comprarte un vestido por que no nos conocemos bien, pero ¿si puedo fingir ser tu novio?

Revoleo los ojos y su boca se convirtió en un mohín

-Es diferente.

-¿Como de diferente?

- Simplemente, ¡no me compraras un vestido!

-Lo hare-afirme- nunca podrías pagar nada aquí tu misma.-dije sin pretender querer ser cruel.

-¡Lo se! , pero prefiero quedar pobre que deberte algo mas que un favor.

-Las mujeres dejan que desconocidos les regalen café o flores y no se indignan ni discuten por ello.- me sentí ofendido

-Esas son cosas pequeñas, no se puede comprar un yate al precio de un café.

-Estas siendo ridícula.-sisee

-¿Yo?, ¡me parece que el ridículo eres tu!

La dependienta volvió con mas vestidos, si continuábamos aguijoneándonos mutuamente en desacuerdo no saldríamos de allí nunca.

 Tomándome ciertas atribuciones, pose mi mano en su espalda baja sintiendo la piel caliente bajo mis dedos a travesar la tela del vestido guie a Cassie al vestidor mas cercano, examine hábilmente la pila y me decidí por un vestido lapislázuli.

-Este- le dije

Cassie lo miro atontada. Busco rápidamente la etiqueta del precio y antes de que la viera la arranque y se la di a la dependiente.

-¡Sera este!-anuncie

La mujer sonrió satisfecha y me señalo el área de facturación. Antes de que Cassie replicara, vocifere.

-¡Solo ponte el maldito vestido!-gruñí y cerré la puerta del vestidor con una sonrisa empezando a bailar en mis labios.

*BLACK CARD: tarjeta negra en español, plástico de fondo monetario ilimitado.



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En el texto hay: romance, romace y comedia

Editado: 06.10.2021

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